Por Óscar Eduardo Borja Santofimio *
Con la declaratoria de pandemia del coronavirus y la suspensión de los términos en la Rama Judicial, mi trabajo como abogado litigante se vio reducido. La lectura, las series de Netflix y escuchar las conferencias del Instituto Colombiano de Derecho Procesal ayudan a gastar el tiempo. En lo personal cuento con un pequeño jardín al que le dedico unas horas del día, mi salud ha estado estable y solo me preocupo por una dieta sana, un poco de ejercicio y darle ánimo a nuestro hijo que está encerrado en su residencia en España, esperado continuar sus estudios o regresar a nuestro hogar.
El teletrabajo hace parte de mi rutina; los abogados de nuestra firma se encuentran todos en sus casas, siempre atentos a las consultas que a diario nos hacen nuestros clientes, quienes piden la interpretación de los decretos y la solución a sus problemas de carácter laboral y contractual, así como asesoría para la toma de decisiones que cambien el rumbo de las empresas.
No he salido, ni lo pienso hacer; mis escritos en los medios son leídos por seguidores y amigos que dejan sus comentarios; algunos llaman a saludar, otros a comentar la situación; el teléfono y el WhatsApp son los más utilizados durante el encierro en casa.
Hoy llegó lo inesperado: quedé sorprendido cuando recibí la llamada de un cliente informándome la presencia de un caso confirmado de Covid-19 en su empresa. El café que tenía en la mano fue consumido de un solo sorbo. Hasta ese momento pensé que estar en mi casa me mantendría alejado del protervo virus, pero uno de los empleados de mi cliente ya tiene el temido virus, y entendí lo cerca que estamos todos de contraerlo.
No esperemos que «hasta no ver no creer», por favor. Hagamos de nuestros actos y hechos acciones responsables. No contamos con el apoyo de nadie; el Gobierno Nacional no nos va a salvar, ni el Alcalde. Tenemos que cuidarnos a nosotros mismos. Solo la oración y la gracia de Dios, sanos y a salvo, nos puede mantener. No salgamos de nuestras casas si no es estrictamente necesario; no recibamos visitas; tomemos todas las medidas que recomienden las autoridades.
Lamentablemente la vida de muchas personas se perderá. El coronavirus es un enemigo invisible que, como experto francotirador, no falla en su letal misión. No esperemos estar contagiados para creer; cuidemos nuestras vidas y las de los demás; el Covid-19 está más cerca de lo que pensamos.
* Abogado especializado en Derecho Constitucional y Procesal de la Universidad Libre
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