El comediante antioqueño Adrián Parada salió recientemente con esta perla en Twitter: «Cada vez que salgo a votar, me siento como escogiendo entre enfermedades venéreas. Aunque vote por la sífilis, casi siempre queda la gonorrea«. Le respondí animoso: En Cartagena pasa algo particular en esta coyuntura crítica, que entre la gonorrea, la sífilis y un salto al vacío, prefiero el Voto en Blanco.
El Voto en Blanco como protesta en Cartagena para las elecciones de este próximo domingo no tiene dueño, ni comité promotor; es una manifestación espontánea y sin cálculos que ha venido creciendo exponencialmente estas últimas semanas entre algunos sectores de la ciudadanía. Ni siquiera la candidata de la Colombia Humana se lo puede arrogar porque, si bien ‘renunció’ para promoverlo, sigue siendo candidata, ya que no lo hizo dentro los tiempos que establece el calendario electoral. Aparece en el tarjetón y se le contabilizarán los votos que obtenga.
La más reciente encuesta de ‘Mediciones Estratégicas’ para Revista Metro ubica al Voto en Blanco de segundo, con un 13.34%, pero no faltan las voces que, como de costumbre, empiezan a satanizarlo, descalificarlo y acusarlo de tibio, amañado e inútil.
Explicaré a continuación las razones que justifican mi Voto en Blanco a las elecciones para la alcaldía de Cartagena:
1. El Voto en Blanco es una expresión legítima, democrática, constitucional y con efectos políticos. No se le suma al candidato que obtenga la mayor votación; se contabiliza de manera independiente. Para que gane es necesaria una mayoría absoluta y no simple; es decir, debe tener más del 50% de los votos válidos depositados para la Alcaldía. En 2011 en Bello, Antioquia, ganó con el 56.7% de los votos. Mes y medio después repitieron las elecciones con nuevos candidatos. Si gana, bien; sería lo ideal; sino gana, perfecto; pues la democracia no se agota en las urnas. Es mejor que abstenerse.
2. El Voto en Blanco, como toda manifestación política legítima, responde a unas motivaciones distintas dependiendo de las circunstancias. No es pertinente entonces extrapolar dos escenarios distintos porque se distorsiona el análisis. Una cosa son las presidenciales pasadas y otra distinta la coyuntura local de hoy. Entre Uribe -con todo lo que eso representa para el país – y Gustavo Petro, había que tomar una posición responsable; apelar al voto útil: votar por X para evitar a Y, el famoso mal menor. Pero sucede que aquí no hay por quien votar para evitar el triunfo del que va punteando en las encuestas, porque resulta que la segunda es igual o peor que aquel -pues representan lo mismo, y ni decir del tercero, que es un verdadero salto al vacío e improvisar no puede seguir siendo una opción responsable para la ciudad. Tenemos a la mano los casos de Campo Elías Terán y Manolo Duque, un par de mesías que terminaron crucificando a Cartagena. La nada no es la solución de un todo complejo. No es bueno, más allá de las estridencias del momento, dejarse administrar por el odio. Como leí por ahí, «los votos de odio son una posibilidad perdida para la democracia«.
A propósito: si la segunda en votación accede a un escaño en el Concejo, por estatuto de oposición, la norma indica que durante el mes siguiente al inicio del periodo de gobierno esta debe hacer pública su condición de opositora, independiente o miembro de la colación oficial. Por algo no ha renunciado y tampoco creo que se declare en oposición; necesita burocracia, exposición y ‘poder’ para su sobrevivencia política. No es un cuento chino; póngale la firma.
3. Rescato una parte de la última columna del maestro Rafael Vergara: «(…) que los alternativos fueron incapaces de unirse para derrotarlos (a la clase política), fundamenta mi decisión individual de protestar votando en blanco«. Adhiero a su razón. Si los autodenominados «candidatos alternativos» no tuvieron la grandeza de concertar, deponer sus egos, aprender a liderar desde atrás y unirse para empujar, no veo por qué se deba cuestionar con severidad la posibilidad de votar en blanco, como una manifestación legítima de protesta por no tener una opción que encarne ese sentir ciudadano de insatisfacción con la clase política tradicional, ese insistente clamor de unidad, una candidatura cívico – social que atienda a los intereses de la ciudadanía. Se irán divididos, quieren hacerse contar como una apuesta política personal válida, aunque mezquina para el momento. Se les aplaude la intención, porque el solo hecho de atreverse a hacer política artesanal en esta gastrocracia regional que antepone la plata a las ideas es un mérito, casi una hazaña.
De cara al mediano plazo, articulemos voluntades e inteligencias individuales para que construyamos una colectiva. Estamos en mora de ofrecer una plataforma política a través de un proceso colectivo de selección ciudadana que genere nuevos liderazgos. Hallar consensos colectivos para propósitos comunes.
Buenas opciones para Concejo, JAL y Asamblea ¡Sí hay con quien!
Kairen Gutiérrez, Humberto De Jesús Orozco, Viviana Miranda, Lidy Ramírez, David Múnera y Fabio Castellanos, en el Concejo; Emel Puerta Silva y Carlos Torres Cárdenas, en la Asamblea; David Puello Cabeza, en la Localidad 1, y Henríquez Matos, en la Localidad 2, merecen llegar a las respectivas corporaciones públicas. Por supuesto que habrá otras opciones valiosas en otros partidos. Hay que respaldarlas este próximo 27 saliendo a votar.
Los actuales 13 concejales de Cartagena que quieren reelegirse deben ser castigados en las urnas por mediocres, serviles e incompetentes. Los restantes cinco pretenden elegirse en cuerpo ajeno. Evitemos una dictadura subnacional, pues la oposición inteligente es necesaria y robustece el debate público.
ADENDA: A la Gobernación de Bolívar también votaré en blanco, pese a que en ambas campañas hay gente que aprecio y admiro profundamente. Vamos a retroceder, lástima; ojalá me equivoque. La deuda histórica que tenemos con el Departamento requiere tiempo, talante y buen gobierno. Liderazgo, disciplina y corazón. Hay un desgano manifiesto, la votación será muy bajita, estará por el 35%.
