Por Óscar Eduardo Borja Santofimio *
Encuentro pasión y gusto al leer y estudiar la historia de nuestra Cartagena la fantástica en cuanto a piratas, filibusteros y saqueadores. Soledad Acosta de Samper, en su obra “Los piratas en Cartagena”, describe, tal vez, las principales ocurrencias históricas de la ciudad, de los ataques sufridos por parte de algunos de los más temibles piratas. Cartagena se convirtió en obsesivo botín para Francis Drake, John Hawkins, inclusive para la corona británica, bajo el encargo del almirante y marino de guerra inglés Edward Vernon.
La corona española, sabiendo que nuestra Cartagena era un preciado botín, para mantenerla a salvo de los invasores construyó un conjunto de baterías y ‘murallas’ armadas con cañones, de las que hoy en día solo quedan como testigos sus restos, que le dan la gloria y el nombre de ‘Corralito de piedra‘, ‘ciudad amurallada’, patrimonio cultural de la humanidad.
Los neo piratas ya no se roban las campanas de las iglesias, ni el oro, ni pretenden pedir rescates, para no destruir a la ciudad. Hace poco tiempo un alcalde se llevó para su casa la réplica de la espada de Blas de Lezo. No tienen patas de palo, ni garfios, ni parches en el ojo; el botín ha cambiado: ahora se roban el PAE (Plan Alimentación Escolar), están dispuestos a ir a la cárcel por coimas, quieren ganar para elegir contralor, los hay de todas las edades y profesiones, algunos han dejado los micrófonos de populares emisoras locales para llegar a la Alcaldía y poder ejercer el saqueo. Estos neo piratas, corruptos saqueadores, son hombres y mujeres que no andan en galeones ni con cañones, estos se pasean por las páginas sociales y políticas del periódico local, por el Concejo de la ciudad, por la Alcaldía, por las Curadurías; han saqueado las empresas públicas, acabaron con el acueducto, el alumbrado, las pensiones, la licorera, los puertos, la educación, la salud. ¡Ahora todos lo controlan todo! Hasta la Cámara de Comercio se contaminó por los neo piratas. Se han inventado cuanto contrato cuantioso incluido, el pago de peajes, dejando de manera descarada a niños sin escuelas y sin comida; enfermos, sin medicina y sin puestos de salud; han convertido a Cartagena en una ciudad insegura, con altos índices de sicarito y fleteo. Son neo ladrones, piratas, filibusteros, políticos corruptos, empresarios del crimen; desde alcaldes hasta agentes de tránsito, quienes han sido sorprendidos y destituidos por actos de corrupción.
La tienen difícil; podrán desfalcar el tesoro público, consumirse el presupuesto, endeudar la ciudad, robarse las playas y el mar, vender la bahía, Chambacú y el aeropuerto, pero nunca podrán robarse la alegría del pueblo cartagenero, heroico, sencillo, humilde, sumiso, pero feliz a la hora de votar por el que “con promesas y unos pocos pesos” paga para gobernar.
En Cartagena se compran las conciencias que les permiten a unos pocos la ciudad saquear, delante de las miradas silenciosas y mudas a la hora de denunciar, ante unas autoridades que los términos dejan vencer, concediendo libertad a quien castigo ejemplar debieran imponer.
* Abogado especializado en Derecho Constitucional y Procesal de la Universidad Libre