
Por Danilo Contreras Guzmán *
Mucho se ha hablado de la candidatura presidencial en ciernes de Marta Lucía Ramírez. En ese trance, que suele ser dramático, la precandidata, infortunadamente, se ha empecinado en convertir a Cartagena en la destinataria de imaginativas y en consecuencia, poco rigurosas soluciones.
Todo indica que la vicepresidenta encuentra en La Heroica un terreno fértil para que sus propuestas electorales sean aceptadas sin vacilación por parte de un buen segmento ciudadano, quizás considerando la gran debilidad del ideario de los líderes y autoridades locales.
La última promesa de ‘pre-campaña’ realizada por la doctora Ramírez ha sido replicada en las principales páginas del diario El Universal y alude a la activación de un plan para formalizar vendedores estacionarios.
“Tenemos un gran compromiso de apoyar a todas estas personas para hacer un tránsito definitivo hacia la formalidad desde distintas acciones y estrategias: capacitaciones a través del Sena y la Universidad Minuto de Dios; lograr que cuenten con un registro simplificado a través de la Cámara de Comercio; apoyo a través de las micro finanzas, y articulación para que puedan organizarse como cooperativas bien organizadas y así tengan un mejor nivel de vida”, declaró la dignataria; y agrego que “se firmó un acuerdo con la Alcaldía para habilitar más espacio público y aumentar las calles peatonalizadas en la ciudad, con el fin de instalar kioskos donde se puedan desarrollar ventas de forma organizada”. ¡Que maravilla! No sabía que el cambio del uso del suelo se acordara entre alcalde y la vicepresidenta en vez de concertarse el ordenamiento territorial con las comunidades y el Concejo.
Al parecer la estrategia le funciona a la vicepresidenta si se considera que un buen amigo replica en su muro de Facebook la nota de prensa referida, tal vez con ingenua esperanza, señalando la feliz coincidencia de que tan alta funcionaria coincida con la Administración local en el propósito de “salvar” la ciudad y en especial a sus comerciantes callejeros.
Al leer la cándida alusión que mi buen amigo hacía de los anuncios de “formalización” definitiva de los “informales” de la mano benefactora de Ramírez y Dau, no pude evitar el odioso papel de pronosticar el fracaso de esa política que será flor de un día. Intentaré explicar.
Lo primero es que el anuncio vicepresidencial desconoce la existencia de una política pública con relación a la reconversión económica de comerciantes populares, contenida en el Acuerdo 040 de 2006 emanado del Concejo Distrital. Y no solo la desconoce sino que la desmejora, pese a que esta fue aplicada de manera incompleta y sin compromiso serio. Hay que decir que esa política tuvo algunos aciertos.
Digo que la propuesta vicepresidencial desmejora el contenido del Acuerdo 040 de 2006 pues deja de lado la posibilidad de la entrega de capitales semilla a los comerciantes que desocupen el espacio público, recursos no reembolsables que oscilaban entre 5 y 15 salarios mínimos legales, que resultaban claves para que el comerciante popular pudiera reiniciar su actividad en espacios privados, sin obstaculizar el uso común de calles y aceras.
Pese a los tropiezos y críticas que rodearon la entrega de capitales semilla, es evidente que sin esa herramienta legal hubiese sido prácticamente imposible la construcción de la troncal de Transcaribe liberando la Avenida Venezuela, el Solo Bus o el parque de la Bomba del Amparo.
Se dice que muchos beneficiarios regresaron al espacio público, sin embargo ese porcentaje que nadie ha acreditado podría ser muy bajo si hacemos una comparación de lo que eran las calles y aceras referidas con lo que son hoy. Antes, la Avenida Venezuela, el Solo Bus o la Bomba del Amparo eran verdaderos campamentos en los que literalmente vivían y hacían sus necesidades cientos de familias, en contraste con la regularización de la movilidad ciudadana en esos sectores hoy en día.
La propuesta de Ramírez parece desechar además la opción de relocalización de comerciantes estacionarios en mercados sectoriales o centros comerciales populares. No podemos olvidar que esa política dejó como saldo positivo el Centro Comercial Nueva Colombia en donde se reubicaron a unos 200 comerciantes populares que se han mantenido fieles a los compromisos, pese a que el Distrito los abandonó a su suerte y no les ha provisto siquiera de un aire acondicionado central.
La solución de centros comerciales populares que busca generar escenarios adecuados para la economía popular es una salida idónea que tiene buenos precedentes en experiencias de otras ciudades en Colombia y en Guayaquil, Ecuador, cuyo exitoso proceso de “Regeneración Urbana” fue conocido por concejales y funcionarios hace más de una década.
La posibilidad de entrega de capitales semilla o de construcción de centros comerciales populares parece sustituida por los recurrentes programas de micro finanzas y bancarización que han demostrado un estruendoso fracaso conforme lo acreditan las iniciativas que al respecto ha implementado el PES. La bancarización es deseable luego de un proceso de fortalecimiento de un programa que ofrezca capital de “plante”, escenarios para el comercio popular, encadenamientos con la economía estructurada y acceso a la ciencia, la innovación y la tecnología, que es conocimiento pertinente para los nuevos empresarios.
El otro indicador que me hace prever que el programa vicepresidencial es una mera promesa de campaña es que no hay institucionalidad que respalde la política. Uno de los últimos estadistas del país, Carlos Lleras Restrepo, solía decir que si se quiere una política pública, había que crearle un Ministerio. En Cartagena la política de reconversión económica carece de respaldo institucional y los temas de formalización han ido de tumbo en tumbo, desde la Gerencia de Espacio Público al despacho del alcalde, pasando por la Escuela de Gobierno o por la Secretaría General (¿?¿?). En Bogotá, el IPES (Instituto para la Economía Social) respalda este tipo de programas con un presupuesto robusto.
Finalmente, decir que el pronóstico poco optimista sobre el buen suceso de las promesas de campaña de la vice encuentra sustento en el hecho de que el Plan de Desarrollo NO tiene metas ni programas concretos que avalen las quimeras propuestas. El alcalde, que en campaña confesó carecer de programa y de ideología, sigue siendo un vil juguete de las pasiones de los verdaderos dueños del poder.
* Abogado y especialista en Derecho Administrativo y Maestría en Derecho con énfasis en Derecho Público.
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