Por Danilo Contreras Guzmán *
De cuando en cuando el Concejo Distrital se acuerda del mercado de Bazurto y en tanto eso sucede, su actividad es febril, pero del todo ineficaz.
Eso ha ocurrido en los últimos días, pues varios concejales han reclamado por el incumplimiento del fallo del Tribunal Administrativo de Bolívar que en 2010 ordenó que la principal central de alimentos de la ciudad, se trasladara a otro sitio de la ciudad, a efectos de sanear ambientalmente la Ciénaga que da nombre al mercado. Esa sentencia ha debido cumplirse en el año 2016, conforme las órdenes impartidas por el Tribunal. Eso no ha sucedido y sabrá Dios cuándo ocurrirá.
El traslado de Bazurto bien podría constituirse en el argumento propicio para iniciar un gran proceso de transformación urbana que la ciudad reclama a gritos, tal como ocurrió en la ciudad de Guayaquil -Ecuador-, que a principios de la década de los 90 contaba con un mercado público que era poco menos que una cloaca que hería la ribera del rio Guayas y el centro de la ciudad. Esa experiencia fue conocida por varias administraciones en 2010 y 2012, pero sin ningún efecto concreto en el sentido de asimilar ese maravilloso proceso de cambio urbanístico.
Guayaquil reconfiguró el esquema de abastecimiento separando a comerciantes mayoristas de los minoristas, con miras a poner fin a la competencia desleal que surgía del hecho de que ambos tipos de comercio funcionaran juntos. En esa competencia los perdedores eran los pequeños comerciantes.
Así las cosas, el comercio al por mayor fue ubicado en una gran central a las afueras de la ciudad, mientras los minoristas fueron reubicados en 42 mercados sectoriales limpios y organizados, que acercaron los alimentos al pueblo. En una sinergia adecuada para el orden urbano, los minoristas deben surtirse en la central mayorista.
Una de las zonas que acusa más desorden en Cartagena es la que corresponde a la terminal de transportes y la entrada a El Pozón y es justo allí donde se proyecta el traslado. No hay que ser Nostradamus para pronosticar el desastre que sería un mercado público allí, entre otras cosas, porque, de forma miope e interesada, Mercabastos, la empresa público-privada que gestiona el traslado, plantea reproducir el modelo de aglomeración comercial entre mayoristas y minoristas que fracasó en Bazurto.
No dudo en señalar que el proyecto privilegia los intereses inmobiliarios de sus promotores, sobre otros aspectos que ayudarían a la organización urbana. Mercabastos, una sociedad de pocos y privilegiados socios a quienes el Distrito prácticamente regaló 14 hectáreas a cambio de que en una o dos hectáreas construyeran un galpón para los comerciantes populares de Bazurto en donde pretenden recogerlos como pollos, ha demostrado que carece de la idoneidad para concretar este proyecto. Qué iniquidad.
Guayaquil se transformó en una de las urbes más bellas de Latinoamérica. Cartagena sigue estancada en los debates del Concejo, esperando a que sus mejores hijos trabajen por ella, desprendidamente.
* Abogado especialista en Derecho Administrativo y candidato a Maestría en Derecho con énfasis en Derecho Público.