Por Claudia Ayola Escallón *
Jazmín Piedrahita, una de las líderes sociales más importantes y coherentes de esta ciudad, permanece al lado de la cama de Sofía en una Unidad de Cuidados Intensivos. Sofía es su hija menor. El martes 2 de noviembre la llevó a la Casa del Niño con fiebre alta. Le dijeron que el cuadro era muy reciente para hacerle la prueba del dengue, que le iban a mandar los exámenes de laboratorio por consulta externa porque en ese momento no se consideraba una urgencia vital.
Jazmín se llevó a su hija a casa, pero la niña siguió agravándose. Empezó el dolor abdominal, los ojos enrojecidos y nauseas. El jueves 4 de noviembre lleva a Sofía al CAP de Olaya donde la atienden, pero le dicen que necesita atención médica en un centro médico de mayor complejidad.
El viernes 5 de noviembre, la directora de Talento Humano de la Alcaldía declaró insubsistente a Óscar Lindo, quien ejercía el cargo de Director Operativo de Salud Pública en el Departamento Administrativo de Salud del Distrito -DADIS. Si bien en el documento no se explican las razones por las que se toma la decisión, llama la atención que la salida de Lindo ocurra en medio de una aguda epidemia de dengue en la ciudad de Cartagena.
Ese mismo viernes le consiguen una cama a Sofía en la clínica El Bosque. Las plaquetas bajando, empieza la diarrea y desmejora su estado de salud. Jazmín advierte en un mensaje que “la situación del dengue es crítica. Muchos, pero muchos niños y niñas están enfermos. Ver las salas de urgencias asusta. El dengue muestra la cara de la pobreza”. Al día siguiente Sofía es valorada por Pediatría y deciden ingresarla a la Unidad de Cuidados Intensivos.
Mientras tanto, el doctor Lindo, como reacción al despido, escribe una carta dirigida a la opinión pública en la que asegura que la decisión de Talento Humano está motivada por una denuncia de duplicidad de funciones entre contratistas del proyecto Centro de Operaciones de Emergencias en Salud Pública. La carta señala la supuesta participación de exfuncionarios con la “complicidad” de la directora del Dadis en lo que señala como un “aberrante proyecto”. Llama la atención que, en la parte final de la emotiva misiva de Lindo, advierte sobre su hoja de vida en la que incluye como acierto el plan de choque de la epidemia del dengue. “Debo resaltar que he estado al frente de la coordinación del plan de acción formulado” dice Lindo. Menciona un supuesto reconocimiento a la buena gestión para la contención del dengue en la ciudad.
Sofía sigue débil. El servicio pediátrico estaba lleno de pacientes con dengue. Le dice a la mamá que no es justo, que no es justo que ella y tantos otros niños tengan dengue. Su madre tiene miedo. Algo no se entiende de esta ciudad. Algo está pasando en una ciudad en la que el recién declarado insubsistente director de Salud Pública hace graves señalamientos contra la directora del Dadis y en medio de un aparente conflicto que la mayoría de los ciudadanos desconocemos, en su defensa alega que el manejo del dengue es algo que se debe destacar de su gestión.
A principios de octubre murió la niña Kiara Salguedo. La llevaron al Hospital de El Pozón, pero -de acuerdo a la versión de la familia – solo le recetaron algo para el dolor muscular. En casa la niña pasó la noche con fiebre, vómito, diarrea y dolor abdominal. El rápido deterioro de su estado de salud hizo que la llevaran a la Casa del Niño. Mientras recibía atención médica, Kiara falleció.
La familia y vecinos hicieron una protesta frente al Hospital de El Pozón. Exigían la historia clínica y le pedían al Dadis que le dijera a los médicos cómo atender a los niños que llegan con síntomas que sugieren sospecha de dengue. La molestia de la comunidad por la muerte de Kiara y de otros niños motivó ataques al personal médico y daños materiales en el hospital. Días más tarde, el Dadis emitió una declaratoria de alerta roja hospitalaria cuyo dedo señalaba especialmente a los centros de salud y hospitales: “Prohíbe rotundamente” devolver pacientes con sintomatología relacionada con el dengue, declara que “será obligatorio que las EPS no retrasen la autorización de los servicios”, los centros de atención médica deben abrir una sala de hidratación para personas con sospecha de dengue y las ambulancias deben estar a disposición.
Más o menos, como lo pedían los familiares de Kiara, el Dadis le dice a los médicos cómo atender o -al menos – hace creer que lo hace. En realidad no tiene la capacidad para obligar el cumplimiento de algunas de las medidas que reseña en su alerta roja. Poco o nada hace un ente territorial sobre las actuaciones administrativas de las EPS. Muchas de las medidas de la alerta roja son unos disparos al aire y no centran el problema en las estrategias para disminuir los contagios. El dengue es una enfermedad prevenible y el control del vector es fundamental. Antes de que los niños lleguen moribundos a los hospitales hay que evitar que se contagien y allí sí la ciudad entera debería estar en alerta roja.
Las medidas de control del mosquito y la educación comunitaria efectiva deben ser una prioridad en las alerta roja, pero no se mencionan. El mayor problema no está en los hospitales; el problema está en calles con huecos donde se empoza el agua, un pésimo servicio en el manejo de las basuras, zonas sin acueducto que obligan a tener agua en depósitos, barrios con irregular acceso a servicios públicos, cortes de energía eléctrica que no permiten el uso del ventilador, familias sin acceso a repelentes ni acceso a toldos ni anjeos, insuficientes estrategias de educación en salud comunitaria y ausencia de fumigación.
Sofía casi no puede sostenerse. Dice que quiere ir a casa y reitera que no es justo que se haya enfermado de dengue. Tiene razón: no es justo que una niña se enferme por razones prevenibles. Sofía tiene líquido en los pulmones y el abdomen. Un edema pulmonar que se da por el mismo carácter hemorrágico de la enfermedad. Esto que le está pasando puede pasarle a cualquier persona en esta ciudad. El mosquito vuela y pica. Una vez pica, contagia. Mi hijo se llama Gael, podría ser él. No importa en qué barrio viva ni qué tan buena madre sea, en Cartagena hay dengue y los niños y niñas se están muriendo.
El médico Rubén Sabogal, presidente de la Mesa por la Salud de Cartagena y Bolívar, reportó que en relación al 2020 se ha registrado un incremento del dengue hasta el 600 % en 2021 y señala que la letalidad está en 8,2%. Altísima. Para algunos quizá empezará a ser un verdadero problema cuando afecte el turismo. Tenemos covid y dengue, una sindemia. Es posible que lo peor aún esté por venir.
* Psicóloga, presidenta de la junta directiva de Caribe Afirmativo