Por Orlando Díaz Atehortúa *
Para Anderson Arboleda, que en paz descanse
«Nuestras vidas empiezan a terminar el día que guardemos silencio sobre las cosas que importan»: Luther King
«Por favor, quita la rodilla de mi cuello, no puedo respirar». Esta frase de George Floyd, quien también llamaba a su mamá para que lo protegiera de la brutalidad e ignominia, ante un uso desmedido de fuerza, que le propinaba un policía de Minneapolis, poniéndole una rodilla en su cuello por más de ocho minutos, lo cual le causó la muerte, de nuevo visibilizó el racismo que lleva más de 400 años de evidencia histórica, desde los primeros asentamientos de esclavos por parte de anglosajones en Virginia, EEUU.
Luego de la Guerra Civil siempre permaneció un odio de la mayoría de los sureños y de muchos blancos contra los negros. Del esclavismo se pasó a una espantosa segregación, donde los afrodescendientes no podían utilizar el transporte público, ni ingresar a universidades de blancos. Se creó el famoso Ku – Kux – Klan, como un grupo de extrema derecha para de nuevo llevar a los afroamericanos al estado de esclavitud, se llaman ‘El imperio invisible del Sur’, solo aceptaban blancos, varones y protestantes. Miles de afros fueron asesinados, torturados y centenas de sus asentamientos fueron incendiados por estos bárbaros.
Surge un líder innato en esas épocas: Martin Luther King. Recordemos una de sus frases: «Hemos aprendido a volar como los pájaros, a nadar como los peces, pero no hemos aprendido el sencillo arte de vivir como humanos«. Su sueño era que pudieran los afroamericanos vivir en paz, donde sus hijos tuvieran las mismas posibilidades que los blancos. Fue asesinado en el año 1.968, en un típico acto de racismo, cuando tenía apenas 39 años de edad.
En esta breve referencia no se puede olvidar que también Nelson Mandela fue encarcelado en 1960 y luego de 27 años de presidio fue liberado por el apoyo y presión internacional. Fue otro acto de racismo y de segregación por la política de blancos colonialistas de Gran Bretaña.
Luego de que Mandela saliera de prisión, fuera elegido presidente de Sudáfrica y se le otorgara el premio Nobel de Paz, dijo: «Nadie nace odiando a otra persona por el color de la piel, o su origen o religión. La gente tiene que aprender a odiar, y si ellos pueden aprender a odiar, también se les puede enseñar a amar. El amor llega más naturalmente el corazón humano, que su contrario«. En fin, la historia mundial, por donde se mire, está plagada de injusticias de racismo y discriminación.
No se puede olvidar que nuestra democracia cuenta, para la defensa ante la discriminación y contra el racismo, con la acción de tutela, para proteger este tipo de exabruptos. La Constitución Política, en su Artículo 13, señala: «Todas las personas nacen libres e iguales ante la ley«. Por su lado, el canon primero de la Declaración de Derechos Humanos dispone: «Todos los seres nacen libre e iguales, en dignidad y derechos y dotados como están en razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros«. Así también en nuestro país está vigente la Ley 1482 de 2011, que tiene por objeto garantizar la protección de los derechos de las personas, comunidades o pueblos que sean vulnerados a través de actos de racismo o discriminación, donde, en su artículo tercero, se dispone que por actos como los vistos, se puede incurrir en pena de prisión de 12 a 36 y multa.
Los derechos y garantías de los ciudadanos, que se plasman en leyes, no son fruto de favores o prebendas, estas fueron logradas por las luchas de las personas y los pueblos; por ejemplo, el 9 de abril de 1948 fue asesinado el motejado ‘El Negro’ Jorge Eliécer Gaitán por las fuerzas oscuras que han gobernado toda la vida en este país y que siguen enquistadas en el poder como una sanguijuela. Un magnicidio que tiene componentes de racismo, aporofobia (término que implica el rechazo, miedo u odio a una persona que provenga de familia pobre), agregado a las graves denuncias que estaba realizando en contra de la clase dominante, corrupta, inhumana, que gobierna a espaldas y en contra del pueblo. Veamos una de sus enseñanzas: «Nos sentimos muy orgullosos de esta vieja raza indígena -negra – y odiamos a la oligarquía que nos ignora«.
Pasado casi de 70 años de este asesinato, que dio lugar al famoso ‘Bogotazo’, el viernes 3 de junio de 2016 no se le permitió la entrada al ‘Bar Cachao’, de la Zona T, de Bogotá, a Danit Torres, una luchadora por los derechos de los afros. Estas conductas irregulares, aunque no se crea, son pan diario en nuestra república, muchas veces no denunciadas, por recato, pena o vergüenza.
El diario ‘El Tiempo’ del 31 de mayo del año 2019 presentó un informe titulado: ‘Es Ahora’. del Centro Nacional de Memoria Historia, donde se concluyó que la pobreza, la inequidad y el abandono estatal son comunes y ha propiciado violencias que han retrasado la garantía de los derechos de grupos étnicos (afrodescendientes e indígenas) y LGTB. Además, según la organización de la sociedad civil Ilex -Acción Jurídica, por estudio que se realizó en varios barrios de Bogotá, recientemente se concluyó que una persona afrodescendiente tiene 14.27% ciento más posibilidades de ser multada, que una persona de raza blanca.
Lo anterior, para señalar que no puede quedar impune la muerte del joven Ánderson Arboleda, quien perdió la vida en el municipio de Puerto Tejada, Cauca, cuando apenas tenía 21 años de edad. Sus familiares lanzan graves denuncias en contra un agente de policía, quien le propinó con su porra o bolillo fuertes golpes en la cabeza, lo que le ocasionó la muerte. Serán la Policía, la Procuraduría delegada para las fuerzas militares y la Fiscalía General de la Nación los entes que realicen una exhaustiva y seria investigación.
* Abogado especializado en Derecho Penal y es magister en Derecho Procesal. Magistrado de la Sala Disciplinaria del Consejo Seccional de la Judicatura de Cartagena.