Por Wilmer Iriarte Restrepo *
De los hechos que acontecerán después del 29 de octubre, día en el cual se elegirá, entre otros, el alcalde de Cartagena para el próximo cuatrienio, destaquemos algunos que no darán espera.
Lo primero es que quien resulte ganador de la carrera por el Palacio de la Aduana, aun desde antes de posesionarse en el cargo e instalar el nuevo gobierno, junto con su equipo de trabajo deberá conformar la respectiva Comisión de Empalme, ojalá con cabezas de sectores que además de tener liderazgo y capacidad organizacional cuenten con la confianza del alcalde electo así como de los distintos grupos políticos y gremios empresariales, y conozca la cartera sobre la cual harán el trabajo de empalme.
De igual forma se necesita formar otro equipo que coordine la labor de esos designados, lo cual no es fácil en una ciudad donde, como muchos coinciden en advertir, quienes saben y conocen de un sector (Salud, Educación, Hacienda, Planeación, Infraestructura, Seguridad, entre otros) están generalmente ocupados, y ese trabajo: el de recibir los informes de la Comisión de Empalme y organizarlos para que funcionen como un instrumento base para el diagnóstico necesario en la elaboración del Plan de Desarrollo, es de tiempo completo más adicionales, y además gratis. Y a ello hay que sumar la dificultad que arrojan tenemos las Fiestas de Noviembre, tiempo que algunos emplean para descansar o viajar.
Luego inician dos retos: gobernar los primeros seis meses mientras, sobre la marcha, se prepara el Plan de Desarrollo 2024 – 2027, momento en el cual juegan fundamental importancia los modelos de gestión organizacional que plantee el mandatario.
El ejercicio del gobierno y de la gobernanza implica coordinación de discurso con actos, lo cual es difícil e implica la adecuada administración del recurso humano y el manejo de las comunicaciones externas y las comunicaciones internas. Estas últimas ofrecen dos barreras; la primera está en el actual manual de funciones aprobado por el Concejo distrital, que en palabras cortas dice qué puede hacer un funcionario y a quién le corresponde esa obligación.
A diferencia de una empresa privada, donde los mecanismos de cambio del manual de funciones dependen de los propietarios, en el Distrito esto depende del Concejo, de aquí que una relación cordial y con objetivos y agendas comunes sea necesaria, ya que también implica la aprobación del Presupuesto.
Hasta aquí concluimos dos cosas: Uno, el burgomaestre no puede dar órdenes que no estén respaldadas por la Constitución, la Ley y el Manual de Funciones. Y dos, el Ejecutivo necesita al Concejo, ya que en nuestro modelo institucional este funge como una junta directiva, algo parecido a un gobierno corporativo.
Sin embargo el mayor reto, desde mi punto de vista, es que de la administración del día a día y de los escenarios de coordinación y decisión que se empleen dependerá el éxito o el fracaso de la Administración. Existe uno: el Consejo de Gobierno, cuyas decisiones le permiten a ciertos alcaldes emitir decretos que asocian acciones de carteras que tienen codependencias en su gestión, y les establece unos programas y proyectos con sus respectivas métricas. Otros -día a día – solo caminan a la buena de Dios.
Otro elemento a considerar es que del perfil profesional y personal del alcalde electo depende cómo se organice el nuevo gobierno; de esta forma volvemos al punto inicial de esta serie de publicaciones: se elige un equipo de trabajo, un grupo político y por ende un sistema de gestión.
En algunas tertulias se habla con clasificaciones naturales, diciendo que si gana el candidato X sus secretarios y asesores serán A, B, C y D y se repetirán ciertas historias. Con algunos contertulios consideramos que ello no es así, ya que los tiempos son diferentes. Hoy se requieren secretarios y directores de institutos con habilidades y competencias de carácter colaborativo, ya que poco a poco la disminución de recursos disponibles obliga a hacer más con menos, y son pocos los profesionales que han entendido que en este tiempo de inmediatez, hiperconectividad y sobre exposición de los actos y conversaciones, las personas que basaron su crecimiento profesional solo en escenarios de competencia rápidamente se irán quedando atrás.
Es así como las competencias y habilidades de liderazgo, manejo de comunicaciones, gestión de programas y proyectos, control y conocimiento de las herramientas tecnológicas tendrán un papel esencial en la forma de concretar logros y proyectos en el territorio.
Y otro hecho es que hoy el ciudadano tiene muchas facilidades para la participación. El reto es la recopilación sistemática y evidencial de estas participaciones para incluirlas en el Plan de Desarrollo y en las soluciones de ciudad, que van desde proyectos hasta políticas públicas, sin dejar de lado la gestión de recursos reales con el Gobierno Nacional y los organismos de Cooperación Internacional.
Es un reto en el que solo se tiene éxito si se tiene capacidad de convocatoria, coherencia, credibilidad una capacidad de trabajo titánica.
La invitación es a que desde el Palacio de la Aduana se creen espacios de colaboración, articulación y respeto sobre los que se puedan materializar resultados.
* Ingeniero civil
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