Por Roberto Saer Daccarett *
En Cartagena de Indias mucha agua ha pasado debajo del puente. Primero fue el Covid-19, aunque hoy hablar de él sea como llover sobre mojado. Después fueron las fuertes inundaciones provocadas por los últimos fenómenos naturales, los cuales afectaron considerablemente a un número importante de familias cartageneras. Y, prácticamente durante todos estos meses que van del 2020, desde antes del Covid y después del Iota, el fenómeno político que nos ha mojado a todos en la Ciudad Heroica.
Se acabó el primer año de gobierno del alcalde William Dau y muchos son los acontecimientos acaecidos en Cartagena que han perturbado el normal desarrollo y funcionamiento de la ciudad. Lo anterior nos lleva con carácter de urgencia a abrir un espacio amplio de análisis y reflexión sobre los resultados logrados en este periodo de tiempo, y profundizar alrededor de las decisiones tomadas por la Administración, incluyendo las que se dejaron de tomar.
Un indicador importante, que se escucha frecuentemente en diferentes espacios de opinión, está relacionado a una posible falta de experiencia en gestión pública por parte del actual equipo de gobierno. Inclusive, en alguna ocasión el alcalde lo reconoció, usando para ello el término ‘primiparada’. Lo anterior es peligroso, toda vez que la falta de experiencia en ambientes laborales genera momentos turbios de inseguridad y desesperación, lo que conlleva a una pérdida de objetividad en la toma de decisiones.
Por lo anterior, como en cualquier partido de fútbol (deporte que, por tener dos periodos de 45 minutos cada uno permite que en el entretiempo -de 15 minutos – se abren oportunidades a los jugadores y los técnicos de replantear su estrategia), el alcalde Dau aún tiene la opción de enderezar su ‘juego’. Aún está a tiempo.
Con todo lo que ha pasado, y ante la coyuntura, es claro que nuestra ciudad requiere con urgencia de un gran acuerdo ético y de gobernabilidad, incluyente, que involucre a todos los sectores que componen nuestra sociedad: social, productivo, político, académico y demás.
Entendemos que lo anterior es un proceso que, reconociendo las circunstancias políticas del momento y, particularmente, la peculiar manera de pensar y actuar del alcalde, totalmente respetables, no es para nada fácil, pero creemos que es absolutamente posible.
El otro escenario: más peliagudo y dispendioso, con alto riesgo de fracaso, es intentar sacar adelante la ciudad sin valorar y considerar el conocimiento y esfuerzo de todos los cartageneros.
Pensar que es suficiente el apoyo de unas pocas personas para ejecutar bien el Plan de Desarrollo ‘Salvemos Juntos a Cartagena’ y los tan postergados macroproyectos, y además mantener incólume la institucionalidad, es absolutamente equívoco.
Al señor alcalde hay que recordarle que todos somos corresponsables del destino de nuestra ciudad. Que comprenda que la decisión de ese trabajo conjunto, mancomunado, generoso, está plenamente en sus manos. Y que tenga la seguridad de que la mayoría de los cartageneros estamos prestos a jalonarlo. Parodiando al Papa Francisco, todos vamos en la misma barca; lo que ahora falta es que rememos todos hacia el mismo lado.
Para finalizar debe decirse que, en todo caso, si alguien, en algún momento y por cualquier razón, decide excluirse de este acuerdo ético y de gobernabilidad propuesto, que lo haga entonces por su propia voluntad.
* Ingeniero industrial con maestría en Administración
.