Por Raúl Paniagua Bedoya *
Una de las inquietudes constantes de casi cualquier turista medio informado y con mayor razón si son extranjeros es por qué la debilidad del turismo en generar mejores impactos socio-económicos en la ciudad, por qué su baja incidencia en transformar condiciones de vida y de empleo y, más recientemente, por qué el atraso casi inconcebible de casi todas las comunidades rurales asentadas en o cerca a grandes recursos turísticos, como sucede con poblaciones como Punta Canoa, Manzanillo del Mar, La Boquilla, Barú, Bocachica, Caño del Oro, Punta Arenas y Tierrabomba, para no seguir mencionando a todas las veredas y corregimientos de la ciudad.
Estas preguntas de los visitantes surgen por dos grandes razones. Una, porque evidencian las condiciones de pobreza, de exclusión y marginalidad de las poblaciones locales o porque indagan sobre los ingresos de quienes tienen algún empleo formal o porque se dan cuenta de que la mayoría de los nativos hacen parte de unas cadenas invisibles de prestadores de servicios turísticos, que están por fuera de los grandes operadores o prestadores de estos bienes y por lo tanto su participación en el negocio es marginal o mínimo. Dos, porque los visitantes se dan cuenta que estas poblaciones están asentadas sobre valiosos recursos naturales y culturales, de gran valor, originalidad y autenticidad, que proporcionan experiencias únicas e irrepetibles.
De estos recursos culturales de orden material o inmueble, muchas de nuestras comunidades poseen bienes de interés cultural aún sin organizar ni proteger, como por ejemplo sobre los antiguos hornos desde los cuales se construyeron los materiales con los que se levantó la ciudad durante casi tres siglos, pero además poseen otra serie de bienes culturales inmateriales de gran valor y sin mayor reconocimiento, como es todo ese conjunto de manifestaciones gastronómicas, musicales, dancísticas, artesanales, entre otros, como por ejemplo todo ese rico conjunto de manifestaciones asociadas con nuestro ethos cultural, como la forma de ser, la expresividad, el descomplique, los peinados, etc.
Como ciudad tenemos que dar un cambio significativo a la forma como se direcciona el turismo desde el sector público, pues no es viable ni ética ni legalmente que los recursos desde el Estado se sigan orientando al fortalecimiento de los que más capacidad tienen, cuando la esencia del gobierno, por lo menos en todas las democracias, es lo contrario: propiciar el apoyo a los más débiles y, en nuestro caso, estos son las poblaciones asentadas sobre recursos turísticos, que sobreviven en precarias condiciones cuando lo podrían hacer en forma más holgada y productiva.
Estimo que en la estructura de la Corporación de Turismo de Cartagena están las bases para su reordenamiento, pues se afirma que uno de sus objetivos es “Propender de Cartagena una ciudad cada vez más competitiva como destino turístico nacional e internacional”. En este aspecto es claro que la competitividad y el fortalecimiento como destino turístico de la ciudad está el ser más incluyente, con mayores impactos en la población local y en especial en abrir el abanico de la oferta que la ciudad posee y que se está limitando al Centro Histórico y a sus playas
De otra parte, encontramos que la misión de Corpoturismo es “liderar la consolidación de Cartagena como una sociedad turística sostenible, a través de la planeación del desarrollo turístico de la ciudad, dentro de un marco de confianza y articulación con los diferentes grupos de interés; gestionando el direccionamiento, la promoción y la competitividad de la actividad turística de la ciudad”. Aquí creo que ha estado el vacío, la falta de dirección y de ejecución que nos tiene en estos momentos en el caos, desorden e inviabilidad de nuestro turismo o por lo menos en la ausencia y exclusión de la población local de los beneficios que nos puede brindar a todos un turismo con una gestión más horizontal, incluyente y pensada en el mediano y largo plazo y con beneficios reales para la gran mayoría de los habitantes de toda la ciudad.
