Por Rubiela Valderrama Hoyos *
Hace varios años escuché un cuento de superación personal que me pareció interesante, ahora no recuerdo a quien se lo escuché, pero nunca se me ha olvidado y lo traigo a colación a propósito del Covid-19: “llegó un señor a visitar a un amigo y estando estos en el patio de la casa se escuchó el aullido de un perro quejándose de algún dolor, el visitante preguntó, ¿amigo por qué se queja el perro?, el dueño de casa respondió, es que se acostó sobre una rama con espinas, el visitante, terriblemente extrañado exclamo, pero y por qué no se para de allí, el amigo anfitrión mirándolo a los ojos le dijo, el solo se queja del dolor, pero al parecer no le duele lo suficiente para reaccionar y salir corriendo a otro lugar”.
Me acordé hoy de este viejo cuento, por las cifras que estamos analizando en casa sobre los infectados con el Covid-19 en Cartagena, nos están diciendo no salgan, no salgan, pero algunos siguen como si nada, hacen fiestecitas, hacen largas colas en supermercados aunque las tiendas del barrio estén vacías y salen a pelear a las calles como en tiempos normales.
Lamento mucho que el personaje del cuento sea un perrito, pues los aprecio y tengo tres, pero creo que, en serio, aparte de los y las que de verdad necesitan salir, los demás lo hacen por pura irresponsabilidad y en ese caso, hasta que no se contagien o muera alguien cercano por el Covid-19, no se ajuiciarán y es allí donde el viejo cuento del perrito cobra toda vigencia.
La semana pasada, publiqué en este medio un análisis casero sobre la evolución del virus en Colombia y Cartagena y su proyección si no lográbamos aplanar la curva, aquí la muestro nuevamente.
Pues, desafortunadamente para el caso de Cartagena no nos equivocamos, según el último reporte del INS y Dadis, a 12 de abril vamos en:
Como vemos en la imagen, el número casos confirmados para Cartagena son 114, dos más de los proyectados en nuestro análisis, pero además el 7% de estos han fallecido (8), tenemos claro que hay bastantes fallas en el sistema de salud, pues sobrevivimos bajo la Ley 100/93, que privatizó la salud convirtiéndola en un negocio en manos de indolentes, que no le proporcionan ni los elementos de bioseguridad al personal médico que resisten en la primera línea de contención del virus, y aquí cobra vigencia nuevamente el cuento del perrito, seguimos eligiendo cada cuatro años a los mismos políticos que nos privatizan los servicios/derechos fundamentales.
Por otro lado, si continuamos sin cumplir al máximo las restricciones estaremos aumentando la curva como lo hacemos hasta ahora:
Como observamos en la gráfica el número de contagiados en la ciudad está por encima de la tendencia característica de la curva de tal forma que si no nos quedamos en casa seguiremos propagando el virus, por tanto, más contagiados, y es claro que la ciudad no tiene el soporte de sanidad para atender tantos casos y lastimosamente tendremos muchas más muertes.
* Rubiela Valderrama Hoyos. Feminista, Trabajadora Social, Magister en Estudios de Género, Área Mujer y Desarrollo