
Por Carlos Ardila González *
Ayer, el reconocido patólogo Álex Tejada Núñez, tras no poder viajar a Barranquilla a atender asuntos profesionales, como consecuencia de un bloqueo en la Vía al Mar realizado por la comunidad de Bayunca y Pontezuela por la renuencia del Distrito a contratar las obras del alcantarillado de los dos corregimientos, grabó un video-mensaje que envió a sus contactos de WhatsApp.
Sin alterarse, pero visiblemente molesto, el director y propietario de la Unidad de Patología Clínica que lleva su propio nombre se refirió a su situación pero, agregó, «independientemente de eso, nosotros tenemos que reaccionar. Esta ciudad está sin autoridad. Aquí no se vale si hubo unos malos, y unos buenos (…). Cuando alguien entra a administrar una empresa (…)» o «una ciudad, tiene que dar resultados. Y pa’ eso se pone un gerente de ciudad. Para que muestre resultados (…). Aquí no hay excusas de ningún tipo. Si nosotros no despertamos la ciudad se nos va a volver un caos. No podemos seguir permitiendo esto (…). Si no nos ponemos las pilas, la ciudad se nos va a salir de las manos (…). Por favor, reaccionemos«.
A pocos días de las pasadas elecciones, el empresario y entonces candidato a la Alcaldía, Nabil Báladi Gedeón, tras asegurar que conocía muy bien a Dau Chamat, manifestó en declaraciones a varios medios de comunicación que votar por este sería una locura. En su concepto, Dau no sabe de administración pública absolutamente nada y su obsesión es, según él, meter preso a unos corruptos, pero ni siquiera conoce a la ciudad ni a su gente.
Al día siguiente de las elecciones en las que Dau resultó ganador, el periodista Juan Diego Perdomo publicó en este portal una columna en la cual, tras citar dos frases sobre el suceso, advirtió que «ganó la democracia y la voluntad popular se respeta. Las mayorías indignadas eligieron, pero ahora viene lo bueno: gobernar una ciudad con las complejidades de Cartagena, que no es lo mismo que indignar en las redes sociales desde la comodidad de un oficina» (leer ‘Cartagena saltó al vacío‘).
Ese mismo día, un empresario que pidió reserva de su nombre, tras asegurar que, como Báladi, conocía muy bien al nuevo alcalde, se mostró de acuerdo con que la ciudad había cometido un grave error. «Estoy de acuerdo con sus dos propósitos: combatir la corrupción y disminuir los índices de pobreza«, manifestó, «pero administrar una ciudad es mucho más que eso, y no tengo dudas de que William no tiene las competencias para ello; no tiene la experiencia, ni los conocimientos y, más grave aún, no conoce ni a ciudad ni a sus dirigentes. Pero démosle un compás de espera, a ver qué pasa«.
Y el compás de espera, por lo visto, duró 19 meses. Hoy, tras más de año y medio de la posesión de Dau, varios actores que consideraron que criticar las evidentes falencias del Ejecutivo distrital «era brindar oxígeno a los malandrines«, como decían (y por ello era mejor guardar silencio ante las inquietantes «primiparadas» de los funcionarios distritales), decidieron -por fin – expresar lo que piensan.
Y lo que piensan es que la ciudad está insegura, descuadernada, sin autoridad, sin Dios ni Ley; con su malla vial totalmente deteriorada; y con un tejido social absolutamente fracturado, con sus principales actores aislados, sin posibilidades mediatas ni inmediatas de trabajar conjuntamente por sus causas comunes, por física desconfianza; y todo ello comienza a expresarse ya -por fin – en voz alta.
Y un ejemplo de ello es el angustioso S.O.S. lanzado por el Doctor Álex Tejada, pero también columnas como la más reciente del editor de El Universal, Javier Ramos Zambrano (leer ‘¿Cuándo?‘), o editoriales como los titulados ‘Escuchar a los gobernados‘ y ‘El alcantarillado de Bayunca‘, también del influyente diario cartagenero (hacer click).
* Director de Revista Metro
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