
Por Carlos Ardila González *
En días previos a la reapertura del Puente Las Palmas y, sobre todo, el pasado 23 de diciembre, cuando la Administración autorizó la circulación de vehículos livianos en el sentido Manga – Pie del Cerro, en las redes sociales, los tradicionales corrillos y los foros de los medios de comunicación llovieron críticas por las obras que para el ciudadano del común eran -por lo visto – una auténtica chambonada.
Para los expertos, sin embargo, son mucho más que eso. De acuerdo con el ingeniero Alfredo Pineda Corena, el hecho de que no hubiese un aislamiento entre la estructura metálica y la placa del puente es sumamente grave, como lo es -igualmente – que no se hubiera realizado el debido tratamiento anticorrosivo previo a las estructuras metálicas. Además, para el expresidente de la Sociedad de Ingenieros y Arquitectos de Bolívar -Siabol-, que no exista un anclaje o conexión entre la estructura metálica y las vigas de concreto, entre otros hechos que podrían causar, en cualquier momento, un colapso de la infraestructura, es sumamente inquietante.
Por su parte, para el ingeniero estructural Jorge Rocha Rodríguez, las obras no cumplen las correspondientes normas, ya que la estructura metálica «está montada sobre los mismos apoyos que se encuentran deteriorados«.
En declaraciones a El Universal, el experto advirtió que «montaron unas vigas metálicas encima y el puente va a entrar en vibración por ser metálico, tampoco utilizaron bandas de neopreno para controlar esos movimientos. Eso entrará en vibración, y en cuanto eso ocurra, habrá que volverlo a inhabilitar”.
Con el fin de constatar que no se estuviera exagerando, este reportero recorrió a pie, palmo a palmo, el Puente Las Palmas, con el fin de observar los detalles de las obras que se cuestionan, y su conclusión es que podría haber una palabra diferente a ‘chambonada‘ para calificar lo que a simple vista se aprecia. Tal vez chapucería, adefesio, mamarracho…

El secretario de Infraestructura, Luis Villadiego Cárcamo, argumenta que ello es debido a que la obra, contratada con la empresa bogotana ‘2C Consultoría y Construcciones SAS‘ por más de $236 millones, tiene el carácter de provisional y no de definitiva.
Otras voces respaldan su justificación e, incluso, defienden cómo quedó el puente en términos estéticos. «Lo que sucede es que el doctor Villadiego es un artista, y como tal tiene una concepción postmoderna, vanguardista, de lo que es el arte en general y, por lo visto, también las obras sometidas a su supervisión», expresó -al parecer más en broma que en serio – un arquitecto que pidió reserva de su nombre; «por eso es que hoy se construyen vías más altas que los andenes, por ejemplo; eso no es un error técnico; es, creo yo, el resultado de la misma sensibilidad artística que llevó a decenas de pintores y escultores a elaborar obras de arte que tirios y troyanos, en su momento, no entendieron«.
«Fíjese«, pidió, «cómo otros artistas han elaborado versiones modernas de la Mona Lisa o de Ecce Homo, por ejemplo«.

«A los artistas, como a los funcionarios disruptivos, lo que hay es que comprenderlos«, concluyó.
* Director de Revista Metro


