
Por José David Vargas Tuñón *
Mediante el Decreto 0073 de 2023, el alcalde de Cartagena, William Dau Chamat, determinó que el servicio prestado por el Sistema Integrado de Transporte Masivo -SITM – de Cartagena, Transcaribe, pasara a costar $300 más, es decir, $3.000, siendo hoy por hoy el pasaje más caro de Colombia, a pesar de que el recorrido de sus articulados, busetones y busetas son los más cortos de todo el país.
Sin embargo, muy a pesar de lo descabellado de la medida, esta pareció ser un capítulo de la obra ‘Crónica de una muerte anunciada’, ya que para nadie es un secreto el profundo descalabro financiero que ha representado este sistema de transporte y, últimamente, los ‘ruidos’ que se escuchan por ciertos hechos denunciados no por cualquier veedor o político resentido, sino por nadie menos que por el representante del presidente de la República en la junta directiva de la entidad (leer ‘Transcaribe, un ‘hervidero’ tras denuncia penal de un miembro de su junta directiva‘).
Por todo ello, resulta grotesco, por decir lo menos, desajustar de tal manera la calidad de vida del pueblo cartagenero y hacer más gravosas las condiciones de la clase trabajadora de esta ciudad. Se trata de un evento que podríamos calificar de poco ético, y casi que de inconstitucional, y en todo caso es un contrasentido por parte de la Administración Distrital, ya que ninguno de los habitantes de la ciudad tiene la culpa de que se haya adoptado un sistema de transporte incapaz hasta la fecha de prestar un servicio tan esencial en Cartagena, bajo condiciones dignas, y mucho menos de que por incuria la entidad marche manga por hombro y ocurran cosas como las que se vienen denunciando.
Este es un tema que, a todas luces, tarde o temprano, podría llevar a una desobediencia civil sin precedentes, pues es un sistema que no cumple con las garantías mínimas tanto de viabilidad financiera como de buena prestación del servicio. Que haya ‘ruidos’ por presuntas irregularidades al interior de su administración como denunció ante la Fiscalía un miembro de su junta directiva; más la tardanza en ciertas rutas de los vehículos; más su falta de mantenimiento, que ha ocasionado ya varios incendios y muchas varadas; en fin…; todo ello es un aliciente para provocar desaprobación en la población.
Y si a tal situación se le suma que cada año Transcaribe compite por ser el sistema de transporte más caro del país, ganándose tal premio cada año, de forma consecutiva, pues ahí sí que la suerte del sistema está echada.
Lamentablemente la situación en materia de transporte de la población cartagenera es completamente penosa y deshonrosa, sobre todo para una ciudad que se califica a nivel internacional como una de las más hermosas del mundo.
Es el colmo que por física falta de planeación las condiciones de seguridad en las estaciones del sistema, como se observa en decenas de videos que vienen circulando, sean las más precarias. Y también que la prestación del servicio en materia de la frecuencia con que los buses son despachados sea tan irregular. Es inhumano que el usuario deba esperar, en ocasiones, más de media hora bajo un inclemente sol, porque entre otras cosas no se ha construido un solo paradero nuevo, protegido del sol y la lluvia, en las vías distintas a la troncal.
Señor alcalde, señor gerente y señores miembros de la junta de Transcaribe, resuelvan todo esto y así valdrá la pena pagar un alto precio por utilizar el sistema. Y sobre los problemas por la escasa o nula vigilancia y la falta de mantenimiento de los buses, no esperen que ocurra una tragedia para actuar.
Posdata 1: ¿Por qué será que la documentada denuncia de un miembro principal de la junta de Transcaribe no ha merecido una declaración siquiera de las autoridades, ni tampoco una noticia en los diferentes medios de comunicación?
Posdata 2: Dios salve a la ciudad, pero también proteja a la persona que generosamente me regaló un reloj justamente cuando estaba más candente el debate sobre quién tenía la razón: si Piqué o Shakira, en materia de marcas de relojes. No sabe esa generosa persona el profundo aprecio que le tengo.
* Abogado
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