Por Danilo Contreras Guzmán *
Edelsi Martínez Guzmán es una joven mujer, humilde y asombrosa. La conocí hace más de una década como lideresa aguerrida e inteligente de los comerciantes populares del mercado de Bazurto que por esas calendas daban una lucha tenaz para que el Estado local les reconociera el principio de confianza legítima y por ese camino implementara programas tendientes a su formalización y reconversión económica. En Bazurto se enamoró de su actual marido y luego de perder un par de criaturas logró su sueño de contar con dos baroncitos.
Edelsi es víctima del conflicto armado colombiano. Llegó desplazada a la ciudad de Cartagena en el año 2003, desde el corregimiento Libertad, del castigado municipio de San Onofre en el Departamento de Sucre, y encontró el medio de sobrevivir trabajando en la más grande empresa que tiene la gente del pueblo en esta ciudad, según lo describen los comerciantes populares del mercado de Bazurto. Creo que tienen razón pese a que ninguna administración se ha dado a la tarea de precisarlo.
Hace algún tiempo, después de largas reclamaciones y solicitudes, Edelsi logró que se le asignará un local en el Mercado de Santa Rita reconstruido y reabierto recientemente, a donde regresaron los comerciantes que lo ocupaban y un buen número de comerciantes que ejercían su actividad en Bazurto y que, tímidamente, constituyen el primer grupo de comerciantes trasladados desde ese centro de abastos hacia otros sectores de la ciudad para dar cumplimiento a la orden judicial que así lo determina.
En la mañana del día en que escribo esta nota Edelsi nuevamente se encontró de frente con los cafres de la violencia, que la llamaron y le expresaron que debía entregar el local comercial que le adjudicó el Distrito, dándole el dato del número del inmueble para que supiera que la tenían bien ubicada. El anónimo, que se identificó como miembro de ‘Los Rastrojos’ que manejan la zona en donde se ubica el Mercado de Santa Rita, le repitió cifra por cifra el número de su cédula y el barrio en que vive, para cerrar conminándola a entregar el local y abandonar el Departamento de Bolívar en 24 horas, pues de lo contrario ella o dos de sus familiares serían asesinados. Terrible amenaza considerando los detalles de seguimiento de que dio cuenta el oscuro autor de la misma.
Edelsi dice que no tiene enemigos, pero que esa circunstancia no le ofrece ninguna garantía considerando lo que sufrieron ella y sus paisanos en el caserío que abandonó hace lustros, en el que los inocentes caían sin aviso ni enemigos previos.
En estos días de incertidumbre por lo que ocurrirá con la pandemia y luego de que, Dios mediante, esta pase, uno encuentra que una probable secuela de estos caóticos tiempos será el accionar de los violentos que no se han ido del todo y que aprovecharán los espacios que la ciudadanía ha ido dejando solitarios, para empoderarse y seguir imponiendo su regla de terror y amedrentamiento. Más grave parece que esto suceda con una mujer que intenta reiniciar un camino en el local de un escenario por el cual los comerciantes populares han luchado durante tanto tiempo por cuenta de la desidia de las autoridades que no dan suficiente importancia a este tipo de proyectos.
Esto no puede ocurrir, ni con Edelsi, ni con ningún comerciante del Mercado de Santa Rita. Es preciso rodear a Edelsi para que los cafres de la violencia sepan que ella no está sola. Ella espera que las autoridades le brinden esa garantía.
* Abogado especialista en Derecho Administrativo y magister en Derecho con énfasis en Derecho Público.
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