Por Juan Correa Reyes *
En esta oportunidad el título no se refiere concretamente a la magistral canción de Adolfo Echeverría, inmortalizada por la voz de Nurys Borrás. Pero es importante aclarar que, en el caso de Cartagena de Indias, los jolgorios comienzan con las fiestas novembrinas y no acaban con el carnaval sino con las fiestas de Navidad y de Fin de Año, lo que permite inferir que estos hechos, y la apertura a los turistas internacionales sin prueba PCR, terminarán explicando el inminente rebrote del Covid-19.
Este informe pretende interpretar la complejidad de la ciudad para la búsqueda de soluciones frente al impacto del Covid-19 y sus consecuencias económicas, a partir del análisis de las siguientes cifras disponibles en el Censo Nacional de Población del Departamento Administrativo Nacional de Estadísticas -DANE – 2018:
- La ciudad -contrario a la creencia general – solo presentó un ligero crecimiento poblacional de 78.045 residentes, que equivale a un crecimiento del 0,6% anual en ese lapso. Esto lo ha explicado el DANE [1] como resultado de tres fenómenos:
- La expulsión de población urbana a los municipios circunvecinos (Turbaco, principalmente) y a otros municipios de Bolívar;
- La existencia de un 15,1% de las viviendas (casi 45 mil) como lugares de uso temporal o desocupados [2];
- El incremento de la densidad territorial desde 1.437 habitantes/kms2 a 1.561 habitantes/kms2., concentrándose este fenómeno en el área urbana, al pasar de 11.129 a 11.538 habitantes por kilómetro cuadrado. [3]
- La población residente es predominantemente nativa de Cartagena de Indias, pues solo un 20,4% afirmó no haber nacido en Cartagena, mientras que de estos migrantes solo el 5% ha llegado en los últimos cinco años; esto significa que cualquier diversidad es causada por las tradiciones familiares.
- Con respecto a la pobreza territorial según necesidades básica insatisfechas -NBI, el DANE encontró que, de los 876 mil residentes en la zona urbana, solo 99.965 personas tenían NBI, mientras que 14.381 personas estaban en la miseria. De las personas con NBI, 61,2 mil tienen malas condiciones de vivienda y viven en hacinamiento, y 33,8 niños y jóvenes por inasistencia escolar, entre otros. Por otra parte, en la zona rural (Zona Norte, islas y Pasacaballos) de los 96 mil residentes, un total de 19.732 tenían NBI, mientras que 3.943 estaban en la miseria.
- Sin embargo, al comparar el resultado de población ajustada intercensal 2005 – 2018 se encuentra: el porcentaje de personas con necesidades básicas insatisfechas ha caído en un 13,1% a nivel general; en lo urbano 14% y en lo rural 15%. Sorprende que establecer que a nivel general hayan salido de la pobreza por NBI 120.658 personas. Asimismo, se transformaron en vulnerables en la cabecera 114.838 residentes, pero, a pesar del rápido crecimiento de la población rural en un 93,9%, existen ahora 2.105 pobres adicionales por NBI.
- Con respecto a la edad de los residentes en Cartagena, al comparar la población ajustada de los censos nacionales 2005 y 2018, aunque se ha presentado un envejecimiento de la población, todavía la población en edad de trabajar supera el 60%. Merece destacarse la caída de la niñez y juventud en edad escolar que disminuyó a un 24,5%, presentando una caída de 27.596 niños y jóvenes en edad escolar. Otro factor importante en la población es que un 37% de la población total y de la urbana es soltera o vive sola, mientras que a nivel rural es del 33%.
