Por Rubiela Valderrama Hoyos *
Si una cosa deja claro la pandemia del coronavirus, hasta la fecha, es la urgencia de hacer cambios y priorizaciones en los planes de desarrollo locales y departamentales, pues lo que ha emergido de esta crisis, aunque no es nuevo en el contexto local ni nacional, sí le ha reventado en la cara a todos de manera abrupta, me refiero a la pobreza, miseria e informalidad laboral en la que vive la mayoría de la población y de la cual ciertamente hay 50 mil estudios y estadísticas, pero ninguna política y ni programa serio para atenderla, transformarla y acabarla.
Así mismo, está quedando más claro que nunca que la privatización del sector salud, no ha resuelto lo que otrora llamaban la incapacidad del Estado de atender con eficiencia y eficacia las demandas de este sector y los demás servicios públicos (energía, por ejemplo, caso puntual Electricaribe).
Por otro lado, la pandemia y como consecuencia el confinamiento obligatorio, también nos ha reventado en el rostro que vivimos entre abusadores y violentos, pero además que ninguna de las campañas y programas hasta ahora implementados ha servido para casi nada, pues las estadísticas nacionales y locales están revelando el aumento desproporcionado de estos delitos. Según el ICBF, más de 1.200 niños/as violentados y abusados y 79% más de VIF contra mujeres con respecto al mismo periodo que el año pasado (leer ‘Icbf revelo que más de 1.200 niños han sido violentados y hasta abusados durante la cuarentena‘).
Aprovechando que los planes de desarrollo todavía están en construcción y con la propuesta de ampliar su plazo de aprobación, nada más pertinente que revisar si realmente están apuntando a lo que esta pandemia nos está señalando.
Por lo pronto proponemos de manera general la priorización de los siguientes problemas, para pensar en políticas sostenibles de solución a ellos; siendo importante señalar de antemano que en efecto cada uno va correlacionado con el otro y deben desarrollarse de manera simultánea, en todo caso las personas con experticia podrán profundizar en cada tema.
Pobreza multidimensional; calculada con el Índice de Pobreza Multidimensional (IPM), mide los hogares con necesidades en cinco dimensiones básicas de bienestar; educación, salud, vivienda y servicios públicos, trabajo y condiciones de la niñez y juventud. Los planes deben ajustar sus políticas para atacar estas dimensiones, y no ponerles pañitos de agua tibia; se debe lograr transformarlas, darles la vuelta a esas condiciones, entre estas superar de una vez por todas la falta de agua potable de manera permanente en cada comunidad.
Informalidad laboral; esta trae la pobreza monetaria, por ello hay que procurar que al menos un miembro de la familia tenga trabajo formal, para lo cual los planes de desarrollo deben impulsar políticas y programas en esta dirección, así mismo, se debe propiciar el fomento del ahorro individual y cooperativo, aunque sea minino en cada hogar, que pueda usarse en tiempos de crisis, depender exclusivamente de la ganancia diaria ha sido catastrófico en esta coyuntura de la pandemia.
Sector salud; ¿cuántas camas tenemos hoy disponible para atender la contingencia del Covid-19?, hemos visto lo precario en la que está todo el sistema sanitario en general, pues los planes de desarrollo deben repensarse en esa lógica, si los privados no están cumpliendo la tarea, el Estado debe asumirlo, pues la salud es un derecho fundamental.
Violencias basadas en género y violencia intrafamiliar; hemos insistido desde hace mucho tiempo que las acciones aisladas no generan impacto, ni transformaciones culturales patriarcales y esto es lo que acostumbran todos los gobiernos de turno y las primeras damas/gestoras sociales, todas llegan a realizar las campañas que se les ocurre contra las violencias, les hemos insistido en la necesidad de desarrollar a cabalidad las políticas públicas que ya están construidas, que contienen planes, programas y proyectos pensados y consultados con las propias mujeres, que se les garantice una continuidad y los recursos financieros, logísticos y el equipo humano capaz de llevarlas a cabo, solo de esta manera se le puede torcer el pescuezo a las violencias ahora exacerbadas por el confinamiento.
Educación y uso de TIC – conectividad; pocas universidades y colegios han logrado un proceso adecuado de clases virtuales, las que ya se movían con anterioridad a la crisis en plataformas virtuales y las/los que tienen acceso permanente a la conectividad, pero en un país y regiones (Cartagena y Bolívar) con tanta precariedad, porque todo los servicios son negocios privados, es muy complejo, en tiempos normales el 90% de los colegios públicos rurales de Cartagena y el departamento no tienen conectividad, por tanto las clases virtuales en tiempos de crisis son casi imposible, se requiere entonces que los planes de desarrollo incluyan dentro de las prioridades la efectiva conectividad no solo a las escuelas y universidades si no a las comunidades rurales, si en todas las plazas públicas del centro histórico de Cartagena hay wifi gratis, creo que se puede hacer la misma concesión a las comunidades rurales de la ciudad, los kioscos vive digital funcionaron a medias en casi todas las comunidades.
* Rubiela Valderrama Hoyos. Feminista, Trabajadora Social, Magister en Estudios de Género, Área Mujer y Desarrollo