
Por Donaldo José Ardila Arroyo *
Colombia ha sido descertificada por los Estados Unidos, en su lucha contra las drogas, en una decisión unilateral. Con una firma deciden que Colombia no está cumpliendo en la lucha contra las drogas. Como si fueran los jueces del mundo, nos señalan y nos ponen en la picota pública. Recuerdo hace años un diálogo con nuestro amigo ambientalista Rafael Vergara, quien decía, sobre el problema de drogas que tenemos, que Colombia pone los muertos y los gringos la nariz. Nos preguntamos, ¿quién certifica a Estados Unidos?
El país que nos juzga es el mayor mercado consumidor de drogas del planeta. Cocaína, marihuana, heroína, fentanilo , opioides, allá se venden como pan caliente en las calles. Y no solo eso: de Estados Unidos salen un mercado ilegal de armas que llenan de sangre a nuestros barrios y veredas, , armas que terminan en manos de los carteles y grupos armados en América Latina y allá también se lava el dinero sucio de los carteles, es el epicentro del lavado de dinero que alimenta esas economías ilícitas. Sin embargo, ningún organismo internacional lo “descertifica” ni le impone sanciones por su fracaso estructural en reducir la demanda.
¿Quién lo sanciona? ¿Alguien les recorta la ayuda internacional? No. La ONU escribe informes, las universidades hacen estudios, pero nada cambia. A ellos nadie los descertifica. Es un doble rasero que desnuda la asimetría del sistema internacional: a Colombia y a la región se les juzga, se les condiciona y se les amenaza con retirar la ayuda; mientras tanto, al principal consumidor mundial de drogas nadie lo evalúa, no se aplica el adagio que dice que con la misma vara que mides serás medido.
Las Naciones Unidas señala cifras del aumento de la demanda del consumo de drogas en los Estados Unidos. Los datos federales estadounidenses -NSDUH – confirman la escala: en 2023, 47,7 millones (16,8%) de personas de 12+ usaron alguna droga ilícita en el último mes; 61,8 millones (21,8%) usaron marihuana en el último año. Son magnitudes estables y altas, que sostienen la presión sobre cadenas de oferta).
También los casos de mortalidad por sobredosis y el factor fentanilo aumenta cada año en los Estados Unidos. Según la ONU, el auge de opioides sintéticos redefine riesgos sanitarios a escala global; el fentanilo ilícito y análogos (nitazenos, a veces con xylazina) incrementan la letalidad por potencias variables y mezclas. Las muertes por sobredosis en el país de Trump aumentan anualmente a 100 mil personas fallecidas.
Pensamos que la descertificación no es una evaluación técnica, es un arma política contra el presidente Gustavo Petro. Es la manera de recordarnos quién manda y de mantenernos atados a una guerra que ha fracasado durante más de cincuenta años.
Por eso Colombia no puede seguir aceptando este doble rasero. El presidente Petro tiene derecho a exigir respeto. Si se habla de responsabilidad compartida, que sea en serio: que también midan y sancionen al país que más consume, que más armas vende y que más se beneficia de este negocio.
Hoy la verdadera certificación no la debe dar Washington, sino la conciencia de nuestro pueblo. El día en que despertemos y digamos: no más imposiciones, no más guerra ajena, no más doble moral, ese día empezaremos a recuperar nuestra dignidad como nación.
* Abogado y economista; maestrando en Derechos Humanos y Derecho Internacional Humanitario. Expresidente Liga de Ajedrez de Bolívar.
.