- Con respecto a las 294.494 viviendas censadas, solo están ocupadas 249.765. Por lo tanto, si se compara con el número de hogares censados: 260.346, existe un déficit cuantitativo de 10.581 viviendas [4]. Esta situación se complementa con el tipo de ocupación de las viviendas; la mayoría de las familias viven en casas y apartamentos en una proporción similar cercana al 47%, mientras un porcentaje superior al 5% vive en cuartos. Asimismo, hay un fenómeno emergente: el uso productivo o comercial de las viviendas en un 9,7%: es decir 24,2 mil viviendas, lo cual representa un deficiente control urbano, dados los riesgos o externalidades de esos emplazamientos comerciales o pequeñas industrias.
- Con respecto a la ocupación de casas y apartamentos, las tendencias son similares, un 47%:
– Casas: Mientras las familias de ingresos altos y medios tienen una ocupación promedio inferior a 3,1 personas, las familias de ingresos bajos tienen una ocupación entre 3,5 y 3,8 personas.
– Apartamentos: en estas viviendas, la familia típica de estratos altos y medios, tienen una ocupación entre 2,6 y 2,8 personas; pero la familia típica de ingresos bajos tiene entre 3,2 y 3,4 personas.
– Servicios Básicos domiciliarios: En general la accesibilidad de los servicios básicos en Cartagena oscila entre el 90% y 98%, con excepción del servicio de Internet que está en un 43,2%, sin considerar las familias que no respondieron.
Ante los anteriores resultados es necesario revisar el reciente estudio publicado sobre la actualización metodológica de la pobreza monetaria en Colombia, realizado por el DANE a partir de la Encuesta Nacional del Presupuesto de Hogares 2016 – 2017. Aunque fue previo al Censo 2018, puede indicarnos cómo era la situación antes de la llegada del Covid-!9 a nuestra ciudad. Entre los resultados más importantes están :
- Este estudio divide a la sociedad en cuatro categorías: Pobres (34,5%), Vulnerables (32,4%), Clase Media (31,5%) e Ingresos Altos (2,2%). Esto significa que 345.304 residentes son pobres, por tanto, una familia de 3,8 personas vive con menos de $355.000 per cápita y debe sobrevivir con menos de $1’349.015, equivalentes a $33.000 diarios. Asimismo, son vulnerables 324 mil personas cuyos ingresos per cápita son superiores a $355.000 pero inferiores a $450.000, por lo cual una familia vulnerable tiene ingresos mensuales inferiores a $1’575.000, equivalentes a $52,5 mil diarios.
- Con respecto a la clase media existen 315 mil personas, cuyos ingresos per cápita son inferiores a $900.000, por lo tanto, sus ingresos familiares mensuales son inferiores a $2,8 millones, equivalentes a $93.000 diarios. Igualmente hay 22 mil personas de ingresos altos (superiores a $4,5 millones mensuales per cápita), cuyos ingresos familiares mensuales superan los $11,2 millones, o sea equivalentes a $375.000 pesos diarios.
- Igualmente, señala el estudio que los jefes de hogar pobres representan el 47,5% de los desempleados; un 35,6% de la población inactiva económicamente; y solo un 33,5% de la población ocupada.
- Por otra parte, las 402 mil personas ocupadas de la ciudad en diciembre de 2019, antes de la pandemia, son categorizadas por el DANE, así: 108 mil pobres (24,9%); 144.288 vulnerables (33,4%); 167.184 clase media (38,7%); y 12.960 clase alta (3,0%). Esto significa que más de la mitad de las personas ocupadas recibe ingresos cercanos al salario mínimo. Sin embargo, cuando se examina la situación de los 170 mil empleados particulares en el sector formal de la economía, la situación se invierte pues solo hay 19.890 pobres (11,7%); 50.320 vulnerables (29,6%); 91.290 clase media (53,%) y 8.500 clase alta (5%).
- Se evidencia un impacto importante de la informalidad en las clases socioeconómicas de la ciudad, pues establece que un 77,9% de las personas pobres viven de ella; un 58,2% de las personas vulnerables también; igualmente, un 34,7% de la clase media y un 22,5% de la clase alta. Esto permite señalar que 459.742 personas dependen de la informalidad.
