Por José Pardo Piar *
En los próximos tres meses es bastante probable que se realicen elecciones atípicas para escoger un nuevo alcalde para Cartagena de Indias. No será la primera vez desde el 13 de marzo de 1988, cuando se inició la elección popular de mandatarios locales en nuestro país. De hecho, será el tercer gobierno cartagenero que se interrumpe de manera inopinada y no puede cumplir su plan de desarrollo. Una situación como esa no se ha presentado en ninguna ciudad capital colombiana, en los casi 30 años de la elección democrática de alcaldes municipales y distritales. ¿Será esta una de las tantas explicaciones de nuestro rezago social, índices pobreza, inequidad y exclusión?
Los politólogos, sociólogos y otros científicos sociales tienen a la mano un material valioso para realizar estudios que nos den luces sobre este fenómeno iterativo en la ciudad heroica. En varias ocasiones se ha hablado de un “canibalismo caribeño”; sin embargo, ello no sucede en Barranquilla, Montería o Valledupar, urbes cercanas y situadas en la misma región, que han logrado grandes consensos y avances significativos en su desarrollo local, más allá de la pugnas electorales y desavenencias políticas.
Mientras se esbozan teorías y se comparten lecturas, lo cierto es que nos dirigimos a una nueva contienda electoral en la localidad. Pronto tendremos al noveno alcalde de Cartagena, mientras que en la mayoría de las capitales de Colombia apenas van en la mitad del período de su tercer burgomaestre desde 2012. ¿Tragedia, maldición, mala suerte, sociedad fracturada, ciudad fallida, lucha de clases, trampa de la pobreza, equivocación masiva, castigo electoral, mixtura de hipótesis, todas las anteriores, ninguna de las anteriores?
De mantenerse las tendencias históricas, nos espera una primera fase caracterizada por un amplio pelotón de precandidaturas, de donde saltarán los escapados de siempre, quienes con sus escaramuzas iniciales pronto desnudarán su consabida estrategia de carrera. Posteriormente, con la llegada de las duras rampas y altas pendientes de la financiación y los apoyos partidistas, el pelotón se irá seleccionando paulatinamente. Para el tramo final, solo quedarán los capos de los partidos con personería jurídica. Esta vez no habrá tiempo para Grupos Significativos de Ciudadanos y su concomitante recolección de firmas.
En la meta, se espera un embalaje entre un pequeño grupo de corredores que representan a reconocidas escuadras como: partidos Conservador, Liberal, La U, Cambio Radical, Centro Democrático, Polo, Verde, Opción Ciudadana, Mira, Unión Patriótica, ASI, Mais, Aico, Farc y el movimiento Progresista.
Antes de finalizar el primer semestre de 2018, conoceremos si se dio una escapada tempranera que dio frutos o si la suerte de más de un millón de cartageneros se definió en un embalaje entre reconocidos sprinters, que son destacados velocistas en la política local.
* Analista político.