Por Eduardo Arellano González *
La manta de cubrimiento informativa, conformada por todos los medios modernos de la comunicación, y de la cual experimentamos todos los habitantes de este mundo secular, nos han permitido a quienes tenemos la actitud de analizar naturalmente los sucesos cotidianos ser poseedores de conocimientos tempranos, frágiles y humeantes; de tal suerte que, a los anteriormente referidos, se nos observa como “conocedores” de todo lo que se encuentra sobre la tierra; pero… ¡no es tal!!, esa concepción que se tiene de este grupo de analizadores naturales es espuria, porque el conocimiento y la sabiduría de las cosas y de las personas no se concibe o se construye tan rápidamente, como se viene mostrando a través de Twitter, WhatsApp, Tik-Tok, Instagram, Facebook, etc.
Es decir, la aparente posesión de conocimientos, de los cuales se ufana esta humanidad, dista mucho del concepto verdadero del saber aprendido, o conocimiento adquirido; de hecho, vemos que esta sociedad vigente lo manifiesta constantemente con discursos hueros y, algunos, con implicaciones de impacto social negativo.
Es una tendencia que se ha expandido vertiginosamente en toda la sociedad y se desplaza con el milenio presente, y hoy dicen estos mismos medios y otros no tan modernos “que los siguen”, que “como nunca en la historia humana, el hombre ha alcanzado tanto grado de conocimientos como los se exponen hoy día”. Estas expresiones de fondo especioso y, otras tantas parecidas han creado la nube de la adquisición de intelecto rápido y entonces vemos que de la nada aparece un “doctor” con “amplios conocimientos y experiencia en cualquier disciplina del saber humano”, y sus vastos conocimientos los expone en la manta informativa de la que estamos escribiendo, y desde ella nos nutrimos los que tenemos la actitud de analizar naturalmente los sucesos cotidianos.
Esta conducta moderna es, en nuestra opinión, un aporte significativo en nuestra intención de comprender por qué tenemos activado el freno de mano de nuestro desarrollo.
Esta introducción la tomaremos como punto de partida para llegar intencionalmente al concepto de la eficiencia, pero de la eficiencia humana.
Así, estamos en la tierra por la gracia eficiente de Dios. Pero que nuestros amables lectores no se alteren; los invito muy cortésmente a que sigan leyendo.
Cuando la sociedad logra sus metas con la menor cantidad de recursos, decimos que esta sociedad es eficiente. También, cuando un equipo desarrolla su capacidad para realizar o cumplir adecuadamente una función determinada en su área especifica, decimos que este equipo trabaja eficientemente. Cuando una administración alcanza la capacidad de disponer de alguien o de algo para conseguir un efecto requerido o determinado, entonces esta administración es eficiente. Pero cuando la misma administración define que el punto clave de su gestión está en el ahorro o reducción de recursos al mínimo, entonces su criterio es de metas basadas en la eficiencia.
Entonces, si todas las personas nos pudiéramos conectar con cada uno de los conceptos de eficiencia mencionados, necesariamente tendríamos que llegar a la conclusión de que verdaderamente Dios nos creó para ser eficientes.
Ahora bien, ¿qué sucede con la manera de actuar de las personas inmersas en el mundo moderno, cuando sabemos que todos sus actos los ejecutan de manera hipersónica, muy rápido, sin saborear, ni siquiera pensar? Cualquier disparate que se imagine cualquier ciudadano de cualquier nación, relacionado con una verdad a medias o una falsedad que se anuncia en un medio informativo, este disparate lo “sigue” la humanidad e inmediatamente lo vuelca o lo “pega” en la manta referida sin importar sus efectos. En esta acción no se consideran logros, metas, disposición, realizaciones; nada es importante, nada es medido ni documentado. Al final se esfuma, se espolvorea, se vacía todo. Así es; es una humanidad con carácter ficticio, sin ninguna acción de eficiencia.
Ahora tomemos -por analogía – los resultados que se tienen en la salud por consumir alimentos procesados: (puede aumentar el riesgo de trastornos cardiovasculares, trastornos metabólicos, como la obesidad y la diabetes, enfermedades coronarias y enfermedades cerebro vasculares) y estas repercusiones las comparamos con el comportamiento de la civilización moderna, al concebir que puede adquirir o formar su conocimiento “científico” consumiendo las fuentes que emergen de las mantas de cubrimiento informativo, que equivocadamente le llaman “redes sociales”. Si, lo escribí bien, es equivocado el uso de este término hablado o escrito; no se puede llamar social a las acciones de los medios de comunicación que intencionalmente o sin intención destruyen, paralizan, retroceden, borran, eliminan el progreso o la prosperidad de las naciones con el argumento de ser “avance tecnológico”.
Por definición, toda particularidad o caracterización indeterminada que lleve el complemento de social repercute beneficiosamente en toda la sociedad o en algún grupo social. Actualmente lo informado en estas vías de la información inyectan conocimientos tempranos, frágiles y humeantes, que debilitan el verdadero conocimiento humano e imprimen altas dosis de ineficiencia humana.
Al considerar los criterios expuestos es necesario relacionarlo con las próximas oportunidades que en materia administrativa y política tendremos en el próximo año, sobre todo en Cartagena de Indias.
La eficiencia humana debe hacer su aparición en firme y sin titubeos, independientemente de la formación profesional, de la experiencia, del conocimiento, de los títulos, órdenes, posgrados, doctorados y cualquier otro reconocimiento personal. El próximo alcalde de Cartagena debe tener bien definido qué tan eficiente puede ser él, como la persona que será el timonel de una ciudad importante, que necesita ser muy importante. Qué tan eficiente va a ser su gestión de gobierno y su relación con las demás instituciones distritales; y qué tan eficiente va a ser su relación administrativa con el pueblo cartagenero.
La eficiencia es el punto. Por favor, les pido su atención: no por tanto hablar, por tanto exponer ideas ni por tanto pensar en la ciudad se solucionarán los problemas de La Heroica. La eficiencia debe hacer su pronta aparición en las mentes de los postulantes a la Alcaldía de Cartagena, definiéndose con mentalidad de ser humano eficiente para abordar todas las soluciones en los plazos inmediatos, medianos y largos.
* Ingeniero electromecánico, especialista en eficiencia energética y dirigente cívico
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