En medio de las voces en pro y en contra que se vienen alzando por la intervención no autorizada dispuesta por las directivas del Club de Pesca al complejo amurallado del Fuerte de San Sebastián del Pastelillo, el alcalde de Cartagena, William Dau Chamat, tomó la decisión más drástica posible por el «error cometido«, como eufemísticamente han bautizado varios actores lo que otros han calificado como un verdadero «crimen» contra uno de los bienes patrimoniales más valiosos que posee la Ciudad Heroica.
De acuerdo con lo que este portal pudo establecer, el mandatario de los cartageneros, tras enterarse de los pormenores del hecho, tomó la determinación de solicitar a la ministra de Cultura, Angélica Mayolo Obregón, disponer lo pertinente para revocar el comodato que el Club de Pesca tiene sobre el Fuerte de Pastelillo.
Entre críticos y defensores
Como se sabe, una vez comenzaron a circular por las redes sociales decenas de fotografías que daban cuenta de cómo el lienzo de murallas del Fuerte de San Sebastián del Pastelillo, una emblemática fortaleza militar construida en la época de la colonia, estaba siendo pintado de blanco y beige, en diversos sectores se alzaron voces indignadas por lo que se calificó inicialmente como un atentado contra Cartagena y sus bienes patrimoniales de interés cultural.
Pasarían pocas horas para que el Ministerio de Cultura, por intermedio de la Dirección de Patrimonio y Memoria, ordenara la suspensión inmediata de la inopinada intervención, y para que -poco después – el Instituto de Patrimonio y Cultura de Cartagena -IPCC – sellara las respectivas obras.
Y pocos días para que, tras una visita de inspección realizada por expertos, la ministra manifestara que «definitivamente, existe una afectación al patrimonio cultural nacional de las murallas«, y que, tras reunirse con las directivas del Club de Pesca, anunciara que esta semana comenzaría un proceso de restauración que sí cumpla con los requerimientos técnicos y científicos sugeridos por los expertos (leer ‘«Sí existe una afectación al patrimonio cultural nacional de las murallas»: ministra de Cultura‘).
Pero pasaría mucho menos tiempo para que, desde distintas ‘garitas virtuales’, se elevaran voces en defensa de la actuación del Club de Pesca.
Luego de que la gerente del Club, Ileana Stevenson, asegurara que “no es cierto que se esté pretendiendo cambiar el color original del Fuerte«; que se trataba era de un mantenimiento para preservar las murallas; y que lo importante es que «todo iba a quedar exactamente igual a como estaba«, el arquitecto restaurador Jaime Correa Vélez señaló que la polémica se había alimentado de la desinformación en las redes sociales, pero que, en su concepto, no hubo tal “‘atentado al patrimonio‘ sino una restauración monumental realizada con rigor científico con asesoría de un reconocido restaurador como Alberto Samudio«, como informó El Universal.
Pero el también arquitecto restaurador y especialista en la conservación del patrimonio histórico, Alberto Samudio Trallero, conceptuó algo distinto. En su criterio, «el Club de Pesca, con muy buena intención, sin duda, quiso eliminar la costra negra o bio-film causado por los hongos, pero utilizó un material sintético, inadecuado para estos casos que, por esa razón y por fortuna, no se ha adherido bien a la superficie vieja y por tanto se podrá retirar con cuidado de no dañar esa superficie”, como declaró igualmente al diario local.
Otro experto en restauración de bienes patrimoniales que también cuestionó la intervención del Fuerte del Pastelillo tal como fue realizada fue el arquitecto boliviano Ronald Terán Nava, quien, en declaraciones a la periodista y profesional del turismo Rosario Ortiz Conde, manifestó que «se trató de un crimen«.
En concepto del especialista, «en ningún caso se debe pintar un monumento patrimonial pétreo», ya que para atacar hongos, líquenes, helechos y similares hay tratamientos especializados, por lo cual «lo que han hecho es un crimen al patrimonio«.
Y sobre la solución inmediata dispuesta por el Club de Pesca, de retirar la pintura «con un sistema abrasivo«, con agua a presión y espátulas, conceptuó que ello fue «un remedio peor que la enfermedad«.
Pero otros expertos en la materia, como la abogada e historiadora Adelina Covo, reiteraron su apoyo a la intervención realizada por el Club de Pesca, con el argumento de que así se hacía en épocas pretéritas.
«Esas construcciones que vemos hoy con la piedra expuesta en sus orígenes contaban con un sistema de protección» consistente en «un pañete, que era una argamasa o mezcla de cal, arena y agua. Técnicamente los arquitectos restauradores a ese pañete lo llaman la piel de las murallas«.
¿Argamasa de cal, arena y agua; vinilo o pintura acrílica?
Todo indica, sin embargo, que si, «definitivamente, existe una afectación al patrimonio cultural nacional de las murallas«, como manifestó la ministra de Cultura, es porque no se trató de «una argamasa o mezcla de cal, arena y agua», como recomiendan los expertos.
Y es claro que, además, se omitió el deber de obtener el debido permiso del Ministerio de Cultura.