
Por Álvaro González Álvarez *
En días pasados veía una declaración de Abelardo de la Espriella acerca de Cartagena de Indias (ver video aquí). Su descripción refleja lo que muchos hemos venido diciendo hace tiempo ya. Aparte de que me da pena estar de acuerdo con este desagradable personaje y del uso de su comparación con las mujeres feas como si eso fuera algo malo per se (usar los rasgos físicos de alguien para hacer bromas o comparaciones siempre será de mal gusto, así sea de manera generalizada), hay que reconocer que acertó en todo lo que dijo.

Siempre supe que saldría de Cartagena más temprano que tarde. Nunca fue mi plan de vida vivir ahí. Sin embargo y contrario a mi sentir, conozco un sinnúmero de paisanos que, a pesar de estar físicamente en otro lado, sus almas deambulan por cada rincón de esa ciudad de sus amores a orillas del mar Caribe. Ellos sienten nostalgia. Yo, lástima. Irónica y paradójicamente, he contribuido más que muchos de ellos a que se visibilice y mejore parte de las cosas que harán que mis amigos nostálgicos se den un golpe de cruda realidad el día que se de su tan anhelado regreso.
Es diciembre, época de reflexión en preparación para un nuevo año que siempre se asocia con cambios positivos. Imposible no dejar de pensar en lo que le depara a la ciudad. Muchos cartageneros que vivimos en el exterior no votamos por William Dau por obvias razones de logística y domicilio. A pesar de esto y de que no tenía plan de gobierno, decidimos darle el beneficio de la duda y depositamos un voto de confianza; al punto que, al inicio de su mandato, defendimos algunas de sus posiciones y postulados.
A medida que iban pasando los meses se hacía más evidente su inexperiencia e incompetencia, sumadas a aquellas de los que lo rodean; algunos de ellos pertenecientes a administraciones pasadas catalogadas por Dau como malandrinas. De su equipo de trabajo conocimos que las mismas prácticas non sanctas del pasado seguían instauradas en el Palacio de la Aduana; pero ahora con la anuencia de quien se autorrotulaba como el paladín de la anticorrupción, quien, como figura divina, exculpa de todo pecado a aquel bajo su ala. Lo que nos vendieron como la rotura de las cadenas terminó siendo, en dos años, una verdadera alegoría a la desidia, la chabacanería y la mediocridad.
Los hechos están ahí y no pueden esconderse. La luna de miel parece haber acabado. Tanto era el embrujo de Dau que incluso medios y entes como La Contratopedia Caribe y Funcicar andaban sospechosamente callados o, al menos, no tan punzantes como acostumbran. Hoy la situación es tan insostenible que El Universal, el medio más leído de la ciudad y que generalmente está siempre del lado de todas las administraciones, ya está sacando editoriales y columnas de opinión criticando duramente al díscolo alcalde.
Ayer me pasó algo que no solo precipitó terminar esta columna, sino que afianzó mi percepción de esta administración respecto a que varios de los titulares y/o mandos medios de las diferentes entidades parecieran improvisadores de tiempo completo, con una agenda llena de actividades tendientes a apagar los incendios del día a día. En agosto de este año, y con la ayuda de la Fundación Cartagena al 100%, enviamos una carta invitando a las Secretarías de Planeación e Infraestructura, Edurbe, EPA-Cartagena y al Departamento de Valorización en donde los convidábamos a tener una discusión técnica acerca del Plan Maestro de Drenajes Pluviales -PMDP – (leer carta aquí).
De todas las entidades contactadas, la única que respondió fue Valorización. El 2 de diciembre de 2021, Valorización envía un correo electrónico con una invitación para reunirnos el 14 de diciembre a las 3:00 PM en sus instalaciones (leer invitación aquí). Ese mismo día respondo acusando recibo de la invitación y solicitando un enlace para poder participar virtualmente, dado que vivo en el exterior. Asimismo, les pregunté que si tenían algunos temas específicos a tratar que fueran relevantes para ellos en el contexto de su rol en el Plan de Desarrollo Cartagena 2020-2023 (hacer click aquí, págs. 80 y 113). En vista de que no recibo respuesta alguna, el 6 de diciembre vuelvo a enviar otro correo electrónico insistiendo sobre el envío del enlace para asistir virtualmente y proponiendo una agenda de cinco puntos. Nunca hubo respuesta a mis correos.

