Por Juan Diego Perdomo Alaba *
El suspendido alcalde Manuel Vicente Duque, quien por estos días se encuentra detenido en una cárcel para funcionarios públicos en Sabanalarga, ya no le sirve a nadie.
Quienes le apoyaron y acolitaron esa ramploneria que mal llamaron el ‘Gobierno de la gente’, huyeron como ratas de aquel bajel zozobrado y lo dejaron solo en su desgracia. Fue el tonto útil de esos filibusteros de nuevo cuño que espolian a Cartagena desde hace tanto sin consideración. Periodistas, ‘puyaojos’, veedores, politiqueritos de medio pelo, líderes comunales y hasta el siempre gobiernista e hipócrita ‘Consejo Gremial de Bolívar’ han exigido su renuncia. La tostada está seca y necesita mantequilla; no hay quien la esparza, ni siquiera Sergio, que la tiene de maní porque mermelada parece que no hay.
El alcalde encargado, otrora ‘note-taker‘ de Santos, nunca desilusionó porque pocas eran las expectativas. No obstante, cualquier cosita era cariño frente a la vulgaridad saliente. Necesitábamos un respiro tras el paso de ese vaho nauseabundo que destilaban aquellos chabacanes que mandaban en la Aduana, convertida en agencia de negocios donde lo público era lo privado de unos cuantos que resultaron ser bastantes. ¡Miserables!
Londoño dice que el presidente Santos le dio carta blanca para gobernar, pero qué va; no le quiere agraviar y por eso protege sus intereses en Cartagena, y eso implica, así lo niegue, tenderle la mano a Daira, Lidio, Juan José, Cáceres et al. Tiene muy buenas intenciones pero la ciudad necesita acciones, hechos que generen confianza. Ojalá lo logre.
¿Con quién o quiénes negociará Manolo su renuncia?
Londoño se está jugando su futuro político en este encargo pero, parafraseando al historiador Francisco Javier Flórez, parece que ‘está cavanado su propia fosa’. Desea quedarse y terminar hasta 2019, pero Cartagena necesita un gobierno que cumpla las metas de un plan de desarrollo y no la agenda cotidiana que le dicta el periódico local.
Hay dos escenarios para adelantar elecciones atípicas y desencartar al encargado si acaso Duque no vuelve: vía renuncia o revocatoria del mandato. Si se da la primera, los dueños de Primero la Gente, que son casi los mismos que mencioné arriba, al parecer tienen el muñeco armado. Una fuente cercana al Palacio de la Aduana y otra que conoce los hilos del poder en Cartagena y Bolívar, coinciden en que este sería Andrés Betancourt. Voté por él en las pasadas elecciones y debo reconocer que ya no le creo, por tibio, politiquero velado, ambiguo y etéreo. ¿Por qué callaste todo este tiempo y hasta ahora sales a proponer acuerdos ‘sobre lo fundamental’, estimado Andrés?
La coyuntura es perfecta para un proceso de selección ciudadana que construya en torno a una candidatura social que responda a los intereses de la ciudad. Pero soy escéptico, no hay clima de crispación ni movilización ciudadana.
Cartagena está atónita esperando a que pase lo peor, ¿acaso qué más podría suceder? No hay alcalde ni Concejo y tampoco contralora. La crisis institucional es escandalosa y el panorama es sombrío, por decir lo menos. Cunde la indiferencia y la desesperanza. Le temo a medir reacciones en redes sociales porque la virtualidad despista, tima. Aunque existe un despertar del debate por lo público, una ciudadanía activa interesante, ¡las nuevas ciudadanías! A propósito, este próximo miércoles 4 de octubre habrá un plantón en la Plaza de la paz para exigir la renuncia de Manolo. ¿Cuántos irán?, ¿acaso los mismos 40 de siempre?
Hoy la plata manda, no la ciudad. No hay consensos ni se vislumbra un proceso serio en ciernes. Mucha inteligencia individual y poca colectiva. Reuniones aquí y allá. Personalismos y mezquindad. Jhonny, Nausícrates, Anaya y Martínez; frescos, ya conocemos sus ‘modus operandi’. Pero bienvenidos.
Si Manolo renuncia será difícil competir contra 10 o 15 mil millones de pesos. Centrémonos entonces en el proceso revocatorio, apoyémoslo, rodeemoslo. Sería el primero en el país en tumbar a un alcalde y eso empoderaría a una ciudadanía incrédula y ávida de pequeñas victorias. Sería el escenario ideal aprovechando la efervescencia ciudadana para ofrecerle una alternativa decente, independiente e inteligente con opción de poder a Cartagena. De no ser así, exijámosle al encargado la creación de un Consejo ciudadano consultivo que acompañe las decisiones de su gobierno, el cual, por su naturaleza, no cuenta con legitimidad popular. Cualquiera que sea el escenario, construyamos, que como dice Fajardo: #SePuede.
* Comunicador Social – Periodista de la Universidad de Cartagena
MARIO PUELLO GARCIA
Sea de día o de noche, los hábitos de los políticos en Cartagena y la mayoría de su habitantes nunca van a cambiar, en éste caso para bien de la ciudad qué no duerme, lo mejor es un plebiscito y verán que se respira un nuevo aire. De los políticos que acechan el Palacio de la Aduana se gastarán los recursos que tienen para el manejo de esta contienda electoral.