“La de los coches es un escenario de leyendas y realidades, donde se fusiona el pasado y el presente de la ciudad. En los tiempos de la colonia, era el epicentro de la comercialización de negros esclavos traídos de África; después se llamó, como referente a esta práctica, la Plaza del Esclavo, pero que con el paso de los años se rebautizó con varios nombres hasta que las autoridades locales autorizaron que en ella se estacionaran los coches tirados por caballos a bordo de los cuales los turistas recorren las estrellas calles del corralito de piedra, y desde entonces se le denominó….”
Por Carlos Almanza Agámez *
El lector que se adentre en la novela Coctel de Fuego, sea nacional o sea extranjero, y nunca haya venido a Cartagena, seguro que después de recorrer las páginas de esta obra encontrará una motivación distinta, diferente, casi sensacionalista, para venir a recorrer las calles y plazas del Centro Histórico de la ciudad, para tratar de descifrar los sitios donde se sellaron los destinos de Mary y de Javier, los protagonistas de esta obra. Una historia de ficción (¿o no?), que tiene la vocación de invitarnos a su lectura y disfrute, a conocer desde la narrativa propia de Germán Danilo Hernández, su autor, esa Cartagena histórica, turística y colonial, pero también trágica donde confluyen todo lo mágico que tiene la ciudad, con los flagelos de prostitución, trata de personas, drogas y criminalidad que nublan el pasado reciente y presente de la ciudad.
Algunos escriben, y muy bien, como el amigo, escritor y periodista Germán. Otros leemos, disfrutamos de la lectura, como sus contertulios y demás lectores.
Ese oficio del escritor, y este oficio del lector, nos hace responsables de preservar ese bagaje de historias gracias a las cuales crecemos y creamos, lo que me recuerda a Irene Vallejo, en su Manifiesto por la Lectura, cuando dice “a través del hilo generoso que anuda nuestras vidas con las generaciones del futuro, hemos heredado el antiguo compromiso de conservar esos refugios mágicos y magnéticos que albergan los libros. En ellos permanecen nuestras luces, sombras y claroscuros, todas las ideas, explicaciones y certezas provisionales, todos nuestros descubrimientos y deseos. Convicciones, miradas y horizontes tan diversos como la misma humanidad, se encuentran y dialogan. El plural de todas estas palabras es importante, y las estanterías de bibliotecas y librerías son sus garantes”.
Quienes ya leímos Coctel de Fuego (Fire cocktail, en su versión bilingüe), sabemos que German ha cumplido con parte de ese, su destino: dejar un legado para la historia, la suya, la de su familia, pero, sobre todo, la de su ciudad. Un nuevo libro. Y esta reedición, posible gracias al apoyo del Instituto de Patrimonio y Cultura de Cartagena -IPCC-, engalanará las estanterías propias y de las escuelas y colegios de la ciudad, las bibliotecas públicas de Cartagena y del país, y seguramente, de otras naciones. Es el sello que nos recordará cada vez que volvamos a este libro: una historia que ocurrió aquí, y aunque no hablemos, o no queramos hablar ya de ese momento oscuro, un cuádruple asesinato frente a la emblemática Plaza de la Paz del Centro Histórico de Cartagena sobre el que se construye esta narrativa de ficción, Coctel de Fuego lo ha inmortalizado, como parte de la historia, esa otra historia reciente, del corralito de piedra.
¿Y adivinen que?: somos los clubes de lectura, talleres literarios, o como sea que los llamemos, quienes construimos comunidades alrededor de la memoria que nos dejan los libros, la solidaridad y los encuentros. Nuestra misión es, a través de la lectura, cumplir con el propósito de esta novela: deleitarnos nosotros y deleitar a otros recomendándole esta obra, a la vez, repensar lo que hemos hecho bien o mal, como colectivo, por esta ciudad, por sus niños, niñas, jóvenes y adolescentes, por Mary y por Javier, para que sus historias -realidad o ficción – no se repitan.
La presentación de la reedición impresa de esta novela, como bien nos recuerda su traductor, William Ospina Rodríguez, es resultado del proyecto “Emprendimiento para circulación bilingüe de obra literaria, originada en el contexto de la realidad social cartagenera”, auspiciado por el IPCC, y que permite la publicación integrada en español e inglés de la novela “Coctel de fuego” de Germán Danilo Hernández; una edición que justamente se propone explorar canales de lectura en diferentes sectores, incluyendo la comunidad escolar bilingüe.
A Ospina Rodríguez le agradecemos su empeño por traducir esta novela, que le abre nuevos horizontes a Cóctel de Fuego, para que más lectores puedan tener la oportunidad y el disfrute de las letras cartageneras que German hoy nos lega.
German ha cumplido con su oficio de escritor. Le repito hoy, tiene los méritos y la pluma para que el resto de su vida se dedique a esto que hace muy bien: Escribir, narrar, contar, transmitir emociones, sensaciones, lugares, crear universos, hacer memoria; invitarnos a viajar, porque los libros son un viaje, y autorreconocernos como colectivo, como ciudad, a través de la lectura. Y le auguro que la vida le premiará suficientemente bien por ello.
Nosotros tenemos el otro oficio, el del lector. Nuestra tarea es no dejar caer en la desidia, el olvido, la omisión, el descuido, ni la indiferencia de una sociedad que no sepa amparar los libros -como el que hoy nos brinda German – y los eslabones de esa cadena invisible que los salva: la persona que lo corrigió, la que lo editó, quien lo ilustró y diseñó, quien lo tradujo, quienes lo imprimieron, el Instituto IPCC y las personas que hacen parte de este, quienes lo auspiciaron; a Lidis, su esposa, y sus hijos, quienes sé que siempre estuvieron allí, impulsando a German en cada página, a superar los vaivenes de la vida que ha tenido que enfrentar y, en general, todos quienes acompañaron a German en ese proceso de dar a luz este libro.
A todos y todas ellas, como lector: ¡¡Gracias!!
Nuestra tarea, ya German hizo la suya, es llevar Coctel de Fuego a recorrer Cartagena, Bolívar, Colombia y el mundo; cargar en la maleta con varios ejemplares para que en otras latitudes conozcan nuestra ciudad desde una óptica diferente, la que nos brinda la lectura de este libro.
A German le digo: llevaremos este libro a las escuelas, universidades, a otros clubes de lectura, a los barrios, a los jóvenes, a los amigos y conocidos, acompañándolo con un café, o sirviendo su lectura y tertulias con un Bloody Mary, un Margarita, un Manhattan, una Agua de Jamaica, o el coctel que a cada uno le provoque. Leerlo, porque leer es una valiosa herramienta para crear ciudadanía y cultura cívica y política.
Hablar de la novela de German me lleva de regreso a Irene: «Somos seres entretejidos de relatos, bordados con hilos de voces, de historia, de filosofía y de ciencia, de leyes y leyendas. Por eso, la lectura seguirá cuidándonos si cuidamos de ella. No puede desaparecer lo que nos salva».
* Docente universitario – decano de la Facultad de Ciencias Sociales y Humanas de la Corporación Universitaria Rafael Núñez.