
Por Juan Francisco Conrado Ovalle *
A raíz de los últimos resultados desastrosos de la selección Colombia de fútbol en las eliminatorias para el mundial de Qatar 2022, ante Uruguay en Barranquilla y en Quito ante Ecuador, han aflorado las críticas sobre la actuación del onceno dirigido por Queiroz y sus integrantes, dada la pasión que genera el equipo en cada una de sus actuaciones.
No vamos a profundizar en la parte futbolística de las dos últimas presentaciones de nuestra selección. Ante lo acontecido, es pertinente analizar otros aspectos que por lo general pasan desapercibidos, pero que en el fondo son factores determinantes que terminan por minar la esencia de los juegos de conjunto, donde debe primar el rendimiento y resultado colectivo por encima de los logros individuales, que si bien son importantes, deben quedar relegados a un segundo plano, en consideración a los objetivos principales a lograr.
Al examinar el accionar de los jugadores observamos un colectivo que dista mucho de ser un equipo, entendiendo, como tal, la unidad e identificación de todos los integrantes del mismo que con su accionar y desempeño se orientan al logro de unos propósitos claramente definidos. En ese orden de ideas, señalamos a directivos, cuerpos técnicos, jugadores y auxiliares, quienes deben establecer un feed-back interno y con actores externos como los aficionados, patrocinadores, periodistas, entre otros, construyendo un relacionamiento donde cada uno asuma su rol responsablemente.
Para lograr el objetivo principal de asistir al mundial en Qatar 2022 es pertinente asumir una actitud colaborativa, que conduzca al trabajo conjunto donde impere la unidad. Por los resultados adversos en lo futbolístico, podemos deducir que algo fundamental está deteriorado para el funcionamiento del colectivo como equipo: la confianza.
En ese orden de ideas encontramos cómo la confianza, y la pérdida de esta, se convierte en un factor importante para el trabajo de los equipos de alto rendimiento. Esto lo apreciamos no solo en lo deportivo; también lo vemos a nivel empresarial, tanto en el sector público como privado.
Centrándonos en el aspecto deportivo a nivel de la selección de fútbol participante en las eliminatorias al próximo mundial, encontramos que el factor confianza se percibe de manera diferente de acuerdo al rol de los actores. En ese orden de ideas, encontramos a directivos de la Federación en quienes la afición ha venido perdiendo confianza al encontrárseles actualmente incursos en investigaciones por la reventa de boletas en las anteriores eliminatorias, además de las pugnas internas, todo lo cual les resta autoridad para orientar, dirigir y forjar credibilidad ante los demás miembros del equipo, cuando debieran ser generadores de tranquilidad y respeto.
También se aprecia pérdida de confianza individual por parte de los jugadores, lo cual se exterioriza en la inseguridad al actuar, lo cual conduce a cometer errores que en otras circunstancias muy seguramente no serían posibles, generándose recriminaciones mutuas en busca de culpables por no lograr los resultados esperados.
Pérdida de confianza en el sistema, dado que los protagonistas en el terreno de juego no encuentran identificación entre lo planteado y los logros a conquistar, al sentir que no se potencializan las virtudes o habilidades individuales al servicio del combinado.
La pérdida de confianza también se manifiesta en el relacionamiento con actores externos; afloran las críticas de comentaristas deportivos, dudas en los patrocinadores, murmuraciones y hasta descalificativos por parte de medios de comunicación y redes sociales, donde las burlas aparecen masivamente, generalmente como manifestación de indignación.
La confianza se convierte en un factor determinante en la estructura en los equipos de alto rendimiento, cuyo cultivo impulsa a tener rachas ganadoras, al conjugar sinergias desde el papel que a cada uno de los actores le corresponde, sin distracción de los objetivos claramente definidos y compartidos.
Por ello el fracaso sobre lo acontecido hasta ahora (goleadas recibidas), no se puede achacar solo a los jugadores que actúan en la cancha. Por el contrario, podemos señalar que estamos ante una responsabilidad colectiva, que de no corregirse oportunamente nos llevaría en un futuro cercano a un fracaso que todo el país lamentará.
Cuando cunde el pánico y la incertidumbre se acentúa por los resultados adversos, se incrementa la desconfianza, desarticulando el operar como equipo, situación que de no neutralizarse oportunamente conducirá a una racha perdedora. Ante esta eventualidad es pertinente actuar con celeridad y sinceridad, propiciando un diálogo abierto, directo, franco y respetuoso, que permita exteriorizar errores, inconformidades, pataletas y demás elementos disociadores y, a partir de allí, plantear compromisos, donde la unidad, la responsabilidad y la disciplina sean conductas a asumir tanto a nivel individual como colectivo.
Puede resultar poco oportuno, en medio de tantas circunstancias nacionales y locales como el Covid-19, la afectación de la ola invernal, el huracán Iota, el deterioro de la economía, las amenazas y la demostración de dominio territorial de grupos al margen de la Ley, traer el tema del onceno nacional, el cual genera opiniones por doquier. Sin embargo, podemos indicar que la situación de crisis, desconfianza e incertidumbre al no lograr los objetivos trazados que hoy atraviesa la selección de fútbol como equipo, es similar a la que afrontan otras entidades tanto del sector público como privado, y también las administraciones de algunos entes territoriales.
* Ingeniero industrial, docente universitario y consultor empresarial.
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Rodrigo Martelo Rodríguez
ING. Juan Conrrado
De acuerdo con Ud son tres factores muy valiosos para tener en la cuenta yo le agregaría otro el del agrandamiento que trae cuando tienes el estómago bien lleno no puedes jugar.