Por Juan Conrado Ovalle *
Para nadie es desconocida la crisis que ha venido atravesando Cartagena de Indias en los últimos años dada la inestabilidad político – administrativa, la cual se hace palpable al haber tenido seis alcaldes entre elegidos y encargados durante el último cuatrienio y un Concejo distrital diezmado y sin credibilidad en razón del encarcelamiento de varios de sus miembros. Todo ello ha contribuido en gran medida al deterioro significativo de muchos indicadores sociales, dado que no ha sido posible desarrollar un Plan de Gobierno que de manera seria y con objetivos claros enrute la ciudad para un desarrollo social y económico sostenible que mejore la calidad de vida.
En ese contexto debemos indicar que todos somos culpables: unos por omisión o desidia al abstenerse de ejercer el derecho a elegir, otros por arroparse en el sistema clientelar de “qué me ofreces a cambio de lo que yo te doy”, cuya manifestación extrema es la venta directa del voto por unos pesos, lo cual ha permitido que por unas migajas lleguen a las instancia de poder, donde se tomas las decisiones, personas a las que poco le importa la suerte de la ciudad y solo velan por su beneficio personal, el de sus financistas o del sector estratégico que representan.
Considerando el panorama electoral del presente año, cuando elegiremos alcalde, concejales y ediles dentro del ámbito del Distrito, no son pocas las preocupaciones que se suscitan desde diferentes sectores de la ciudadanía que apuntan a que no podemos equivocarnos nuevamente en la escogencia de nuestros gobernantes, principalmente en quien llegará al Palacio de la Aduana a dirigir los destinos de la ciudad. Sin embargo, dado lo complejo de la situación y en la búsqueda de no repetir lo que estamos padeciendo, se percibe cierto desespero en diferentes fuerzas u organizaciones que apuntan a buscar formas o fórmulas para acceder al poder haciéndose a la elección del futuro alcalde.
En ese orden de ideas, fue de conocimiento público cómo un grupo de empresarios de la ciudad se reunieron en días pasados con los dirigentes políticos del departamento del Atlántico y la Región Caribe, Fuad y Alex Char, actual alcalde de la capital del Atlántico, para conocer el proceso político que ha contribuido a la trasformación urbanística de Barranquilla y escuchar los consejos para afrontar la realidad que atraviesa la ciudad. Sin embargo, consideramos que las características de las dos capitales son muy distintas y el escenario político muy disímil. Ahora bien, a la luz de hoy, los Char han sido exitosos en su trasegar en el comercio y la actividad económica; no podemos decir lo mismo en la actividad política, ya que a pesar de haber logrado elegir los tres últimos alcaldes de Barranquilla, su aval y apoyo a personajes cuestionados que terminaron destituidos y encarcelados como los exgobernadores de la Guajira Francisco -Kiko – Gómez y Oneida Pinto, así como el apoyo al congresista Antonio Zabaraín Guevara, senador conocido por el deprimente espectáculo brindado en su intervención durante el pasado debate al fiscal Néstor Humberto Martínez y el caso Odebrecht, nos permite indicar con el mayor respeto que los consejeros escogidos venidos de la arenosa, por su actuar político, no garantizan que la orientación ofrecida pueda ser la brújula que marque el norte que la ciudad requiere, donde siga predominando el ‘todo vale’.
En otra orilla encontramos una diversidad de postulados a la Alcaldía por movimientos sociales y partidos minoritarios que en el pasado debate presidencial apoyaron a Gustavo Petro Urrego, esperando poder cautivar los 174 mil votos obtenidos por el candidato de la Colombia Humana. Sin embargo, observamos en estos grupos cómo se ha priorizado la escogencia de un candidato, donde no existen unas propuestas concretas ni se ha generado la confianza y la identificación necesaria que garantice la ‘unidad’ y un apoyo efectivo por parte de los que no resulten escogidos, corriéndose el gran riesgo de que en el sistema a acordar para la selección se cuelen ‘caballos de Troya’ que en el fondo representan prácticas clientelares con patrocinios de fuerzas extrañas o esferas gubernamentales. Igualmente, genera preocupación la participación de personajes que en el pasado reciente defraudaron la confianza de la ciudadanía, terminando sancionados o destituidos.
Asimismo candidatos que salidos recientemente de la Administración distrital se arropan bajo patrocinios de entidades sin ánimo de lucro para desarrollar proselitismo, lo cual induce a pensar que de salir electos sacarán del erario las millonarias inversiones que están realizando. No descartando en toda esta realidad política que se trate con la fuerza del dinero imponer un alcalde que garantice subordinación y obediencia a sus patrocinadores o financistas.
Con el panorama señalado, si en realidad queremos que la ciudad salga de su letargo, solo queda acudir directamente a los ciudadanos, desarrollando pedagogía, mostrando la realidad, para que bajo unos principios y valores se identifiquen con unos propósitos y decidan autónomamente en las urnas, castigando a quienes, desde diferentes ángulos, mucho daño les han causado a la ciudad.
* Ingeniero industrial, docente universitario y consultor empresarial.