Por Juan Conrado Ovalle *
Las marchas y movilización ciudadana del pasado 21N fue una muestra palpable de la inconformidad y malestar que inunda a un segmento significativo de la población colombiana. De nada valieron las estrategias de algunos sectores para infundir miedo y desinformar para evitar que la marcha tuviera el éxito que tuvo, que la población se manifestara como se manifestó y que hubiera una expresión espontánea como se dio,
Los efectos de las jornadas de protesta realizadas en todo el país no deben minimizarse y mucho menos desconocerse, por el contrario: deben invitar a la reflexión por parte no solo del Gobierno Nacional en cabeza del señor presidente Iván Duque, sino también de la dirigencia de los partidos políticos y sus representantes en el Congreso, de la Rama Judicial, comenzando por las altas cortes, de los empresarios y gremios de la producción, de los comerciantes, del sector financiero y en general de todos los actores estratégicos que de una vez por toda deben entender algo bien sencillo y lógico que muchas veces hemos escuchado y repetido pero que muy esporádicamente se aplica: “el bien general debe estar por encima de los intereses particulares”.
Estamos entrando en una nueva forma de visualizar nuestra democracia donde quien hoy ostente una representación producto de procesos electorales deberá estar atento para atender el pensamiento y exigencias de las comunidades, de los problemas que los afecta y las soluciones que proponen para, de manera concertada con los actores correspondientes, poder adoptar las políticas y decisiones para atender los requerimientos que la población demanda.
No basta con ganar una elección y con una credencial sentirse investido de un poder y una autoridad que les permita olvidarse del clamor ciudadano. Nuestra democracia no puede reducirse al ejercicio del voto, sobre todo en ambientes donde este se ve influenciado por una serie de prácticas que desnaturalizan la voluntad del elector, por ello en adelante será necesario cambiar el modelo relacional entre gobernantes y población.
Sería un craso error pensar que las voces levantadas en la movilización del 21N, las cuales fueron rematadas y continúan con sonoros ruidos de cacerolas, solo iban dirigidas contra el presidente Duque. La inconformidad obedece a una gama de problemas y políticas donde lógicamente el ejecutivo como cabeza de gobierno se convierte en el referente, dado el sistema presidencialista imperante, pero el llamado de atención va mucho más allá.
Hoy más que nunca se hace necesario que el presidente invite y escuche a quienes fungen como legítimos representantes de los diferentes sectores participantes en la protesta y movilización (trabajadores, campesinos, centrales obreras, estudiantes, indígenas, artistas, docentes, ambientalistas, pensionados, entre otros) y sean reconocidos como tales. No hay espacio para el desconocimiento de la protesta y mucho menos para la minimización de su potencial escalamiento; no se trata con el diálogo de establecer un cogobierno, como están insinuando voces del partido de gobierno, no hay lugar para la prepotencia; el momento exige celeridad y cabeza fría. Nada de dilaciones con miras a ganar tiempo que puede traducirse en aroma a engaño.
La primera acción para resolver los problemas es conocerlos, sobre todo las causas que los generan, para lo cual se hace necesario escuchar las diferentes posiciones y visiones sobre los mismos, sin que ninguna de las partes en interlocución se sienta con la verdad absoluta o trate de imponerse por su poder dominante; las soluciones deben generarse como producto de una construcción colectiva, atendiendo la realidad nacional y de las regiones.
Poco contribuye al proceso que se esgrima en los actuales momentos que existe una representación de la ciudadanía en el Congreso y aún en el Ejecutivo, por haber sido estos elegidos popularmente. La población en su gran mayoría no se siente representada en los partidos políticos y sus voceros, por ello la importancia de escuchar el clamor popular; se viene un nuevo relacionamiento donde en adelante el nuevo escenario de expresión serán las protestas en las calles y espacios públicos, de ahí la importancia de que los gobernantes tengan y mantengan una conexión con todos los sectores de la ciudadanía, que les permita anticiparse y atender oportunamente los requerimientos que se formulen.
Al terminar el presente escrito nos informamos del deceso de Dilian Cruz, el joven estudiante herido en Bogotá durante protesta pacífica. Paz en su tumba y fuerzas a sus familiares en estos momentos de intenso dolor. No hay derecho para seguir cegando vida de jóvenes que buscan un mejor futuro. Q.E.P.D.
* Ingeniero industrial, docente universitario y consultor empresarial.