“Por la esquina del viejo barrio lo vi pasar. Con el tumbao que tienen los guapos al caminar…”
Por Juan Camilo Ardila Durante *
Si alguna persona despistada entraba por accidente al auditorio Getsemaní del Centro de Convenciones de Cartagena a las 5 de la tarde del viernes 31 de enero, seguro iba a pensar que ese auditorio lleno de personas cantando Pedro Navaja, que sonaba a todo volumen en ese momento, estaba preparándose para disfrutar un concierto del mismísimo Rubén Blades. La emoción era similar, pero no se trataba de un recital del maestro panameño. Lo que estaba sucediendo en realidad es que Leonardo Padura iba a hablar de salsa con Daniel Samper Pizano. Un lujo del Hay Festival Cartagena 2020.
El motivo de la charla era la reedición, 23 años después, de ‘Los rostros de la salsa’, un libro que salió a la luz en 1997 y que, en esta nueva versión, contiene una entrevista especial a Rubén Blades, además de ya conocidas a personajes salseros del nivel de Mario Bauzá, Cachao López, Papo Lucca, Juan Luis Guerra, Rubén Blades, Willie Colón, Johnny Pacheco y Juan Formell.
El novelista, ensayista, periodista y guionista cubano Leonardo Padura, en 1996, un año antes de que fuese publicado su libro de entrevistas a varios de los grandes de la salsa, ya había parido el guión de ‘Yo soy del son a la salsa’, documental dirigido por el cineasta Rigoberto López y que en Cartagena, entre otras ciudades del Caribe en las que la salsa es patrimonio, se transformó en una película de culto.
“¿Qué es la salsa?”, pregunta Daniel Samper para dar inicio a la entrevista. Padura nos dijo a todos los presentes que la “salsa es toda la música popular que nació en los 50 y 60 en el Caribe y que se simplificó comercialmente en Nueva York para darle vida a lo que los latinos estaban viviendo en las calles de Estados Unidos. A partir de los 70 desde Nueva York hasta Cali empezó a consolidarse este movimiento que nos representó y enamoró a todos los caribeños”.
El creador del detective Mario Conde dice tajantemente que la “salsa aún no ha muerto, pero se encuentra en un estancamiento premortuorio”. Explica que la producción de buena salsa es costosa, que ya no hay grandes músicos y que solo la nostalgia ha evitado que su muerte hubiese llegado mucho antes. “Ciudades como Cali siguen preservando la salsa como la conocemos, pero es evidente que todo movimiento tiende a desaparecer como sucede con todos los movimientos artísticos, no solo los musicales”.
Sobre esa década clave para la salsa que fue la de los setenta, Padura sostiene que “la mayoría de los países en América Latina en esa época estaban siendo gobernados por dictaduras. Esa efervescencia social produjo una enorme y maravillosa efervescencia cultural. Es indudable que las convulsiones sociales tienen una respuesta artística y eso fue lo que sucedió con la salsa”.
Además, un músico bestial llamado Jhonny Pacheco, y el otro, un gran empresario cuyo nombre es Jerry Masucci, se unieron para crear la compañía discográfica La Fania, con la que le brindaron espacio a grandes talentos de todas partes de Latinoamérica y lograron la expansión mundial del movimiento. “Más allá de que La Fania tuvo muchas sombras, puso a millones de personas a bailar la salsa porque supieron convocar a varios de los más grandes de todos los tiempos, como “Celia Cruz, Cheo Feliciano, Héctor Lavoe, Óscar D’León, Tito Puente, Papo Lucca, Willie Colón y Rubén Blades, entre tantos otros monstruos. La Fania All Stars fueron Los Beatles de la música bailable latinoamericana”, señaló el maestro.
Pese a que la salsa ya había conquistado el planeta, aún no había logrado el impacto político y social que la hiciera trascendente más allá del placer inmenso de escucharla y bailarla. Es por ello que Padura considera a Rubén Blades como uno de los personajes más importantes en la historia de la salsa, porque “le inyectó sentido estético y conciencia” al movimiento.
Con el magistral y exitoso disco ‘Siembra’ de 1978, grabado precisamente con Fania Records, Rubén Blades consigue que la salsa adquiriera una dimensión tan grande como lo había logrado el rock.
Acerca de sus músicos favoritos en la historia de la salsa, el escritor de ‘El hombre que amaba a los perros’ dice sin titubear que “la voz de la salsa es la de Héctor Lavoe, las letras de la salsa son las de Rubén Blades y el sonido de la salsa es el del trombón de Willie Colón. Ellos están en lo más alto”.
Minutos después, cuando Samper le pregunta por su compatriota Celia Cruz, a quien el periodista colombiano considera como una de las dos voces más preponderantes en la historia de la música latina junto a la de la argentina Mercedes Sosa, Padura dice que a ella también la coloca en ese Olimpo de los más grandes porque su voz, su estética y su virtuosismo en los escenarios impregnó de vitalidad a la salsa. “Creo que es el personaje musical de Latinoamérica más amado por muchas generaciones de latinos”.
Sobre la ‘guarachera de Cuba’, el escritor habanero manifiesta que “ella estuvo invisibilizada en nuestro país por más de 30 años. Gracias a ‘Los rostros de la salsa’, en el que Willie Colón le rinde un homenaje, Celia aparece mencionada en un papel distribuido en Cuba luego de varias décadas después”.
Hablando sobre las leyendas del Caribe, inevitablemente la figura de Gabriel García Márquez debía aparecer y lo hizo al finalizar la charla. Sobre el escritor de Aracataca, Padura dijo que “Gabo no es un escritor colombiano; es un escritor del Caribe. Y cuando tenemos un escritor o un artista que es de Venezuela, de Colombia, de Puerto Rico, de Cuba, que es de todos, nos enriquecemos todos los caribeños«.
* Director de Metro Joven y editor de Revista Metro
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