Con la renuncia del alcalde Manuel Vicente Duque y las próximas elecciones a realizarse para escoger el alcalde que deberá terminar el periodo constitucional, los que están de celebración son los ya famosos ‘puya ojos’, esos elementos depredadores de nuestra democracia, que se anidan en diferentes sectores de la ciudad tratando de sacar provecho personal de cada proceso electoral.
En nuestro medio encontramos ‘puya ojos’ de diferentes niveles y pelambres, comenzando por muchos que ahora fungen como candidatos a la Alcaldía en las elecciones atípicas que se avecinan; por ello una veintena de ciudadanos han puesto a sonar sus nombres como aspirantes al Palacio de la Aduana, pero en su mayoría la verdadera intención no es lograr dirigir los destinos del Distrito, sino candidatearse para luego negociar por dinero y/o dádivas con el mejor postor los posibles votos que dicen tener.
Igualmente, encontramos otro nivel donde se ubican muchos ‘líderes barriales’, que no son más que elementos infectados que dadas las condiciones de necesidades de sus vecinos y valiéndose de la ignorancia política, se prestan para servir de intermediarios entre aquellos y el candidato que más dinero le ofrezca por los votos del vecindario, como si se tratara de cualquier baratija, violentando la dignidad de sus conciudadanos y a la vez contribuyendo para que el susodicho candidato, en caso de salir elegido, no tenga ningún compromiso con esas comunidades que seguirán naufragando en su mar de necesidades.
Considerando lo señalado como parte de las tantas prácticas perversas que se han enquistando en nuestros procesos electorales, vemos cómo, de tanto repetirse, en algunos sectores de la ciudadanía se toman esas mañas como normales; por ello es común escuchar que aquel candidato a la Alcaldía que no tenga una tula con dinero suficiente para la compra de votos en sus múltiples formas, pocas posibilidades tiene para salir elegido. Asimilando esas malas prácticas encontramos candidatos que en su ambición por acceder al poder, poco les importa vender su alma al diablo: los financistas que luego le castran toda autonomía al gobernante, teniendo este que acceder a todas sus pretensiones como pago por el dinero recibido para hacerse elegir.
El estado actual de incertidumbre y desesperanza de la ciudadanía amerita también una reflexión de esta y de los diferentes actores estratégicos como gremios económicos, universidades, organizaciones sociales, medios de comunicación, acciones comunales, veedurías ciudadanas y partidos políticos, entre otros, los cuales han pasado de agache, con indiferencia y acomodándose a las circunstancias, velando solo por sus intereses particulares, mientras la ciudad sigue destrozándose y la calidad de vida deteriorándose cada vez más, así traten de ocultarla, como si con ello se resolvieran los múltiples problemas que van creciendo día a día.
No podemos aspirar que la ciudad cambie y se enrute por el camino del desarrollo social y económico si seguimos aceptando activa o pasivamente las mismas prácticas corruptas de algunos candidatos para acceder al poder, con partidos políticos que no generan credibilidad al quedar reducidos en unas agencias para otorgar avales. El ciudadano con su voto consciente tiene la palabra.
Por otro lado, sin demeritar como personas a los integrantes de la terna que el movimiento Primero la Gente presentará ante el presidente Santos para que escoja a quien reemplazará temporalmente al exalcalde Manuel Vicente Duque, causa indignación y repugnancia la presunta injerencia directa que ha tenido desde la cárcel de Ternera José Julián Vásquez en la definición de los nombres de los ternados. No hay derecho para tanto abuso y desvergüenza. Mayor respeto merece la ciudadanía cartagenera si en realidad pensamos que primero es la gente.
* Ingeniero industrial, docente universitario y consultor empresarial.
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