Por Germán Danilo Hernández *
Los pesimistas aseguran que cuando termine la pandemia, nada va a cambiar; que los humanos seguiremos siendo perversos unos y nobles otros; que los medios de producción se reacomodarán, y que los poderosos de siempre harán más pobres a los pobres y más ricos a los ricos.
Por su parte los optimistas consideran que poco o nada volverá a ser como antes, que el mundo aprenderá la lección de sabernos todos igualmente vulnerables, que habrá mejores formas de relacionamiento social, ambiental, y que en materia de productividad se viene una fase de reinvención total.
Surfeando en este mar de incertidumbres que intenta ahogar al mundo, y alternando con esas dos vertientes de ‘prestidigitadores’, nuestro entorno inmediato y lejano, para cuando el enemigo invisible aplaque su feroz ataque, se percibe con oscuros nubarrones, pero con destellos de luces.
Queda demostrado que ni en las peores circunstancias, los corruptos, politiqueros, abusadores y criminales cederán en sus prácticas, pero también la solidaridad y la grandeza humana se crece. Es y seguirá siendo así. Se da por hecho que además de acabar con miles de vidas, el virus destruirá la economía de muchos países, llevando a la quiebra a medianos y pequeños empresarios, desapareciendo fuentes de empleo. No obstante, muchos ven las crisis como grandes oportunidades.
En la era post – Covid se consolidará la transformación digital, que ya está en curso, y tendrán mayores posibilidades de sobrevivencia aquellas empresas que logren adaptar la tecnología para apalancarse en los nuevos tiempos. El teletrabajo tomará vuelo, tras confirmar su efectividad en muchas áreas públicas y privadas; la educación, los gustos, aficiones y placeres convencionales darán un vuelco sustancial, obligando el despertar de la creatividad productiva en múltiples sectores como la formación escolar, el turismo, la cultura y el deporte.
Los más osados se aventuran a apostar por un ocaso del capitalismo, por lo menos en su fase salvaje pre pandemia; por la caída de la hegemonía universal del dólar, y el surgimiento de un nuevo modelo económico y social, inspirado en lo que se conoce como el Estado de bienestar, creado después de la segunda guerra mundial.
Los emprendedores e innovadores, en su mayoría jóvenes, viven un éxtasis, similar al de surfistas en medio de tormentas, metidos de cabeza en estudios y tendencias sobre hábitos de consumidores. Esto se refleja en páginas y herramientas como: covidinnovations.com, Trendwatching.com, Global web index, -Freedonia, Mintel, Mabrian, entre otras, que recogen iniciativas y marcan líneas sobre los nuevos rumbos, cuando acabe la pandemia.
Pienso que hay sobradas razones para el pesimismo y también para el optimismo. Independientemente de la orilla en la que estemos, conviene revisar con sentido crítico nuestro entorno inmediato, pensar y asumir el desafío de reinvertarnos desde ya.
* Periodista, columnista, docente universitario y asesor de comunicaciones