Por Rubiela Valderrama Hoyos *
Luego del reciente estallido social en nuestro país, durante el cual, al tiempo que la resistencia era nutrida en las calles por cientos de jóvenes sin futuro, por estudiantes que reclamaban matrícula gratis para poder seguir sus carreras y por mujeres que continúan exigiendo igualdad real, equidad y el fin de las violencias, en el Congreso de la República y el Concejo de Cartagena se aprobaban leyes y acuerdos para tapar la corrupción, crear más burocracia y continuar con el statu quo.
Proyectos como la reforma al Código Disciplinario (aprobado); la matricula gratis para estudiantes en las universidades públicas que se proponía como política pública de Estado (no aprobado); y la ratificación del Acuerdo de Escazú, considerado el primer tratado multilateral en América Latina y el Caribe sobre asuntos ambientales y apoyo a los derechos humanos (archivado); iniciativas como la moción de censura contra el ministro Diego Molano por sus actos criminales contra la protesta social (no aprobada); y la Ley 2038 del 2020, que despojará a cientos de personas pobres de su territorio en Cartagena con el sofisma de sacarlas de pobreza (aprobada), entre otros tantos, que nos ponen a pensar profundamente que lo que sigue definitivamente es votar bien.
Votar bien, para cambiar de una vez por todas esa caterva de vencejos del Congreso a quienes solo les interesa llenar sus bolsillos y aprobar leyes que benefician sus negocios familiares y a empresarios aliados.
Votar bien, para cambiar a esos concejales de Cartagena que, ahora sí, iluminados, desbancan a través de mociones de censura a funcionarios que no “funcionan”, que aprueban el recorte del presupuesto de erradicación de la pobreza, que aprueban un nuevo desplazamiento del cabildo indígena zenú después de que estos han creado comunidad y proyecto de vida en Membrillal, pero sabemos que hay intereses de la zona industrial de Mamonal en esos terrenos.
Votar bien implica hoy un análisis sesudo para no repetir el error de volver a elegir a los que por tantos años nos han clavado la daga de la corrupción, del interés particular, de los antiderechos, de los que desprecian la vida de tantas y tantos que solo exigen en las calles respeto, justicia, igualdad y no discriminación.
Votar bien implica además elegir personas idóneas, no más de los y las que solo van a calentar la banca del Congreso y el Concejo de Cartagena para cobrar millonarios sueldos pagados con nuestros impuestos, o un alcalde que con decir que nos quiere cree que está gobernando bien.
Votar bien en el 2022 y 2023 significa elegir a quienes tengan un proyecto de país y ciudad pensado y planificado con cambios profundos y estructurales. Colombia y Cartagena no resisten más pañitos de agua tibia sino la defensa del territorio, la garantía plena de los derechos humanos y vida digna para los cabildos indígenas y comunidades afro, la defensa y ejecución integral del acuerdo paz, políticas y estrategias de empleo, inversión eficaz de los impuestos, políticas públicas con presupuestos robustos para la erradicación de las violencias basadas en género, contra el racismo, la xenofobia y contra todas las discriminaciones.
Tampoco debemos olvidar que un presidente sin Congreso no sirve; lo mismo que un alcalde sin un buen Concejo. Si tienen dudas recuerden que a Dilma Rousseff, en el Brasil, la destituyó un Congreso corrupto.
Es por ello que levantamos la consigna democrática: Lo que sigue ahora es… #VotarBien.
O esperaremos el próximo estallido social.
* Feminista, Activista por los derechos humanos de las mujeres.
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