Por Fernando Guerra Rincón *
La situación económica, social y política del vecino país ha adquirido ribetes dramáticos y tiende a agudizarse con enormes implicaciones de todo orden para América latina y especialmente para Colombia, por el solo hecho de compartir una vulnerable y porosa frontera de 2219 kilómetros con conflictos no resueltos de límites, que ha llevado a los dos países al borde de enfrentamientos militares como sucedió en la crisis de las corbetas en el Golfo de Maracaibo en el gobierno de Virgilio Barco[1]y como ha sucedido en épocas recientes, en vida de Chávez, donde, por la intervención del gobierno Uribe en Ecuador, se rompieron las relaciones entre los dos países y el excomandante ordeno movilizar tropas a la frontera.
El otro elemento que es fuente de serias e irreconciliables contradicciones entre Caracas y Bogotá es la visión que tienen los dos gobiernos de la agenda económica y del modelo de desarrollo. Esto explica el apoyo de Miraflores, en vida de Chávez y después con Maduro, a los distintos grupos guerrilleros colombianos, en lo que constituye una grosera e indebida intervención en los asuntos internos de Colombia, de darle refugio en territorio venezolano a esas facciones armadas levantadas contra unos gobiernos democráticos. El respaldo del gobierno venezolano al proceso de paz, que se agradece, no minimiza esta chapucera e inamistosa intervención.
Visualizado estos dos ejes que han incidido notoriamente en el estado de las relaciones, el círculo parece cerrarse para el gobierno de Nicolás Maduro. La crisis social es de dimensiones descomunales, lo que ha llevado a la población a asaltar cada vez con mayor frecuencia los supermercados, las fincas, donde descuartizan reses, los camiones con alimentos.[2] Solo una dura represión contiene el desorden de los hambrientos producidos por la revolución bolivariana. En diciembre pasado, los venezolanos no tuvieron como celebrar las navidades y el advenimiento del año nuevo con los tradicionales perniles de cerdo porque el gobierno no honró sus obligaciones de pagos internacionales, lo que ocasiono revueltas en varias parte del país.[3]
La inflación desbocada de más de 2.600% anual hace imposible cualquier previsión económica, lo que aunado al control de precios hasta en la tienda más humilde ha redundado en la profundización del desabastecimiento[4] y en la escaza dieta de los venezolanos. La desnutrición en la población infantil es evidente.[5] Del hambre no se salvan ni siquiera los deportistas.[6] El irrisorio salario mínimo de los venezolanos, medido en la caloría más barata disponible no alcanza a proveer una alimentación adecuada a las familias[7].
Según la Encuesta sobre condiciones de Vida, Encovi, el 81.8 por ciento de los hogares venezolanos es pobre y 9.6 millones de personas solo se comen dos o menos comidas al día. En consecuencia los patriotas han perdido 8.7 kilos de pesos de forma no controlada y los más pobres más de 9 kilos. Según el singular presidente bolivariano, la dieta Maduro te pone duro.[8] Los venezolanos no tienen hoy posibilidades de ser tratados adecuadamente ante los embates de cualquier enfermedad con los medicamentos apropiados y salen a morir desesperanzados fuera de su patria, tomada por un bufón.[9]
Los pobres de Venezuela se ven por todos partes en las principales ciudades colombianas. Hombres jóvenes, mujeres embarazadas, con niños de brazos, familias enteras pidiendo en los semáforos, durmiendo en las aceras, en parques. Las hetairas venezolanas,[10] y también las que no lo son[11], le disputan, a puñalada limpia, o en el cuerpo a cuerpo, en escenas macabras, el mercado del sexo a las prostitutas colombianas. Nuestro economía informal se ha visto ensanchada por el rebusque diario de los hermanos venezolanos que encuentran en esa actividad un escampadero a su tragedia y con lo poco que ganan alimentan a los familiares que no logran emigrar.
El caso de Cúcuta adquiere connotaciones de una bomba social[12]. Los alcaldes de las principales ciudades colombianas, pero especialmente en las zonas limítrofes, lidian con un problema mayúsculo. No tiene para sus propios pobres, menos para atender con dignidad, humanidad y solidaridad la avalancha humana que les está sobreviniendo. Los venezolanos que emigran al país merecen del Gobierno colombiano un trato consecuente con los postulados de una democracia liberal y en reciprocidad a que Venezuela acogió a millones de colombianos en épocas pasadas y que encontraron en el vecino país las oportunidades que la restringida economía colombiana no les brindaba y no les brinda aun.
