Por medio de avisos publicados en periódicos de circulación regional se pudo notificar al alcalde Antonio Quinto Guerra Varela sobre la decisión del Tribunal Administrativo de Bolívar de suspenderlo ante la presunta inhabilidad señalada por la Procuraduría General de la Nación. Tal notificación se produce de esta manera ante la imposibilidad de hacerlo personalmente, dado que desde el viernes 25 del presente mes el notificador estuvo tratando de localizarlo y no fue posible encontrarlo.
Ante la lamentable situación de institucionalidad que atraviesa la ciudad de Cartagena, nos encontramos que una vez en firme y ejecutoriada la decisión del Tribunal Administrativo de Bolívar, el presidente Juan Manuel Santos Calderón deberá designar nuevamente un alcalde encargado, mientras el Partido Conservador Colombiano que le otorgó el aval a Antonio Quinto Guerra Varela envía una terna para que el presidente escoja la persona que quedará en el cargo.
Es ahí donde queremos señalar lo que se puede venir, teniendo en cuenta que dicha decisión de conformar la terna estará fundamentalmente en cabeza de los exsenadores Vicente Blel Saad y William Montes Medina, quienes hoy por hoy y sin llamarnos a engaño, como se señala en muchos sectores políticos, son quienes manejan en la sombra las decisiones del Partido Conservador en Bolívar. Es decir, unos ciudadanos que tuvieron el honor de ser representantes del pueblo en el Congreso de la República y que en ejercicio de sus dignidades fueron juzgados y condenados por la Corte Suprema de Justicia son hoy los determinadores para escoger el alcalde distrital.
Tal situación nos obliga a realizar una reflexión sobre el desmoronamiento moral que hoy se percibe en muchos sectores de la sociedad cartagenera, donde grandes decisiones serán adoptadas por ciudadanos que le fallaron a la comunidad, al salir del Capitolio Nacional para la Cárcel Modelo en razón de sus vínculos con organizaciones criminales. ¿Será que con estos antecedentes podremos estar tranquilos, en el sentido de que aquel escogido de los postulados tenga la autonomía y libertad para tomar decisiones en favor de todos los ciudadanos o sí se convertirá solo en un mandadero de quienes lo postularon?
Esta es la triste realidad de una ciudad que hoy se percibe descuadernada y sin rumbo, con autoridades cuestionadas y carentes de credibilidad y, lo peor, con un futuro incierto, todo por las ambiciones personalistas y de diferentes grupos que solo piensan en sus beneficios personales o grupales, importunándoles poco las condiciones de pobreza que afronta un significativo número de cartageneros, así como el creciente desmejoramiento de la calidad de vida de la cual también son víctimas.
Ante la realidad inocultable que estamos atravesando se hace necesario forjar y estimular la participación ciudadana en los procesos electorales, sin dádivas o migajas, generando por convicción nuevas formas para acceder a cargos de elección popular, con unos principios y valores que blinden el entorno de lo público y donde colectivamente se puedan determinar unos propósitos de ciudad que permita recuperar la jerarquía que Cartagena de Indias tuvo en antaño, privilegiando siempre el bien general sobre los intereses particulares.
* Ingeniero industrial, docente universitario y consultor empresarial.