
Un artículo del periodista Guillermo Franco, publicado el pasado 22 de noviembre por el diario La República, fue «despublicado y modificado en sus distintas versiones digitales, después de haber salido en el impreso» del influyente medio.
«Estas acciones pusieron a prueba los límites de la libertad de expresión cuando esta toca intereses económicos sensibles propios o de terceros. Y llevaron a su autor, un curtido periodista y consultor de medios, a renunciar a su espacio en La República«, reveló La Silla Vacía.
Y, por su importancia, La Silla Vacía publicó, en toda su extensión, el contenido del texto «despublicado y modificado«.
De acuerdo con la investigación periodística publicada inicialmente, «los periódicos impresos tienen sus días contados en Colombia: eventualmente desaparecerán o se convertirán en publicaciones de nicho, cada vez más pequeñas. Y con ellos se irá la mayor fuente de ingresos de sus propietarios: familias y grupos empresariales«.
Y como ejemplo de ello muestra varios inquietantes casos, entre ellos el de ADN, un medio gratuito producido por la Casa Editorial El Tiempo que llegó a tener una circulación en Bogotá de más de 330 mil ejemplares y que hoy imprime apenas, ‘estratégicamente’, tres mil ejemplares en la misma ciudad.
Y, asimismo, el de Q’Hubo, el cual, según las indagaciones periodísticas, «en cada una de las 10 ciudades del país en que circula«, tiene un tiraje cercano a los 10 mil ejemplares, que es, apenas, «una fracción de lo que llegó a circular en sus mejores tiempos«.
En el artículo ‘¿Cuándo desaparecerá el último lector del diario impreso?‘ (el cual, como arriba se dijo, fue «despublicado y modificado en sus distintas versiones digitales, después de haber salido en el impreso«, como revela hoy La Silla Vacía), se advierte que «El Tiempo tiene hoy una circulación aproximada de 68 mil ejemplares (los domingos puede subir al 70 mil), en promedio, lo que incluye los destinados a suscriptores y venta o expendio en calle«, lo cual es «apenas el 10% del récord de circulación que alcanzó en 2002, con 686.200 ejemplares«.
De acuerdo con el informe periodístico, «las cifras de los otros tradicionales no son mejores: El Espectador, que solo circula diariamente en Bogotá y en el resto del país los domingos, imprime 4 mil ejemplares; El Colombiano, 12 mil promedio lunes-domingo; El País, que vendió su rotativa e imprime en la de El Tiempo, 7.500; Vanguardia, 5.500; El Universal 3 mil; El Heraldo, 8.500«.
Otro interesante dato revelado por el artículo rescatado por La Silla Vacía es que, en los últimos años, la industria de los medios impresos ha sido «renuente a tener cifras auditadas de circulación de ejemplares, desde hace más de 20 años, o estudios de audiencia (Estudio General de Medios -EGM), desde hace más de dos» (leer ‘La historia que los dueños de periódicos colombianos no querían que se leyera‘).
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