
Por Rafael Castillo Torres *
El pasado martes, 16 de febrero, se dio inicio, en la comunidad de Calamar, al año de preparación espiritual y pastoral que nos introduce en la celebración de los 25 años de presencia misionera de las Hermanas Oblatas Catequistas Pequeñas Siervas de los Pobres, originarias de Benín, Africa. Año jubilar que celebraremos en el 2.022.
Esta apertura del año preparatorio tuvo tres momentos: El encuentro de los Sacerdotes de la zona 9 de Pastoral de los Montes de María; el conversatorio sobre la necesidad y pertinencia de un Banco de Alimentos en las subregiones del Canal del Dique y Montes de María, conversatorio en el que participaron la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO por sus siglas en inglés), la Universidad del Sinú, el Programa de Desarrollo y Paz -PDP – del Canal del Dique, los padres de la parroquia y las hermanas. Al final de la tarde tuvimos la Celebración Eucarística con la participación de siete sacerdotes, las hermanas de Calamar y Barranquilla; la hermana delegada para Colombia, las autoridades municipales de Calamar, así como un gran concurso de fieles de la Parroquia de la Inmaculada Concepción.
Las primeras hermanas en llegar a la Iglesia de Cartagena y concretamente a la comunidad de Calamar aquel 16 de febrero de 1997 fueron: Sor Emilienne Voudounnou; Sor Agathe Aholoukpe; Sor Marie – Rose Kpodanhoue y Sor Adéliaíde Yolande Ahossi, quienes fueron acogidas por el padre Pedro Arrieta, para entonces cura párroco de Calamar. Las hermanas llegaron con el mandato que recibieron del Cardenal Gantín en la ceremonia de envío a la misión: “Para realizar esta nueva evangelización, de cara al tercer milenio, van ustedes ahora a la Iglesia local de Cartagena de Indias, donde, precisamente, hermanos nuestros originarios de África les esperan para ser evangelizados, juntamente con los demás habitantes de aquel territorio, en el que San Pedro Claver, esclavo de Cristo, se dedicó a sanar heridas de los cuerpos y de las almas de los primeros africanos que allí llegaron desde nuestras tierras del golfo de Dahomey”.
Como Pequeñas Siervas de los Pobres, las hermanas llegaron con una gran conciencia de que Jesús no necesita de poderosos que protejan la misión de sus discípulos porque, sencillamente, el poder no transforma ni cambia corazones. El poder es por naturaleza autoritarismo impositivo. Por ello todo su trabajo lo van a orientar hacia los niños y los jóvenes bien catequizados y formados, hacia los ancianos y la familia; los necesitados y enfermos y hacia la comunidad parroquial y las gentes de Calamar, fomentando el buen espíritu y las buenas relaciones.
De resaltar, en la evaluación de la presencia misionera de las hermanas, los testimonios que nos hablaron de la formación catequética impartida por ellas en la familia, en la parroquia y la escuela. Formación hecha con un lenguaje que todos entienden y que atrae, que no es simple aprendizaje de una doctrina sino experiencia personal de Dios y de la Iglesia.
Acompañemos con la oración y el cariño esta presencia misionera venida de muy lejos para el servicio de los más pobres de nuestra Iglesia Arquidiocesana. Las hermanas tienen obras muy interesantes que merecen el apoyo de muchos. Ellas viven con simplicidad y austeridad. No sin razón alguien ayer nos dijo que su presencia era el evangelio en las calles de Calamar. Otro añadió: “ellas han sido la mejor noticia para este Pueblo en sus últimos 25 años”. Les comparto la oración que prepara su año jubilar. Creo que es la mejor manera de acompañarlas:
«Bendito sea Dios y Padre de Nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido con toda clase de bendiciones espirituales, en los cielos, y en la tierra«. Él nos eligió para ser santos e inmaculados en su presencia.
Bendito seas, Señor, porque para cultivar la santidad llamas a algunas personas a la vida consagrada viviendo en forma radical el seguimiento a Cristo como los apóstoles y los primeros discípulos.
Bendito seas, Señor, porque en tu Providencia has hecho surgir la comunidad de las Hermanas Oblatas Catequistas Pequeñas Siervas de los Pobres, llevando el Evangelio a los continentes de Europa, África y América, realizando una Iglesia en salida para formar discípulos y misioneros de Jesús.
Te damos gracias por la obra que tú has realizado durante veinticinco años en Colombia mediante el testimonio y el servicio de nuestras Hermanas Oblatas hacia los más pobres.
Que la Virgen María, modelo de toda vocación y servicio, San José y la intercesión de los santos, especialmente la de Santa Teresita del niño Jesús les asista en la preparación a su Jubileo y las fortalezca en su misión y les concedas más vocaciones. Amén
* Sacerdote de la Arquidiócesis de Cartagena
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