La corrupción, generalmente, empieza por casa cuando exigimos justicia por cualquier razón, siempre y cuando esa justicia no nos toque a nosotros o nuestro entorno. Exigimos que las cosas se hagan bien desde el punto de vista político, administrativo y judicial, pero no somos igual de exigentes cuando se trata de nuestros intereses. Por ello, me asalta la duda sobre la responsabilidad social que tiene todo profesional y, en general, cualquier persona.
Es muy fácil exigir y reclamar, pero siempre ha sido difícil reconocer que somos una sociedad mezquina e hipócrita. Siempre que sucede algo que sacude los sentimientos de un conglomerado, grupo de interés o gremio social salimos con un discurso moralista y hasta hacemos uso del derecho a la protesta, lo cual -hasta aquí – es perfectamente legítimo.
Pero es el colmo que entre el gremio de miles de contratistas que trabajan en lo público haya quienes exijan justicia en contra de la corrupción cuando son ellos quienes, por acción u omisión, en ocasiones en contubernio con los administradores de turno y durante décadas, cuadran los proyectos, estudios previos y marañas y emparapetan las licitaciones públicas para quedarse con ellas y hacer cualquier obra chambona. A lo criollo.
Cartagena me duele, mi gente me duele. La ciudad está mal de infraestructura, tanto pública como privada, y nuestros ingenieros nos hacen quedar mal en comparación con otras ciudades. Basta con recorrer el norte del país para darnos cuenta del desarrollo de Barranquilla, Santa Marta y hasta Valledupar.
Pero la culpa no es solo de los políticos y contratistas. La culpa no es solo de los ingenieros. ¡La culpa es de todos! Y claro que es de todos, pues no me cabe en la cabeza cómo, desde un principio, como ciudadanos que constitucionalmente somos, no haya habido una Junta de Acción Comunal diligente, o un vecino responsable, o una Veeduría Ciudadana cumplidora de sus deberes. Y he aquí la génesis del problema.
Y hablamos de las JAC’s en primer lugar porque creo que sus dignatarios tienen una alta cuota de responsabilidad en los distintos casos, ya que son precisamente ellos los primeros que deben salir a denunciar todo lo malo que pase en sus barrios; son ellos la voz y el voto de los miles de vecinos que representan; claro está, sin eximir de responsabilidad a los restantes ciudadanos.
De aquí se desprende todo: la posible falta de control social, política y administrativa son los tres ingredientes que alimentan el sancocho de responsabilidades, mezclado con el insípido sabor de la indiferencia y falta de sentido de pertenencia de numerosos ciudadanos. Estamos mal acostumbrados a que todo lo debe hacer ‘papá gobierno’ y nosotros quedarnos sentados o, en el mejor de los casos, acostados en un sofá criticando y lo peor, reclamando sin proponer nada.
Duele decirlo, pero una tragedia dolorosa como la de Blas de Lezo tenía que pasar para que todos, absolutamente todos, ellos, ustedes y nosotros, tomemos conciencia de lo que estamos haciendo o dejando de hacer por nuestra ciudad, desde el momento en que preferimos dar lo más chimbo y chambón a los demás pero queremos lo mejor para nosotros.
No nos quejemos; reflexionemos y actuemos. Antes de exigir una mejor ciudad exijámonos ser mejores ciudadanos. El cambio no viene por la política; el cambio viene desde nosotros mismos al momento de elegir y saber votar. Otra de las razones de ser hipócritas, pues el domingo de elecciones muchos se quedan en el mismo sofá desde donde disparan las críticas en redes y no ejercen su derecho al voto por cambiar las cosas. O peor aún, los que salen a votar por una botella de ron y un billetico. Aquí está la verdadera corrupción.
Por eso siempre digo enérgicamente que el que no vota o vende el voto no tiene derecho ni razón para criticar y exigir que las cosas anden bien. Es más, le pongo el reto de que vayan a una reunión convocada por el presidente de su junta; siempre van los mismos 5 o 6 gatitos a quienes les interesa su barrio y que, por regla general, son persona veteranas que lo hacen más por sentirse activos y vivos aún.