Llega el 14 de diciembre y, por cosas fortuitas del destino, el Dr. Mauricio Herrera Piñeres estaba de paso por Cartagena y tuvo la oportunidad de ir a las oficinas de Valorización. Al llegar, le informan a quemarropa que la reunión se había cancelado. Las otras entidades invitadas no se presentaron. Por su parte, la directora de la Fundación Cartagena al 100%, Liliana Urrego, arriba luego de que el Dr. Herrera se había ido, así que no tuvieron la oportunidad de verse. Desde Nueva York, yo seguía expectante del desenlace de lo que siempre pareció la crónica de una muerte anunciada. Liliana logra subir a la oficina del subdirector técnico de Valorización, Jonathan Yepes Tavera. Estando ahí me llamó y me puso al teléfono con el señor Yepes, quien ni siquiera se disculpó. Sin ocultar mi molestia, lo increpé acerca de toda la informalidad alrededor de esta reunión. Acto seguido me dice que él no había entendido mi primer correo, a lo que respondo que (yo) pensaba que él tendría algunas dudas derivadas de su revisión de dichos diseños, dado que el Plan de Desarrollo Cartagena 2020-2023 afirma que Valorización hará unas inversiones tanto en nuevos diseños de algunos canales faltantes como en construcción de aquellos ya diseñados en el PMDP contratado por Edurbe en el 2017. Yepes Tavera apunta que aparte de los cambios necesarios para cumplir con los requerimientos de la Resolución 0661 de 2019 de MinVivienda, ellos (Valorización) no han revisado nada. Le digo que de lo que le hablaba no era nada relacionado con la resolución; y de paso le pregunto que si ellos no saben que esos diseños contratados por Edurbe (y realizados por la Universidad de Cartagena) tienen varias falencias, entre esas su componente hidrológico-hidráulico. Me contesta que no están enterados de eso.
En ese momento me di cuenta que estaba perdiendo mi tiempo. A pesar del impase, Liliana medió para que se propiciara otra reunión ‘menos formal’ entre el señor Yepes y yo. Dubitativo, propuse que fuera virtualmente el 15 de diciembre a las 5:15 PM. Me despedí inmediatamente.
Algo en mi interior me decía que no era buena idea esa nueva reunión luego de pasar por esa experiencia. Camino a casa, decido llamar al señor Yepes con el fin de no solo evaluar si tenía idea de la relevancia del tema y su impacto en la gestión de Valorización, sino también de confirmar su interés. Afortunadamente, el señor Yepes no contestó ni tampoco devolvió la llamada. Luego de esto, le comuniqué a Liliana Urrego que le informara al señor Yepes que no estaba interesado en reunirme con él.

Mientras escribía estas líneas recordaba la sensación que me quedó durante la conversación con el señor Yepes: él parecía convencido de que estaba haciéndome un favor al permitirme hablar con Valorización acerca del PMDP. Casi como una epifanía, entendí que no era conveniente seguir insistiéndole a esta administración para que se den cuenta del error que cometen. Creo que hago mucho más informándole a la ciudadanía a través de mis denuncias.
Triste decirlo, pero es así.
Quisiera cerrar esta columna diciendo que la Administración Dau está aún a tiempo de cambiar el rumbo, pero eso está trillado. No veo disposición ni idoneidad para ello. Lo peor es que el panorama se vislumbra incierto en las próximas elecciones con la presencia de algunos personajes que por sus declaraciones en redes sociales se infiere que se postularán a la Alcaldía y al Concejo. Como le oí a alguien alguna vez en Cartagena: «eso es lo que hay. Tristemente, eso es lo que da la tierrita».
* Doctor (Ph.D.) en Recursos Hídricos e Ingeniería Ambiental. Con licencia de Ingeniero Profesional (P.E.) en el Estado de Nueva York. Ingeniero consultor senior, investigador y docente en EE.UU. en el área de la hidrología, hidráulica, sistemas de conducción y bombeo de agua potable y residual, y sistemas de tratamiento de agua potable y residual.