De Venezuela emigran no solo los multimillonarios. También lo hacen los pobres que huyen de una revolución que supuestamente los reivindica. Desertan de un régimen y de una economía que los estruja y que no les garantiza condiciones mínimas de vida digna. El aeropuerto Camilo Daza de Cúcuta es un hervidero de ciudadanos venezolanos pues este aeródromo opera como reemplazo del Maiquetía que sirve a Caracas, a donde ya no llegan las aerolíneas por falta de pagos de las obligaciones contraídas por el gobierno con las empresas aéreas. Por el Camilo Daza salen venezolanos todos los días hacia Argentina, México, Chile, Ecuador, en una dolorosa diáspora producida por un país arruinado por la desastrosa gestión económica del llamado socialismo del siglo XXI.
En medio de un mar de riqueza, Venezuela se desliza inexorablemente a niveles de pobreza comparable a la de los países más pobres del mundo. Ni el petróleo, con el último, pasajero rebrote del precio, los salva. Tal es la profundidad de la crisis. PDVSA, la otra hora poderosa empresa petrolera está quebrada y tomada por una corrupción sin fondo, dirigidas por militares venezolanos, como casi la totalidad de la economía. Los venezolanos hacen largas colas para comprar gasolina. Sus refinerías, algunas de las más grandes del mundo, se las carcome la obsolescencia por falta de mantenimiento.[13]
La destitución de quien fungía de Embajador de Venezuela en la ONU y del que fuera Director de PDVSA y Ministro de Petróleo por más de una década, consentido de Chávez, Rafael Ramírez, y de otros altos directivos de la estatal petrolera demuestra el lodazal de corrupción en que se ha movido la revolución bolivariana y las fisuras cada vez más profundas del régimen. La revolución bolivariana ha desperdiciado 800.000 millones de dólares provenientes de los ingresos petroleros. La corrupción sustenta la cúpula gobernante que ha hecho, de la otrohora apacible y acogedora Caracas, la ciudad más violenta e insegura del mundo[14].
La economía venezolana vive en permanente default y la deuda externa alcanza los US$ 150.000 millones de dólares[15]. La revolución bolivariana pervive atada al tanque de oxígeno que les brinda China y Rusia, países que paulatinamente se están adueñando de las mayores reservas mundiales de petróleo. Venezuela nunca fue capaz, ni la revolución bolivariana tampoco, de diversificar la economía a pesar de contar con la enorme palanca de apoyo de la riqueza petrolera.
El aislamiento internacional del gobierno de Maduro es creciente y ya no tiene excusa en señalar a Trump como el jefe del imperio del mal que pretende acabar con Venezuela y su revolución. El repudio por el accionar del régimen se manifiesta desde la Unión Europea hasta gobiernos de una gran tradición democrática como Canadá y México que le reclaman a Maduro el retorno a la civilidad. El lenguaje procaz, vulgar y provocador del gobernante venezolano solo habla de su incompetencia. Maduro baila salsa sobre los cadáveres provocados por su sangrienta represión.
En el marco de este cumulo de circunstancias adversas y en medio de un orden liberal internacional debilitado, la deriva totalitaria del régimen de Maduro es irrefrenable. La convocatoria adelantada de las elecciones presidenciales, la supresión de la MUD como alternativa electoral, la aniquilación de los contradictores políticos presos o desterrados, el asesinato del policía sublevado Oscar Pérez y de los otros insurrectos envían una señal inequívoca de que el régimen se aferra al poder a expensas de cualquier cosa: Lo que no se pudo con los votos lo haríamos con las armas, dice Maduro.
No puede ser de otra manera. El desprestigio es tal, que de convocar a unas elecciones con reales garantías democráticas las pierde en toda la línea. No se pueden dar ese lujo porque saben que cruzar ese umbral significa el ostracismo del régimen y su destino sería igual o peor al de los sobrinos de la primera combatiente, presos por narcotráfico en Estados Unidos.
