Por Juan Diego Perdomo Alaba *
Hace un par de días me sorprendieron con un video de una neófita candidata a la Cámara de Representantes por la lista del Pacto Histórico en Bolívar, donde el telón de fondo era el edificio Galeras de la Marina, sede del Concejo de Cartagena.
Se le ve muy histriónica con un miembro de su movimiento quien la secunda en su perorata haciendo la más fácil, la cómoda, despotricar de todo y de todos. En el video, un hilo panfletario de tres minutos, ambos se dedican a acusar de incompetentes y malandrines a los miembros del cuerpo edilicio. Luego, muy locuaces, echan mano de un grupo de adversarios políticos (otrora aliados ) para destrozarlos a punta de epítetos y señalamientos. Aquella estratagema mediocre y peligrosa es toda una escuelita instalada de cómo ganar adeptos, favorabilidad y likes a punta de indignación impostada, en esta Cartagena dividida, furiosa y resentida.
A dicha candidata, que descolló hasta hace un par de años en redes sociales, no le conozco una sola propuesta de ciudad. Hace parte de un grupito macabro y malsano que no tiene otra carta política para mostrar que el desprestigio, la injuria, la calumnia, la manipulación discursiva y la sobreactuación de la indignación popular. Mismos ingredientes que llevaron al poder al actual alcalde de la ciudad.
Y es que ese manido discurso ‘anticorrupción’ que tanto pregonan no les queda, pues acuden a las mismas prácticas de la politiquería tradicional que tanto critican. Ejemplo de eso es la misma candidata, postulada a capricho y metida a la fuerza en la lista por el mismo alcalde, quien la ungió en privado pero luego la negó en público para no tener líos con la Procuraduría. Sabrá Mandrake si el impuesto predial que pagué la semana pasada en la Secretaría de Hacienda no habrá ido a parar a tan espuria campaña.
Cartagena se proyecta en sus gobernantes, reflejo de las circunstancias, de la coyuntura. Su naturaleza esquizoide debe tratarse con tacto y responsabilidad, no exacerbando odios ni escarbando resentimientos o apelando a la ira como hacen aquellos, solo para arañar votos. Nuestro tejido social está roto y se restaura desde la sensibilidad; restablecer los lazos de confianza en una ciudad predispuesta y prevenida a que le hagan daño requiere, así les parezca romántico, de amor, cultura, arte, compresión y paciencia, mucha paciencia.
Y no está mal señalar lo que mal se ha hecho. Y si hay que nombrar culpables se hace, pues toca recordarle a la gente quiénes la han dañado. Pero cada protesta debe ir acompañada de una propuesta. Parafraseando al filósofo español Fernando Savater, la indignación debe llevar a alguna solución política y no a la mera complacencia en el descontento.
Descarto de tajo esta política de la indignación impostada permanente, la deshumanización del otro, la distorsión de los hechos, la agresión gratuita para excitar a una tribuna que prefiere pedir sangre y no justicia, que elige que le digan lo que quiere escuchar y no lo que necesita saber.
Ya expuse mi queja. Aquí va mi propuesta: les cambio la política de la indignación y el señalamiento, por la de los argumentos, las ideas y las propuestas. La indignación no puede ser la sustituta del pensamiento. La gente quiere soluciones a sus problemas cotidianos, no un show patético de intrigas y supuestos.
La indignación permanente, esa que nos malgobierna desde el Palacio de la Aduana, es una forma de indiferencia, una renuncia al pensamiento y a la acción, una manera fácil de evadir los problemas.
Cartagena, te invito a pedir respuestas, soluciones inteligentes, propuestas viables e integrales. Acusar de malandrín al barón político de ocasión no le construye el alcantarillado a los amigos de Bayunca, tampoco le soluciona el problema de movilidad a los habitantes de La Carolina, ni evita que asesinen a un cartagenero diariamente. Insisto, no solo es romper las cadenas sino saber qué hacer en libertad.
Tomaré al actual como un gobierno de transición. En el 23 debemos elegir no solo a un(a) gran ejecutor(a) y gestor(a), sino a un gobierno amable pero firme y con carácter que congregue en torno a la gente, al desarrollo y a la inversión social.
Adenda: Ojo con las Alcaldías Locales en Cartagena. Creadas para desconcentrar las labores del Distrito en sus territorios, se han convertido en caja menor de alcaldes menores y ediles. La bochornosa vendetta política que tiene como protagonistas a varios dirigentes políticos de la Localidad 2 debería prender las alarmas en una ciudad que se indigna por todo y por nada.
* Comunicador Social de la Universidad de Cartagena – Consultor en Asuntos de Gobierno y Comunicación Política
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