Por Carlos Almanza Agámez *
Mucha gente tiene diversos hobbies y pasatiempos, o realizan variadas actividades lúdicas, recreativas, culturales, deportivas o artísticas, que le dan sentido a su vida, y que son un bálsamo en medio de la bulliciosa confusión de la vida (sospecho que mi subconsciente opinador acaba de plagiar ‘Desiderata’). Todos estos hobbies son buenos, ninguno mejor que otro, en tanto todos responde a los intereses personales y subjetivos de cada ser.
Entre esas actividades, la que más me gusta es compartir tiempo y espacio con la gente que se reúne a hablar de Libros y Literatura: Clubes o Grupos de Literatura, Taller de Libros, Tertulias Literarias, etc.; variados nombres para un mismo culto.
No es un tema menor. El DANE, en la Encuesta Nacional de Lectura del año 2017, indica que en Colombia se leen al año 5,1 libros promedio por personas de 5 años y más, mayoritariamente mujeres, en una muestra de 32 ciudades capitales del país (incluye cabeceras municipales, centros poblados y rural disperso). Aunque, recientemente, la Encuesta de Consumo Cultural (ECC) del 2020 realizada por el mismo DANE arrojó un resultado menor: el promedio de libros leídos por las personas que saben leer y escribir y leyeron libros en 2020 fue de 3,8 para el rango de 5 años y más. No en vano uno de los objetivos del Pacto por la protección y promoción de nuestra cultura y desarrollo de la economía naranja, que hace parte del actual Plan Nacional de Desarrollo, es fortalecer los hábitos de lectura en la población colombiana. Del cumplimiento de este objetivo podríamos hablar otro día, al igual que de la exclusión de escritores colombianos de la lista de invitados de su propio gobierno a la Feria del Libro de Madrid (Septiembre de 2021), que tiene a Colombia (pero no todos sus laureados y reconocidos escritores) como país invitado.
Pero volviendo al tema de lo que ocurre en los clubes de lectura, uno de esos libros que amerita un comentario especial es ‘Una Educación’ (versión original en inglés titulada ‘Educated. A memoir‘), de la novísima y exitosa escritora norteamericana Tara Westover. Una obra que a sus lectores nos refuerza una verdad de Perogrullo: que la educación salva vidas.
Y es que la educación le cambia la rueda de la historia a niños, niñas, jóvenes, adultos, pueblos, naciones. Es la mejor inversión para garantizar un futuro de prosperidad, desarrollo social, humano, y de equilibrio ecológico, siempre que se haga con enfoque inclusivo y diverso.
Tara Westover, una mujer nacida en el seno de una familia mormona, que estaba predestinada a ser una abnegada ama de casa y esposa de alguien, la madre de los hijos de un esposo, (no me malentiendan, ser madre, o padre en mi caso -para quienes así lo decidan-, es una fuente inagotable de alegrías y realizaciones), logró transformar su vida apostándole a incursionar en la vida universitaria y, hoy día, a sus 36 años, es una escritora y ensayista reconocida, historiadora e influyente mujer norteamericana. El costo del éxito, entendido como una independencia de pensamiento y el uso de la razón, fue romper sus vínculos emocionales y sociales con su familia. Un alto costo.
La Educación les permite a los individuos descubrir de lo son capaces, y luego, decidir quiénes son (Spoiler Alert). Es quizás, el más significativo y duradero acto de amor que podemos ofrecer a los seres amados, oportunidades y apoyo para su crecimiento educativo y profesional. Una reseña y comentario ilustrativo de ‘Una Educación’ se puede escuchar en el podcast que produce la internacionalista, bloguera y booktuber Angélica Villalba Eljach, aquí: Calle y Letras.
Y aunque la misma autora, Tara Westover, advierte que su obra no se trata sobre una religión alguna específica -reconociendo que en todos los credos podemos encontrar personas buenas, y otras no tanto-, para el lector sí queda claro que la historia se trata de cómo la educación es un acto de emancipación mental de aquellos prejuicios, algunos amparados en creencias religiosas y roles predestinados al nacer, que, en ocasiones, es la misma familia la que se encarga de perpetuar entre sus miembros, especialmente en niñas y mujeres jóvenes.
Así que, por muchas razones más que cada lector podrá descubrir por sí mismo, la obra de Westover es una grata recomendación, especialmente para quienes trabajamos en sectores educativos y hemos sido testigos de cómo la cualificación técnica, tecnológica y/o profesional de personas que vienen de contextos de pobreza, ruralidad, exclusión, etc., les ha significado un exponencial crecimiento personal, humano, social, y económico, que se vuelve el punto de inflexión de sus historias familiares.
Así que, contrario a lo que dice un reconocido influencer colombiano, la educación -si queremos pensar en colectivo – es la llave para progresar hacia una nueva y mejor Nación, para todos y no para unos pocos.
* Profesional del Derecho – Docente Universitario. Miembro delegado (e) en representación de las Instituciones Educativas Superiores en el Comité Permanente del Consejo de Paz, Reconciliación, Convivencia y Derechos Humanos de Cartagena de Indias.