Por Juan Diego Perdomo Alaba *
Veamos: con Iván Duque en el poder, el primer presidente del Senado sería Álvaro Uribe Vélez, y se anuncia al corrupto exprocurador Alejandro Ordóñez Maldonado como ministro de Justicia.
Para poder pasar su Plan de Desarrollo, Uribe tendría que armar en el Congreso coalición de mayorías entre la derecha, para aprobar su paquete de proyectos legislativos favorables a su gobieno e ideario de partido: libertades individuales, minorías; políticas rural, mineroenergética, ambiental, económica y laboral; reformas política, de justicia y pensional. Eso sin contar que, a pesar de que Juan Manuel Santos deja con blindaje jurídico el Acuerdo de Paz, tratará de engavetarlo y torpederlo a como dé lugar hasta lograr uno a su medida y con su firma, como ha sido siempre su deseo. Él es hábil en esas lides y esparcir mermelada no le cuesta; ya una vez compró su reelección a punta de puestos y cupos indicativos (mermelada). NOTA: Por lo anterior, Germán Vargas Lleras venderá caro sus 1.5 millones de votos…
Su proyecto totalizador consiste en convocar a una Constituyente y cerrar las altas cortes para crear una a su voluntad; cerrar la Suprema que es donde tiene un sinnúmero de investigaciones y la Constitucional que es la única que históricamente ha contenido su apetito dictatorial. Tendría cooptadas entonces las tres ramas del Estado: la ejecutiva, la legislativa y la judicial.
El ‘caudillo’ no se elegirá solo porque sencillamente no le alcanza, entonces le tocaría recibir a César Gaviria con la mayoría de su bancada liberal y a Vargas Lleras con Cambio Radical, quienes hasta cierto punto le acolitarían el ajedrez, pero ambos necesitan burocracia y cederán por sobrevivencia política. Igualmente sucedería con un grueso sector del Partido de La U.
Gustavo Petro, en cambio, tendría más contrapesos y control, se le dificultaría crear consensos en un Congreso evidentemente adverso a su proyecto político a pesar de su propuesta de un acuerdo amplio sobre lo fundamental entre todas las fuerzas políticas. Las ías funcionarían como un reloj y el establecimiento estaría respirándole en la nuca como pasó en Bogotá donde no lo dejaron gobernar. En su momento el Concejo le engavetó decenas de esos proyectos grandilocuentes que tanto le apasionan y que rompen con el sistema de cosas. Pero es muchísimo más sano y seguro hacerle control al exalcalde, rodeado de dirigentes íntegros y calificados, que exponer literalmente la vida cuestionando al expresidente, de estirpe presuntamente mafiosa como lo alertó hace unos días el The New York Times. Una figura oscura, anacrónica y guerrerista.
* Comunicador Social – Periodista de la Universidad de Cartagena
juan
que bobo sos