Marcos Muñoz Posada *
En el año 2005, Eduardo Galeno escribió en el diario Página 12, de Argentina, un artículo llamado Fábulas en el que dijo que «la palabra y el acto no se habían encontrado nunca. Cuando la palabra decía sí, el acto hacía no. Cuando la palabra decía no, el acto hacía sí…» En otro escrito, refiriéndose a Ernesto ‘Che’ Guevara, decía: “Él era un tipo raro… hacía lo que decía”; lo anterior, dejando en evidencia la indudable y ejemplar coherencia que caracterizaba al argentino.
El encuentro de la palabra y el acto es la cita de la coherencia. El decir y el hacer interiorizados como uno solo. Preciso para estos días de ejercicio electoral, y en este país -un reino más de las necesidades – es importante infundir e invocar la realización obligatoria de este encuentro. Todas nuestras inconformidades y denuncias se deben evidenciar en el acto de votar para alcanzar esos aires tan anhelados y deseados.
Es por ello que no basta solo con decir, indignarse o quejarse por la falta de oportunidades, señalar y/o exhibir en la plaza pública a los parlamentarios corruptos; no es suficiente con denunciar la miseria y a sus causantes en las redes sociales, ni mucho menos vetar su publicidad electoral; todo esto es insuficiente y hasta innecesario si el día de las votaciones no se encuentra el acto con la palabra. La miseria nos toca la puerta todos los días y la respuesta no puede ser aferrarnos a unos salvadores que no son más que unos mercaderes de falsas promesas y vendedores de humo.
Solo para mencionar un ejemplo: el IVA fue todo un revuelo su aumento de 16 a 19%, producto de una reforma tributaria que entró en vigencia el primero de enero del 2017:Esto tenía como consecuencia un aumento en los precios y por tanto pérdida en la capacidad de compra de las personas. Para el caso del Departamento de Bolívar esto no representaba nada positivo, todo lo contrario; un departamento que nada más en su capital, Cartagena, en el año 2016, 294.895 personas estaban en condición de pobreza monetaria y 55.000 personas más vivían en condiciones de pobreza extrema; todo un panorama desolador.
Esta medida se estableció con el auspicio y voto de cinco -de siete – representantes en el Senado de los bolivarenses: Andrés García Zuccardi y Sandra Villadiego Villadiego (Partido de La U); Lidio García Turbay (Partido Liberal); Nadia Blel Scaff (Partido Conservador); y Antonio Correa Jiménez (Opción Ciudadana). Estos, que conociendo las realidades del Departamento hicieron caso omiso y apoyaron una reforma que agravaba el malestar de los bolivarenses. Sin embargo, lo anterior no quiere decir que el resto de parlamentarios de Bolívar o los mencionados no estén relacionados con casos de corrupción, parapolítica u otros, o que su legislatura fue impecable y promovieron cambios positivos para la Región. Empero, macondianamente, hoy se puede observar a muchos que se ‘indignan’ por esta medida por ser líderes de sus campaña o promotoras de las mismas.
Es a estos congresistas, que también pretenden reelegirse para el período 2018-2022, a los que por primar sus intereses mezquinos antes que el trabajo por la solución de los problemas que agobian a la región hay que aplicarles una sanción social, lo que otros llamarían un voto de castigo. Pero todo ese cúmulo de indignaciones, que desatamos en conversaciones de esquinas, de trabajo, o en el transporte, deben canalizarse hacia la elección de unos representantes decentes; cuyos intereses sean la superación de los problemas que provocan la miseria en la región. No podemos esperar un cambio por solo indignarse y mucho menos reeligiendo a los mismos. Debe darse esta confluencia; la unión de la palabra con el acto. Dicho de otra manera, en palabras de José Martí, «hacer es la mejor forma de decir».
En consecuencia, mi voto será para la lista de los Decentes; todo un esfuerzo unitario de artistas, médicos, abogados y otros, comprometidos, impecables, convencidos, probados en la lucha por la defensa de los intereses de la mayoría, los cuales, más allá del significado de la palabra o el ser decente, tienen una propuesta programática acorde con las demandas del momento; su tesis central: Primero la Vida.
Por eso, mi voto al Senado será por Aída Abella.
* Estudiante de Economía de la Universidad de Cartagena