Por Juan Conrado Ovalle *
Con el fin de dar cumplimiento a la Ley 278 de 1996 se ha venido reuniendo la Comisión Permanente de Concertación de Políticas Salariales y Laborales para determinar el incremento del salario mínimo que regirá para el año 2.021.
Vale la pena recordar que dicha comisión está compuesta de manera tripartida: cinco representantes del Gobierno Nacional, cinco representantes de los empleadores y cinco representantes de los trabajadores. Y que, de estos, tres pertenecen a las confederaciones sindicales más representativas del país, un representante de los pensionados y un representante de los desempleados.
De igual forma, es pertinente considerar que, al iniciar las negociaciones, estas se desarrollan bajo un marco inédito muy especial, dada la afectación que ha tenido toda la economía nacional como consecuencia del coronavirus.
En la mesa de conversaciones las centrales obreras, unánimemente, destaparon sus cartas, solicitando un incremento salarial del 13,9%, aspirando pasar el Salario Mínimo Legal Vigente Mensual -SMLVM -de $877.802 a $1’000.000. Por su parte, el sector empresarial, por intermedio de los gremios que los representan, planteó un incremento del 2%, es decir, aumentar el SMLVM de $877.802 a $895.358, lo cual significa un incremento de $17.556/mes o $585,20/día. Todas las cifras anteriores sin considerar el subsidio de transporte.
Dentro de ese marco de negociación, con posiciones y visiones tan disímiles entre empresarios y trabajadores, vale la pena resaltar lo expresado de manera directa por el hoy reconocido industrial barranquillero Christian Daes, gerente de la importante empresa Tecnoglass, quien al conocer la propuesta inicial empresarial de aumentar un 2%, con solo dos palabras: “mandan huevo”, puso a meditar y considerar lo que significaría para los casi 10,7 millones de trabajadores que devengan el equivalente a la remuneración mínima tener un incremento de solo $585,20/día, lo cual a duras pena alcanzaría al trabajador para cubrir el aumento de pasajes urbanos para movilizarse de la residencia al lugar de trabajo.
Apunta Daes en su mensaje de “mandan huevo” que tanto empresarios como gobierno deben mirar la parte humana y no olvidar los miles de hogares que hoy cada vez más se suman a la pobreza y donde ya un porcentaje importante de la población solo consume una o dos porciones de alimentos al día, llamando la atención de que, a pesar de la pandemia, con cierre de empresas y pérdidas de puestos de trabajo, no es pertinente “ahorrar en los seres humanos”, cuando hay otros factores que tienen un mayor peso o incidencia dentro de los costos de producción de las compañías, como la energía eléctrica, el agua, los combustibles, la telefonía, entre otros.
Si bien las declaraciones de Daes han sido tomadas en cierto sector empresarial como algo jocoso o una expresión ligera, amerita que todos los actores con incidencia en la determinación del salario mínimo le presten atención, ya que es importante no perder de vista la situación angustiosa de millones de desempleados que claman por lograr un puesto de trabajo y caminar con algo dignificante como “ganar el pan con el sudor de la frente”, para lo cual es pertinente adoptar políticas que realmente estimulen la creación de empresas y por ende la generación de puestos de trabajo.
Por ello, para neutralizar el desempleo e informalidad creciente se hace necesario reactivar el sector productivo, incentivando agresivamente a innovadores e inversionistas tanto nacionales como extranjeros para la creación de nuevas empresas principalmente en sectores donde podemos ser competitivos como la agroindustria, de acuerdo a las características de nuestras regiones, tratando de agregar valor y mirar no solo el mercado interno sino fundamentalmente de exportación.
Algo que también expresó Daes, y que no ha dejado de causar desconcierto, es cuando señala su preocupación por los problemas que le puedan causar sus declaraciones. Nos preguntamos: ¿problemas con quién, ¿con el gobierno?, ¿con organismos de control y justicia?, ¿con clientes?, ¿con otros empresarios? Vaya uno a saber.
Por otra parte, es pertinente establecer un relacionamiento de armonía entre trabajadores y patronos al interior de nuestras empresas, donde se conjuguen intereses en beneficio mutuos, comenzando por compartir información fidedigna sobre el estado y giro del negocio, en un ambiente de construcción colectiva estableciendo objetivos corporativos y por cada dependencia, lo cual, al lograr las metas definidas consensualmente, se traduzca en un reconocimiento económico a los artífices de los logros: los trabajadores a todos los niveles.
Mención especial en todo este proceso de negociación merecen los pensionados, quienes a pesar de tener una representación en la mesa de negociaciones, podemos indicar que su presencia nos ha mostrado que es meramente simbólica, ya que el reajuste de las mesadas pensionales se realizan de acuerdo a la variación del índice de precios al consumidor, a excepción de aquellas iguales al SMLVM, las cuales se reajustan en el mismo porcentaje de este. Es como estar invitado a una fiesta y al asistir no se le permite ni bailar, ni tomarse un refrigerio o un trago.
Esta normatividad contemplada en el Artículo 14 de la Ley 100, en la práctica no cumple con su propósito de mantener el poder adquisitivo de las mesadas. Realizando cálculos encontramos que las mensualidades pensionales superiores al salario mínimo han perdido poder de compra en los últimos 10 años alrededor de un 20%, dado que los reajustes se consagran por el IPC del año anterior. Aún así, algunos sectores consideran gravar las pensiones en reformas tributarias o pensional que se cocinan, ante lo cual podemos decir, como Daes: ¡mandan huevo!
* Ingeniero industrial, docente universitario y consultor empresarial.