Por Mery Luz Londoño García *
En Cartagena de Indias se reciben a los buques más grandes del mundo gracias a una operatividad portuaria que funciona las 24 horas de los 365 días del año.
Asimismo, en la ciudad los aficionados al ciclismo empiezan sus recorridos desde muy tempranas horas de la mañana, cuando la mayoría de la gente duerme, y para disfrutar sus recorridos insisten en el acompañamiento policial para preservar su seguridad.
De igual forma, el mercado de Bazurto, uno de nuestros lugares más emblemáticos de la capital de Bolívar, está abierto desde las 2 de la madrugada, y sus comerciantes trabajan continuamente en el descargue de mercancías para sus ventas estacionarias.
También nuestros pescadores de La Boquilla, cuando apenas despunta el alba, se desplazan en sus canoas a lo más profundo de los mares para realizar una práctica ancestral que les garantiza su sustento.
Paralelamente, el potencial turístico de La Heroica se desarrolla en su máxima expresión en cualquier momento del día; el entretenimiento tiene lugar en las calles y rincones de la ciudad continuamente de noche y madrugada, lo que denota una vida nocturna que resulta tan activa como la diurna, lo que requiere una administración que supervise, controle y acompañe desde lo institucional.
Es por esto que, desde mi visión como ciudadana, planteo que exista una administración abierta al público las 24 horas, pero sobre todo, en áreas de crucial importancia como Gestión y Prevención de Riesgos, Secretaría del Interior, Dirección de Seguridad, aun trabajando de la mano con el Bienestar Familiar y la oficina de Desarrollo Social, para que especialmente se protejan los derechos de nuestros menores, que sabemos que están siendo víctimas de delitos relacionados con la explotación sexual infantil.
Muchas ciudades del mundo trabajan para impulsar sus economías 24 horas, lo que se traduce en un aumento notable de su productividad. A la vez, hacen frente a los desafíos que enfrentan sus diversas zonas en las horas nocturnas y en tiempo real. Estoy segura de que asumiendo ese ritmo, en Cartagena obtendríamos, en el mediano y largo plazo, importantes beneficios para la administración de la ciudad, la población en general y los sectores económicos y productivos en particular.
La ciudad, nuestra querida Cartagena, está cercada por innumerables problemas, pero creo que no debemos lamentarnos más ante la incertidumbre. Por el contrario, es nuestro deber trabajar con fervor e innovación para recuperar la confianza que se ha perdido, apoyándonos siempre en las ciudadanías libres que cada vez son más activas y participativas.
Estoy segura de que juntos lograremos vencer la adversidad y hacer de nuestro terruño un escenario dinámico y competitivo, seguro y equitativo, para insertarse en un desarrollo sostenible.
Porque, a pesar de todos los indicadores negativos que tenemos en materia social, de la creciente pobreza, del hambre y la falta de oportunidades, para buena parte de la población Cartagena sigue siendo la ciudad preferida por los colombianos para vacacionar, y cada vez más extranjeros vienen a ella atraídos por sus numerosos encantos.
Es momento de trabajar con mayor empeño, llegar más allá con una propuesta de trabajo extendido las 24 horas, porque, al tiempo que buscamos modificar esos guarismos de atraso rescatando a los más necesitados de los abismos del hambre y el abandono, atraeremos mayor inversión nacional y extranjera y haremos de Cartagena un epicentro de oportunidades y un verdadero motor de desarrollo regional y nacional.
* Ingeniera civil con especialización en Administración de Empresas; exsecretaria de Planeación Departamental y exsecretaria de Hacienda del Distrito de Cartagena.
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