
Por Rafael Vergara Navarro *
Este 2021 de renovación de metas especialmente en lo ambiental, exige que a nueve años del 2030 aumente la ambición de frenar la deforestación y pérdida de biodiversidad, y que en cumplimiento de los pactos internacionales se revitalice la conducta estatal y social para enfrentar con eficiencia el cambio climático.
El profesor de la Universidad de los los Andes, Germán Andrade, en su columna de El Espectador que comentaré en parte, afirma que en el Plan de Desarrollo la biodiversidad es un activo estratégico, razón por la que hay que “detener su pérdida y modificar la trayectoria del cambio climático, lo que es un proyecto de nación y motivo de un acuerdo político por los fundamentos de la sostenibilidad”.
Y comparto a plenitud que garantizar que se preserve la biodiversidad exige “repolitizar la naturaleza como activo de la Nación” y para recuperar la confianza perdida luego del criticado nombramiento en Parques Nacionales se den certezas con “la creación de una comisión nacional que, a instancias del Consejo Nacional Ambiental, impida decisiones que arriesguen el equilibrio macroecológico”. Igualmente nos sumamos a su llamado para que a instancias del Ministerio de Ambiente, se institucionalice “un consejo nacional de áreas naturales protegidas como órgano directivo plural, que oriente y reciba cuentas sobre la enorme agenda de conservación”.
Pide, y lo compartimos, que en el Sistema de Áreas Protegidas se incluyan los resguardos indígenas y territorios colectivos de comunidades negras, el 45% del territorio, de por sí una meta mayor a la propuesta del 30%. “Y que se desarrollen aspectos institucionales para las áreas protegidas marinas”, como es el caso del arrecife de Varadero.
El profesor Andrade nos recuerda que nuestros humedales como la Ciénaga de la Virgen y otros menores, hacen parte de hasta un 30% del territorio nacional y tiene razón al solicitar la reactivación de la política Nacional de Humedales Interiores, a la luz de los Objetivos de Desarrollo Sostenible -ODS – y del Plan de Desarrollo, es decir que se tengan en cuenta también los valores humanos de los pobladores de la Colombia anfibia.
Estamos hablando de los ODS integrados (ONU 2015) donde como país nos comprometimos a acelerar el progreso para “traer al mundo varios ceros que cambien la vida: pobreza 0, hambre 0, sida 0, discriminación 0”, y que como lo afirma el PNUD, lograr los 17 objetivos requiere la colaboración de gobiernos, sector privado, sociedad civil y ciudadanos en general.
Entramos en fase de luchas y conflictos electorales y ante los compromisos vale un acuerdo sobre lo fundamental, que ninguno de los que ambicionan poder ignoren los compromisos de sobrevivencia firmados y sobre todo el reciente de Duque de disminuir en un 51% la emisión de gases de invernadero.
Alerto: no se ven los cambios en el horizonte cercano.
* Abogado, ambientalista, gestor de Paz y director del Ecobloque
.

