Definitivamente la corrupción resulta ser el peor de todos los males de un país, ya que no solo anula su capacidad de desarrollo sino que conduce a sus habitantes a tal grado de desesperación que los convierte en masoquistas inconscientes. Este estado psicológico es aprovechado por otro mal que como rémora se alimenta de él: el populismo. Una tendencia política que tiene en Colombia a Gustavo Petro como su mayor y mejor representante.
Sin embargo, no es el populismo lo que convierte por sí solo a Petro en un verdadero peligro para el país. Lo que resulta verdaderamente aterrador es la forma en que este lo practica y pretende implementarlo en caso de detentar el poder para hacerlo. Y es que la actitud dictatorial, la arrogancia y el autoritarismo de este personaje no solo puede evidenciarse en su pasado lejano y más reciente, sino se hace evidente en cada frase, en cada intervención, en cada trino; es incapaz de fijar una posición sin que la misma esté acompañada, como elemento esencial, de un ataque, una ofensa o una estigmatización a determinado sector con el claro propósito de mantener vivo, y poder así usar a su favor, el odio de clases.
Esa fórmula de la extrema izquierda de explotar el resentimiento que con razón habita en gran parte de la población que ha visto frustrado su camino hacia el éxito por cuenta de la corrupción, es al mismo tiempo el distractor por excelencia que conduce a la sociedad, de repente y sin percatarse, hasta un punto donde se encuentra no solo con niveles más grandes de corrupción de los que había decidido combatir, sino ante una dictadura atornillada en el poder gracias a la interdependencia que de forma premeditada se crea entre la población pobre y el Estado, lo cual obliga, por simple lógica y como garantía de su permanencia en el poder, a mantener o multiplicar esos niveles de pobreza bajo la mentira de la igualdad.
Esta miopía causada principalmente por la frustración que genera la corrupción, se evidencia en la existencia de políticos como Petro, quien echando mano de esa indignación y con un discurso romántico, inteligente pero vacío, negando siempre su ideología socialista extrema, logra que se ignoren aspectos de su pasado y personalidad que bajo circunstancias normales constituirían un campanazo de alerta casi imposible de ignorar y que presagia, tal como la historia se ha encargado de demostrar, un fracaso absoluto. Y es ahí donde surge el asombro por el deseo de muchos que un personaje como ese llegue a dirigir un país, justamente porque la historia ha demostrado que esa extrema izquierda populista ha conducido, en todos los casos, a un categórico fiasco donde se ha pretendido implementar; pero más sorprendente resulta que no hay que irse muy atrás en la historia para verificar esa situación, ya que basta con mirar hacia nuestro vecino Venezuela para ver como una ideología populista es capaz de destruir a un país entero donde los recursos abundaban en demasía.
Ignorar algo tan evidente como eso resulta sumamente sorprendente, es como una desconexión total entre lo que se sabe y lo que se hace, es como tener al frente un precipicio y acelerar hacia él con la esperanza de que la fuerza de gravedad se anule y logremos alzar vuelo para alcanzar un extremo tan alejado que somos consientes que es imposible. Y es esta la analogía perfecta, porque estos personajes siempre ponen como meta alcanzar a países ejemplos a nivel mundial, países que irónicamente en su historia nunca tuvieron que recurrir a políticas extremas o autoritarias, similares a la que nos quieren vender, como fórmula de su éxito y desarrollo, y la verdad es que si en algún momento esos métodos estuvieron presentes, dicha etapa de su historia está marcada como un momento penoso y oscuro a no repetir. Por el contrario, lo que sí vemos es que el nivel de vida alcanzado es producto de políticas serias y paulatinas que poco a poco, con la ausencia de la corrupción, fueron implementadas en un ambiente de consenso, mientras que su población fue adquiriendo conciencia sin necesidad de atropellar ni atacar a nadie.
