
Por Claudia Ayola Escallón *
Una de las situaciones más problemáticas frente a la violencia contra las mujeres es la naturalización que existe en medio de una cultura machista. A la fecha se sigue responsabilizando a las víctimas de los comportamientos del agresor, asunto que se evidencia en titulares de prensa como “Hombre no tuvo piedad y mató a su expareja por celos” o “Mató a su compañera sentimental por un ataque de celos”.
Existen otro tipo de justificaciones que indultan el comportamiento del agresor, como aquellos que se refieren al oficio de la víctima, a la forma como iba vestida, la forma de responder, la hora de la noche en la que estaba fuera de casa o el simple hecho de tener o haber tenido alguna vez una relación con el agresor.
Ninguna de las justificaciones sexistas sirven para prevenir o evitar el comportamiento de un agresor. Los celos son producto de las relaciones de subordinación, control y dominación donde crece la violencia, pero no son en sí misma la explicación de las agresiones.
Los feminicidios dejan ver una preocupante listas de mujeres asesinadas en manos de sus parejas o sus exparejas, tema que obliga a preguntarnos -desde la psicología – cuál es el perfil de un agresor y cómo identificarlo. Es posible que si se tienen en cuenta estos rasgos pueda establecerse distancia con un agresor en potencia, o quizá -lo que podría funcionar en algunos casos – buscar alternativas terapéuticas para lograr comportamientos más adaptativos y funcionales en los hombres que cumplan con estos criterios.
1- Poca tolerancia a la frustración: Este concepto desarrollado por Albert Ellis, se refiere a esa poca capacidad de tolerar las situaciones que nos frustran. Suelen ser hombres que no aceptan el rechazo, son sumamente sensibles a que las cosas no salgan como esperan y reaccionan de manera exagerada cuando no se cumplen sus expectativas en la vida cotidiana.
2- Distorsiones en su sistema de creencia: Tienden a deshumanizar a las mujeres, a considerar que su sufrimiento es drama o cantaleta. Tienen a creerlas objetos. Este rasgo es muy constante en hombres que no cuestionan la cultura machista, que naturalizan sus privilegios solo por el hecho de ser hombres.
3- Pobre control emocional. Dificultad para control el despliegue de la ira.
4- Locus de control externo. Suele responsabilizar a otros de lo que le pasa, de lo que hace y lo que siente. Culpa a la víctima de sus agresiones.
5- Rasgos de personalidad narcisista. Se siente merecedor de privilegios, egocéntrico. Desarrolla poca empatía.
6- Si hay consumo de alcohol o de otras sustancias, aumentan los riesgos de comportamiento agresivo.
7- Cuestiona las relaciones de la víctima con sus otros seres queridos hasta el punto de lograr aislarla y dejarla sin redes de apoyo.
8- Se desconecta de la responsabilidad moral asociada al hecho. Se evidencia en expresiones donde minimiza sus actos, no se cuestiona a sí mismo por sus conductas de manera suficiente.
Es importante tener en cuenta que el perfil del agresor no está necesariamente asociado a un trastorno mental. Sin embargo, los riesgos aumentan cuando hay rasgos psicopáticos.
La violencia que más llama la atención es la sexual y la física, pero urge poner la mirada sobre esas otras formas de violencia psicológica y simbólica, más frecuentes y poco visibles, pero de mucha letalidad.
No todos las dinámicas violentas están mediadas por los celos, gran parte de ellas en realidad se dan como una estrategia de defender los privilegios del macho. Es el caso del hombre que agrede a la mujer para evitar que ella le haga un reclamo o un cuestionamiento.
* Psicóloga, presidenta de la junta directiva de Caribe Afirmativo
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