- Otra revelación del estudio es que la desigualdad económica medida por el coeficiente de Gini en Cartagena (2019, antes del Covid-19 y la cuarentena obligatoria) era de 0,448 sobre 1, lo cual significa que no es cierto el mito de que la ciudad sea la más desigual de Colombia, pues tienen mayor desigualdad capitales como Barranquilla (0,463), Cali (0,465), Medellín (0,475), Santa Marta (0,489), Bogotá (0,513), Riohacha (0,539) y Quibdó (0,562). Lo anterior significa que la ciudad es más una ciudad de contrastes urbanísticos que de desigualdad económica, como se ha pregonado durante los últimos años.
Nuevas realidades para la reactivación económica en una nueva normalidad
Cuando se analizan los dos estudios en conjunto se evidencia que, silenciosamente, la ciudad asumió unas nuevas características que es necesario considerar para su reactivación, como son:
- Ciudad Mayor: Cartagena ha estabilizado su población residente por encima del millón de habitantes, a los cual se suma una población flotante en temporada turística de unas 150 mil personas (hotelería más parahotelería).
- Metrópolis: Igualmente ha comenzado a ejercer una tendencia metropolitana, trasladando familias a municipios circunvecinos como Turbaco, Turbana y Santa Rosa, hipotéticamente por el precio de la vivienda y el costo de vida urbano.
- Ciudad de segunda residencia: La ciudad consolida su zona turística y la Zona Norte como una ciudad de segunda residencia de un tamaño considerable, pues 45 mil viviendas prácticamente van a competir con la industria hotelera en un escenario postcovid.
- Cartageneros: La población residente es predominante nativa (79,6%) y pobre o vulnerable (67%) pero solo el 9,8% tiene pobreza por Necesidades Básicas Insatisfechas, que es poco representativa para la población total, pero se constituye en una importante deuda social en los corregimientos.
- Pobreza Monetaria: La pobreza en la ciudad es monetaria, y eso se explica en que los jefes de hogar pobres eran, en 2019, un 47,5% de los desocupados, un 35,6% de los no trabajaban ni estudiaban y un 33,5% de las personas ocupadas. Sin embargo, de estas personas ocupadas el 58,3% son pobres o vulnerables.
- Pobreza Ocupacional: La población ocupada en la ciudad como empleados particulares son de clase media y alta, el 58%, mientras que son pobres o vulnerables el 42%, lo cual significa que están ligados a ingresos de salario mínimo.
- Densificación sin urbanismo: Asimismo, la ciudad se ha densificado silenciosamente -sin incrementar ni el sistema vial ni el espacio público – pues actualmente el porcentaje de casas y apartamentos representan el 47% cada uno. En este fenómeno hay que advertir que mientras las casas tienen una ocupación promedio de 3,1 personas, los apartamentos tienen una ocupación con 2,7 personas. Mientras tanto, el Censo revela que un 37% de las viviendas son de personas que viven solas y el problema del déficit de vivienda y servicios se concentra en la zona urbana en las viviendas asentadas en los cuerpos de agua y en los ecosistemas ambientales, por lo tanto su solución no es el mejoramiento de vivienda sino un proyecto de reubicación en viviendas de interés social, una tarea pendiente incluso con las familias reubicadas de zonas de alto riesgo cuyo único apoyo han sido unos subsidios de arrendamientos atrasados.
- La propiedad horizontal: será el nuevo protagonista emergente en la ciudad por dos fenómenos: el uso de apartamentos por familias pobres y vulnerables -en el escenario Covid – puede significar una importante cartera morosa y dificultades para la sostenibilidad para estas edificaciones; y la existencia de segundas residencias en la zona turística y Zona Norte, cuyo eventual impago de expensas por la crisis del turismo puede representar un alto riesgo para la operación de las edificaciones donde residen parte de las familias de clase media y clase alta.
