Hoy, 1 de marzo de 2021, el equipo administrativo, técnico y periodístico de Revista Metro está de plácemes.
Los responsables de que desde el martes 1 de marzo de 2005, ininterrumpidamente, se hayan publicado notas, análisis y artículos que han develado innumerables hechos ocultos en los entresijos de las noticias oficiales, recordarán que hace 16 años los periodistas que dirigían y editaban el tabloide Tribuna de Bolívar y la revista El Metro de Cartagena fundaron el portal de internet Revista Metro, un medio «noticioso, de opinión y de análisis social y político, con agenda propia, comprometido con la información veraz y oportuna de las movidas del poder en Cartagena y Bolívar», como se advirtiera en un editorial anterior.
Pero hoy, en medio de la crisis de todo orden que padece Cartagena, se tiene claro que no hay lugar para agasajos.
Primero, porque en la Ciudad Heroica hay 1.001 familias de luto por el fallecimiento de un ser querido por Covid-19, y no hay -no debería haber – ánimo para festejos.
Pero además porque, conscientes del peligro que representan las mentiras disfrazadas de verdad que difunden perversa e irresponsablemente tanto desde sus redes sociales como a través de varios medios algunos actores, las pocas acciones que en medio de la crisis reinante podamos desarrollar en Revista Metro deben centrarse en lo esencial, y ello es rastrear -seguir rastreando – las noticias que se esconden detrás de la información oficial y, en general, constatar su veracidad con el debido rigor.
Por ello hoy, más que una celebración, nuestro 16° aniversario es otro motivo para reafirmarnos en nuestro nuestro principal compromiso con nuestros lectores y con nosotros mismos, el cual es, como ya hemos dicho, «contribuir, mediante un juicioso periodismo investigativo, a erradicar la galopante corrupción que ha imperado en la ciudad«.
Y, además, enarbolando las banderas de la lucha contra el clientelismo, la politiquería y el desgreño administrativo que continúan retrasando el desarrollo de Cartagena y propiciado los altos niveles de pobreza que padece la mayoría de sus habitantes, todo ello en el marco del esencial fin del Periodismo que es ser un genuino y necesario contrapoder.
Pero ello, claro está, sin protervas estigmatizaciones, ni nocivas generalizaciones ni enfermizas obsesiones, como viene ocurriendo en La Fantástica. Y mucho menos midiendo con raseros distintos las posibles irregularidades que podamos descubrir en nuestras labores reporteriles, como también se ha vuelto costumbre en el Corralito de Piedra.
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