Por Rubiela Valderrama Hoyos *
Para algunas personas, el comportamiento grotesco del señor alcalde William Dau Chamat no es nada nuevo, lo vimos en campaña usando el mismo vocabulario y actuando tal como hizo esta semana con el Concejo distrital, ciertamente él se siente acosado por sus coadministradores quienes, al parecer, en exceso han estado solicitando información y citando a sus funcionarios de manera reiterativa en plena crisis de la pandemia del Covid-19 que nos ataca y pone en riesgo a todos.
En efecto, lo más loable en estas condiciones era que el Concejo en pleno se pusiera la camiseta y de manera articulado con la Administración impulsara las acciones de mitigación que con mucha dificultad se vienen haciendo, pudiera también ir tomando atenta nota de las actuaciones que según sus criterios no cumplan la transparencia o rigurosidad legal para su ejecución y posteriormente hacer los debates, citaciones y mociones de censura que correspondan, pero lo que queda a la vista es que tenemos un Concejo que se queda solo en la crítica obstinada y, como dice el dicho, ni hacen ni dejan hacer.
Pero el alcalde, que ha reiterado que el Concejo le tiene la mala, porque no le da OPS (Órdenes de Prestación de Servicios), ya que son malandrines y a cuyos miembros, en efecto, ha denunciado muchas veces, mordió la carnada, ya que con su actuación grotesca abrió la posibilidad real de que estos personajes lo denuncien ante las ías, generando una sanción y llevando a la ciudad de nuevo a la interinidad, para que el presidente de la República nombre a dedo, tal como ha ocurrido en la última década, y ahora sí llegaran a sus anchas nuevamente los malandrines.
Lograron entonces los concejales lo que querían, iniciar de nuevo el quita y pon de alcaldes y en ese vaivén pescar en río revuelto.
Por ello, la ciudadanía cartagenera, que no debe aplaudir las groserías del alcalde, sí debiera estar atenta a los intereses oscuros de algunos partidos, políticos, politiqueros, senadores, entre otros, que pretenden manejar en fondos privados los recursos del Estado a través de proyectos de ley que están actualmente en receso por el tema de la pandemia.
Alcalde, termine rápido el libro blanco, publíquelo en las redes sociales como es su especialidad, entréguelo a la Procuraduría, para que las autoridades y la gente vean las pruebas de sus reiteradas denuncias y así el apoyo sea total y con argumentos. Además, ese documento sería el instrumento para dar a conocer a la ciudadanía el actuar permanente de estos personajes, quedando evidencia sólida sobre las obras inconclusas (puestos de salud, escuelas, escenarios deportivos, etc. que son fundamentales en esta hora crítica que vivimos), y así se tendría la sanción legal para los corruptos y la sanción social para que no los vuelvan a elegir.
Por lo pronto, si usted, señor alcalde, no corrige esa forma de actuar, argumentar en vez de madrear, veremos a esta ciudad nuevamente sumida en el odio, la intolerancia y la corrupción, y entonces nos tocaría decir: “el mismo hombre que pretendió cerrarle la puerta a los malandrines se las abrió de par en par”.
* Rubiela Valderrama Hoyos. Feminista, Trabajadora Social, Magister en Estudios de Género, Área Mujer y Desarrollo