- Envejecimiento demográfico: La disminución de los niños y la juventud en edad escolar se convierte en un nuevo fenómeno poblacional, pues implicaría redefinir las políticas de infraestructura educativa y reorientarlas al mejoramiento de la cualificación docente y al impulso de la virtualidad en el escenario Covid. Asimismo, el lento crecimiento de la población mayor para una ciudad informal se convierte en un serio riesgo de empobrecimiento general o de insostenibilidad de las familias que viven en edificaciones.
- Desigualdad económica: otra conclusión interesante es que la ciudad, si bien es pobre, no es la más desigual del país, como titulan los medios y se afirma en redes sociales. Más bien podría revelar, a modo de hipótesis, dado que las personas de ingresos altos solo representan un 2% pero existe la apariencia de riqueza de las zonas turísticas y norte de la ciudad, que esto solo sea un fenómeno de segundas residencias. Casi puede afirmarse que la riqueza llega con los turistas y propietarios de inmuebles y se marcha con ellos al terminar las vacaciones, quedando esas zonas de la ciudad listas para recibir turismo internacional.
Considerando lo anterior, es claro que en Cartagena tanto los ciudadanos del común -desde sus diferentes condiciones – como los gobernantes y las élites viven sus cuatro fiestas. Cada uno a su manera. El alcalde y su círculo de poder luchando contra la corrupción; funcionarios del Distrito (principalmente los profesionales importados y los OPS), aprovechando su cuarto de hora; los grupos políticos por fuera del poder sobrellevando su franco receso; y los grupos de poder económico local manteniendo sus privilegios a través de diversas estrategias.
En síntesis: mientras se comenta en los medios y redes sociales que los residentes (pobres y vulnerables, principalmente) andan “pendejiando” y sobreviviendo frente al Covid-9 y los gobernantes y las élites andan ”festejando” sus logros ante la justicia y ante la pandemia: La Ciudad es para algunos privilegiados una oportunidad para hacer negocios, donde cada vez resulta más difícil construir un proyecto colectivo como Bien Público.
Y ello podría explicar los tropiezos que existen para reglamentar el ordenamiento territorial y la protección especial del patrimonio. Mientras tanto, la pobreza monetaria incrementada por el Covid-19 y confinamiento obligatorio sigue afectando de manera directa y con mayor intensidad a las familias más pobres de la ciudad.
[1] Esta situación generó importantes protestas del gobierno local y los gremios hasta que en febrero de 2020 fue certificada la existencia de más de un millón de habitantes, como resultado de la proyección del Censo Nacional de Población y Vivienda del 2018.
[2] La consolidación de una ciudad de 45 mil viviendas de segunda residencia, un 87% presumiblemente en la ciudad turística (39 mil) y un 13% (6 mil) distribuidas entre la Zona Norte y en las islas.
[3] Esto permite considerar a la zona urbana de Cartagena dentro de las ciudades más densamente pobladas del mundo según el Atlas de expansión urbana de Colombia (DNP – 2017)
[4] Esto significa que el déficit neto es de un 4,0%, pero hay un estimado de 11.357 familias que están asentadas en zonas de protección ambiental (parques distritales o rellenos en los cuerpos de aguas) que al contabilizarlas elevan el déficit cuantitativo de vivienda oficial a 21.938 viviendas (8,43%). Esto contrasta con la vivienda existente que está desocupada temporalmente y durante la mayor parte del año, 44.729 viviendas, o sea el 15,2% de las 294.494 viviendas existentes en Cartagena.
* Economista – Profesor titular de la Universidad de Cartagena
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Gustavo Alzamora Pérez
Muy buen análisis de lo que estamos viviendo con buena estadistica poblacional mostrandonos hacia donde vamos y con qué contamos para planificar la ciudad que todos queremos lo mas mas importante es el sentido de pertenencia y común de nuestrs conciudadanos para lograr el buen desarrollo de la ciudad que todos buscamos y queremos muy bien Dr Correa buen analisis y Carlos Ardila gracias por esta publicación de esta buen analisis saludos un abrazo