Las crecientes dificultades del gobierno venezolano encierran para Colombia y los colombianos enormes peligros no advertidos suficientemente tal y como lo explico con lucidez el doctor Gómez Buendía en su artículo en Razón Publica: el peligro es Venezuela[16]. En primer lugar, ante la explosión social provocada por la crisis económica, la diáspora de los venezolanos hacia el país sería incontrolable y no tenemos como atender y sostener una emigración de tales proporciones. El gobierno nacional está en lo correcto al propiciar salidas conjuntas con la comunidad internacional para enfrentar el problema en condiciones de dignidad para nuestros hermanos venezolanos. Y la más grave de todas: Una agresión militar de Venezuela hacia Colombia.
En la medida en que se agudicen los problemas en Venezuela, que podría llevar hasta una guerra civil, el régimen estará tentado a buscar un conflicto militar con Colombia. El infame tratamiento a los nacionales colombianos en la frontera, las continuas y descaradas violaciones a la integridad territorial de nuestro país, el asesinato de colombianos inermes por la guardia nacional bolivariana, el soez y provocador lenguaje del presidente Maduro hacia el presidente Santos, el aprovechamiento del contrabando y del narcotráfico para socavar las relaciones, son acciones tendientes a provocar un conflicto binacional que le resuelva, apelando al patrioterismo, el respaldo que le niegan sus nacionales por su desastrosa gestión. El país debe prepararse para esa infortunada posibilidad.
[1] La verdadera historia, Revista semana, http://www.semana.com/nacion/articulo/la-verdadera-historia/9372-3, 9-21-1987.
[2] Saqueos y protestas, el drama por la falta de comida en Venezuela, El Tiempo, 14 de enero de 2018, Pág. 1.19
[3] La crisis del pernil genera una revuelta en el país. El Nacional, Caracas, http://www.el-nacional.com/noticias/protestas/crisis-del-pernil-genera-una-revuelta-pais_217274, 30 de diciembre de 2017.
[4] Rebaja forzada de precios vació los supermercados en Caracas, El Tiempo, 8 de enero de 2018, Pág. 1.3
[5] Venezuela colapsa y sus niños mueren de hambre, https://www.nytimes.com/interactive/2017/12/16/world/americas/venezuela-hambre-desnutricion-crisis-maduro.html–
[6] Jugadores de la sub veinte presentan altos niveles de desnutrición, El Nacional, Caracas, http://www.el-nacional.com/noticias/futbol/jugadoras-sub-presentan-altos-niveles-desnutricion_212936, 25 de noviembre de 2017.
[7] Ricardo Hausmann, destitución de Maduro y asistencia militar externa, una salida para Venezuela, El Tiempo, 14 de enero de 2018, Pág. 5.2
[8] http://www.eltiempo.com/mundo/causas-que-llevaron-a-venezuela-a-la-crisis-84652, http://runrun.es/rr-es-plus/297797/encovi-2016-74-de-los-venezolanos-perdio-mas-de-8-kilos-de-peso-el-ano-pasado.html.
[9] Morir dejos de casa: el exilio medico de los venezolanos, New York Times, 1 de diciembre de 2017.
[10] Preocupación por enfrentamientos entre trabajadores sexuales colombianas y venezolanas, http://larepublica.pe/mundo/1066560-preocupacion-por-enfrentamiento-entre-trabajadoras-sexuales-colombianas-y-venezolanas, Venezolana pasó de ser abogada a prostituta para sobrevivir en Colombia,http://infociudad24.com/venezolana-paso-abogada-prostituta-sobrevivir-colombia/27 de julio de 2917.
[12] Se agudiza la crisis económica y de seguridad de Cúcuta, Portafolio, 30 de enero de 2018, Pág. 8-9
[13] Largas filas para comprar gasolina en Caracas, http://www.vanguardia.com/mundo/410921-las-largas-filas-para-comprar-gasolina-en-caracas-venezuela, septiembre 27de 2017
[14] http://www.latribuna.hn/2016/01/29/las-50-ciudades-mas-violentas-del-mundo/
[15] http://www.el-nacional.com/noticias/economia/cada-venezolano-debe-4720-dolares-por-deuda-externa_211434
[16] Hernando Gómez Buendía, Colombia: El peligro es Venezuela, Razón Publica, 28 de agosto de 2017.
* Economista, magíster en Estudios Políticos y Económicos de la Universidad del Norte, profesor universitario y autor de varios libros, entre ellos: La geopolítica del petróleo y el cambio climático, Universidad de Antioquia, 2010.