
Por José David Vargas Tuñón *
Otro año ya se ha ido; tantas cosas han pasado; y si algo hemos aprendido es que la Covid-19 sigue con nosotros, por lo tanto nada ha cambiado y seguimos enojados con las mutaciones del virus. Además, para el caso de Cartagena de Indias, sumémosle a los contagios los casos de dengue y los quemados con pólvora y será el coctel perfecto para la desazón.
Estos días de fin de año han estado plagados de alegría y euforia, de grandes celebraciones con buena música y abundante comida y, obviamente, dejando de lado cualquier tipo de bioseguridad para evitar el contagio por la Covid-19. Sin embargo, las fiestas de fin de año no son celebraciones si no hay pólvora; por lo visto, eso es lo que piensa la mayoría de las personas, porque la cifra de quemados sigue en aumento y no hay esperanzas de que se detenga.
Si el afable lector que se toma el trabajo de leer este texto cree que se mencionará la carrera por la Casa de Nariño está muy equivocado, porque cualquier campaña política palidece ante el inconmensurable aumento de las cifras de contagios de la Covid-19 y de quemados con pólvora, lo que demuestra que el colombiano promedio no se ha tomado en serio este tiempo de reflexión sino que lo ha cogido más bien para atiborrarse hasta el cansancio de natillas y buñuelos.
La sociedad colombiana tiene el deber moral de cambiar, de tomarse en serio las cosas que pasan en el país y en el ámbito internacional, de tratar de seguir las reglas que tanto nos enojan pero que son necesarias, de dejar de lado el uso indiscriminado de la pólvora, y de poner su grano de arena para acabar esta pandemia. Para todos esos objetivos tenemos un año más, pero que no pase como aquel que quiere hacer dieta a partir del lunes y se acaba el año y nunca empezó.
Colombianos, son indignantes las imágenes que se muestran en la televisión sobre las fiestas de fin de año: calles atiborradas, gente sin temor a la pandemia en la que estamos, mientras que todavía el sistema de salud está al borde del colapso. En el caso de Cartagena, por ejemplo, unos niños consumiendo alcohol. En otras ciudades del país se ve el uso indiscriminado de pólvora; la cantidad de niños, adolescentes y adultos quemados, situaciones que de verdad ponen la piel de gallina al ver la total desinhibición de un sociedad como la nuestra ante estímulos tan banales.
Todavía viviremos un año más, o bueno, eso se supone, todo puede pasar; pero de verdad tengo dos deseos para este 2022: que como personas tomemos conciencia de la pandemia en la que estamos, ya que, de no hacerlo, lo más probable es que nos encierren de nuevo; y que en estos últimos días de celebración no se utilice pólvora; que la única quemadura sea en los labios, causada por el chocolate caliente.
* Estudiante de Derecho de la Universidad Libre