Para pensar en cambios reales se puede pensar en por lo menos tres opciones: una, transformar a Corpoturismo, creando dos entidades, una que puede ser la actual, dejándola como herramienta de promoción y mercadeo, y crear otra entidad que se especialice en la gestión hacia la planeación, el ordenamiento, el control y producción de información para garantizar un desarrollo lo más parecido a lo esperado. La segunda opción es transformar la actual Corpoturismo para que centre su actividad en propiciar un desarrollo del turismo más sostenible, incluyente, equilibrado, con herramientas sólidas de control, seguimiento y evaluación y dejarle al privado las labores de promoción y mercadeo. Una tercera opción puede ser la creación de una Secretaría de Turismo, aprendiendo de lo que hemos hecho y tomando lo mejor de la experiencia de otras ciudades del país y aún del exterior, de tal forma que podamos tener las herramientas adecuadas para transformar en el mediano plazo lo que hoy tenemos de turismo en la ciudad.
Para el reordenamiento de nuestro turismo tendremos que dejar de lado algunos complejos o actitudes ampliamente conocidas por todos, como la exclusión e invisibilización de otros, en especial de quienes no piensan igual a mí. En esta tarea, que no es sencilla, debemos abrir las puertas a todos: a las universidades, que pueden proporcionar información valiosa sobre los recursos turísticos locales, infraestructura, equipamiento básico y de movilidad, demanda y mecanismos de asociatividad dentro de las comunidades. Una tarea esencial que pueden ofrecer las universidades es lo relacionado con la oferta que puede ofrecer cada corregimiento. Obviamente se debe llamar al sector privado, a los organismos de cooperación internacional liderados por la oficina local y con el apoyo de las entidades del orden nacional relacionadas con el turismo, incluyendo aún a las embajadas de naciones con un sólido desarrollo turístico. Unos actores fundamentales que se deben incluir desde el principio son las comunidades locales, y para ello lo que se puede constatar es que hay voluntad y una población con disposición a construir futuro.
El actor determinante de este, que debe ser un proceso de transformación de la ciudad, es sin lugar a dudas la Administración Pública, pero con una actuación de corto plazo esperando resultados a mediano plazo, y allí deben converger no solo Corpoturismo sino además la Secretaria del Interior, la Oficina de Cooperación Internacional de la Alcaldía, la Secretaría de planeación y, de alguna manera, casi todas las dependencias del Distrito.
Uno de los enfoques en esa tarea es el de impulsar y fortalecer el turismo comunitario, ese turismo con base en asociaciones y grupos de base de comunidades locales, con aquellos que conocen muy bien qué tienen para ofrecer al turista y en especial cuáles son las capacidades y potencialidades de su entorno. En unas comunidades se podrán fortalecer actividades de guianza de naturaleza o ecoturismo, en otras el conocimiento del patrimonio material, en algunas incluso el avistamiento de aves y de fauna y flora asociada al manglar, y un largo etcétera que tenemos en nuestra ciudad.
Parte de esa potencialidad de nuestras comunidades locales está ligada con la oferta gastronómica que por nuestra herencia, mestizaje y migraciones puede ofrecer amplias e irrepetibles experiencias al visitante, donde se pueden incorporar, sin grandes esfuerzos, a amplios grupos de cocineras locales bastante reconocidas en su entorno. Por ahora tenemos solo a Bazurto para ofrecer a los visitantes una muestra de nuestra gastronomía, pero en casi todos las veredas y corregimientos se pueden instalar comedores o sitios especializados en la gastronomía local, adobados con la música y las danzas de la región, en un entorno de protección y valoración del entorno y de incorporación de la oferta artesanal.
Asumir el turismo como un propósito de ciudad, buscando su transformación y haciendo viable su incidencia en amplios sectores de la población local, debería ser un objetivo que inicie el gobierno, que con certeza va a tener apoyo y respaldo de todos los sectores, empezando por el Gobierno Nacional. Creo que existen suficientes razones para esperar este viraje en la conducción de nuestro turismo.
* Sociólogo, magister en Desarrollo Social; consultor e investigador en Ciencias Sociales y Turismo; docente universitario