Son muchas las ironías que observo en el fenómeno Petro: una es que muchos de sus seguidores son ejemplos vivientes de lo errónea que resulta la implementación de esa ideología; son personas que han ido alcanzando el éxito, que vienen de abajo y que con esfuerzo y dedicación han ido poco a poco escalando posiciones y aún se encuentran lejos de alcanzar su tope. Pareciera entonces que desearan una barrera, un techo, algo que los frene; se niegan a entender que su éxito indefectiblemente los colocará en el extremo a atacar en algún momento. Por otra parte, tampoco se entiende como la llegada masiva de venezolanos a nuestro país parece no decirles nada; venezolanos de todos los estratos y niveles educativos, llevados a tal grado de desesperación que, perdida la esperanza, prefieren venirse a Colombia que quedarse en su país. ¡Eso debe decirnos mucho!
* Abogado Especialista en Derecho Penal y Criminología
Osvaldo Robert
Lo felicito, ojala hubiera columnistas como usted que toma una posición clara y exacta de la realidad política.
Amalia
Es una opinión personal que no dice sino lo mismo que el resto de candidatos para desacreditar. Nada que ver, no hay nada nuevo que argumente con bases y con perspectiva propia y fresca el título de este artículo.
Ospez
Así es. Todo lo dicho no tiene ni una base. NI UNA. Parece artículo de farándula.
Carlos Pérez D.
Sr. Anthony Sampayo Molina, en su columna, usted ataca al candidato presidencial, Gustavo Petro, diciendo, entre otros, que: «la actitud dictatorial, la arrogancia y el autoritarismo de este personaje no solo puede evidenciarse en su pasado lejano y más reciente, sino se hace evidente en cada frase, en cada intervención, en cada trino», sería interesante, para mayor claridad de sus lectores, que usted pueda «evidenciar» con ejemplos concretos sus adjetivos calificativos, en contra del candidato por el Movimiento Progresista. De lo contrario, y como dice un anterior comentario, su columna solo correspondería a un ataque de desprestigio carente de argumentos.
carlos echeverria
Por momentos me llegue a interesar, pues capto mi atención e interés saber que argumentos tenia usted para irse contra un candidato que sin duda alguna genera muchas pasiones y sentimientos encontrados, pero lastimosamente me quede sin encontrar algo mas de fondo que me hiciera reflexionar acerca de Su o Mi posición frente a petro. En pocas palabras, su opinión fue muy plana, poco argumentada. buen día.
Eduardo Arellano González
Nada es verdad. Todos mienten, se acomodan y estan listos a sacar provecho de cualquier situación social, desde la academia, el club, la banca, etc. Con responsabilidad la actividad política debe reinventarse, hoy día quien le pida al pueblo que lo elija, está en franco retraso y retroceso. El político debe ser la persona que guíe y lleve el timonel del barco, para motivar, seleccionar, escoger y hacer elegir entre las multitudes a sus propios líderes y representantes. Quien busque hacerse elegir o se autoproclama candidato JAMÁS SERA CALIFICADO
Jaime donado solano
Lo único destacable de este «columnista» es su calva precoz, su pose de erudito descubridor del agua tibia y su verborragia predecible y fascista. Claro que habrán uribestias y ordoñistas que aplaudan la pretenciosa radiografía que hace del mejor candidato para ocupar el solio de Bolivar. Pero lo que se le olvida a este pichón ególatra desconocido es que Petro es un verdadero patriota, consecuente, coherente y honesto. Lo que nunca podrá decir de sus ídolos de la mafia derechista que pretenden seguir saqueando el país. Uno no entiende como estos medios le dan la pluma a semejantes analfabetas políticos que no aporta nada al debate político. Solo se dedican a replicar los discursos de Inversolsa Londoño, el primo de Pablo Esobar y el ex guerrillero, hoy lava perro de la derecha uribista Alfredo Rangel, quienes usan los mismos adjetivos para referirse a todo lo que sea contraria a la doctrina de su mesías Uribe Vélez. Nada que lleve y traiga ese texto insulso y sin brújula.
luis zuñiga Herazo
Señores del metro deberían ser cuidadosos en aceptar que columnistas tienen, una plétora de adjetivos es lo que veo de este seudo columnista de opinión: dictador, autoritario y¿ socialismo extremo?, otro poco de afirmaciones vacías, sólo le falto decir que Petro es un castrochavista.