«Que lo haga otro, que lo haga el presidente de la junta, que lo hagan los ediles, que lo hagan los directores, que lo hagan los concejales, que lo hagan los secretarios, que lo haga el alcalde, que lo haga el gobernador», pero, ajá, ¿y cuándo lo harás tú? ¿Cuándo los cartageneros vamos a asumir nuestro rol de ciudadanos?
¡Ya está bueno de tanta doble moral!
* Abogado especialista en Derecho Administrativo; asesor externo de la Secretaría del Interior y Convivencia Ciudadana.
Carlos César Castillo Torres
Daniel, buena lectura de una problemática pública y de una ciudadanía indiferente ante la forma como se construye lo publico. Le pregunto, ud como asesor de la secretaria del interior Distrital, ante las denuncias presentadas por las amenazas, 13 comunales, contra dignatarios de los OAC y otros líderes sociales de la ciudad q con coraje presentan denuncias en el marco de un ejercicio de control ciudadano, que ha hecho para q se le brinden las garantias necesarias por tan importante y significativo ejercicio ciudadano q hoy se demanda en clave de posconflicto y construcción de paz territorial?
Sería bueno saber q ha hecho la secretaria a la cual presta sus servicios profesionales, quedó atento.
Trinidad Grau Gonzalez
Expectacular tu publicacion Daniel
igual pienso que todos somos responsables de este tipo de situaciones, nos atemoriza denunciar debemos pelliscarnos para evitar estas trajedias no reacionemos cuando cae un familiar o un conocido, todos necesitamos de todos es nuestro debercono hijos del mismo Dios
Rafael Zúñiga Sánchez
Muy buen comentario Daniel.
Más que indiferencia, es nuestra falta de confianza en las instituciones que deben ejercer control sobre aquellas actividades que directa o indirectamente nos afectan a todos. Y no hay confianza,no hay credibilidad por que sabemos estos entes de control son permeados por la corrupción . Esa es la terrible situación.
Estamos de acuerdo con que el cambio lo conseguimos nosotros mismos, cuando nosotros mismos cambiemos hacía una actitud más proactiva , más independiente, sin amarres políticos o de otra clase.
jorge luis woodbine
parece que estas desfasado y sin criterio echarle la culpa a las jac, donde estas denuncian y las entidades del distrito no les ponen atención, es facil caerle al mas debil, las JAC tienen toda la intención de trabajar, espiritu social, sabiendo que no reciben un sueldo y el miedo al interponer una denuncia por represalias.
Rodrigo Rivero
Muy buena columna Daniel. La corrupción no solo esta acabando con Cartagena sino con nuestro pobre país. Ojalá tus comentarios no caigan en oídos sordos.
Roberto Ardila González
Tiene toda la razón el señor Daniel Rivero, la responsabilidad es de todos y no sólo de algunos…como presidente de la JAC Crespito solicitamos hace 5 meses la inspección de todas las edificaciones y viviendas de nuestro barrio Crespito, debido a que observamos construcciones de dos y más pisos que no cumplen normas urbanísticas, escaleras mal ubicadas, algunas obstruyendo por completo la visibilidad, apropiación de andenes, rejas fuera del paramento, apropiación del espacio público, andenes deslizantes, entre otros aspectos…volveremos a solicitarlo porque hasta la fecha no se ha realizado dicha inspección…por otro lado hay personas que no asisten a las asambleas de Acción comunal, no votan , no participan en nada, pero son los primeros en tratar de torpedear una labor que hacemos con toda la buena voluntad y por el bien de nuestro barrio…
Ana Diaz
Es un flajelo social la ciudadania cada vez es mas indiferente frente alo social la ley 743 da todas las erramientas para participar y gestionar acciones pero nos emperezamos para leerla y aplicarla la corrucion no es mas que la cobardia a atrebernos a tomar la iniciativa y la falta de pertenencia y union de conceptos la constitucion politica de colombia 1991 le dio el poder al pueblo