Por Marcela Márquez *
La salsa es Caribe y vuelve a tener representantes desde Cartagena, con proyección internacional, de la mano de la renaciente orquesta Winner Band, integrada por Cristian D’Acosta, Álvaro Marrugo y Francisco Javier ‘Franzo’ Ricardo, la voz majestuosa que le da vida a los éxitos ‘Dime que sí’ y ‘Es el amor’.
Después de más de cinco años trabajando juntos en el mismo grupo de mariachi, D’Acosta y Marrugo en 2016 decidieron reactivar una orquesta que se había conformado cuando estaban cursando bachillerato en el desaparecido colegio Inem; de allí, de la misma cuna donde surgieron las agrupaciones Los inéditos de Colombia y Los hijos del sol, nació la Winner Band. Ellos, pues, contactaron a los antiguos integrantes e invitaron a nuevos, entre estos ‘Franzo’ Ricardo, para determinar cómo la conformarían de nuevo.
Y es precisamente este sucreño radicado en la Ciudad Heroica, el intérprete y compositor de tres de esas mismas letras que no solo han están escuchando en las emisoras locales, sino que han trascendido las fronteras llegando hasta Centro América y el Caribe, e incluso a emisoras norteamericanas han llegado pisando fuerte.
La voz de la Winner Band
Cuando ‘Franzo’ Ricardo comenzó a cantar nunca se imaginó que su carrera despegaría en La Heroica. Corrían los años 70 -siendo apenas un niño – y mientras el conflicto armado tenía su foco de enfrentamientos en los Montes de María, allí mismo, en el pequeño pueblito de Ovejas, él deleitaba con su voz en dúo y a capella con su hermana mayor Julie en cada evento a donde eran invitados. Los carnavales y reinados populares de la época eran amenizados por estos dos niños que evocaban los coros de Pimpinela. Desde ese momento su destino quedó marcado, aunque él lo ignoraba.
Descendiente de la principal pianista y corista de la iglesia del pueblo, una maestra más conocida como ‘Misiá Julita’, ‘Franzo’ Ricardo brillaba con luz propia y no pasó mucho tiempo cuando, acabando de ingresar al bachillerato, se convirtió en solista en el coro del colegio, el mismo que se transformó después en tuna y donde les brindaron clases de música. Allí permaneció durante todo el bachillerato, aprendiendo a tocar con maestría diversos instrumentos, como el piano y la guitarra.
Llegado el momento de su graduación de secundaria, la vocación por la docencia heredada de su abuela y de sus dos progenitores, Elvia y Francisco, parecía nacer dentro de él. Al mismo tiempo, una fuerte convicción religiosa y una especie de llamado celestial lo fueron invitando a inclinarse para ser sacerdote y licenciado en Filosofía, Ética y Ciencias Religiosas.
Así fue como llegó a La Heroica, la ciudad que le abre las puertas a toda la sabana, y donde los más grandes talentos escondidos encuentran la pista adecuada para despegar. Ingresó al seminario Mayor de Cartagena y desde el momento en que pisó el claustro fue ingresado al coro. Poco tiempo después fue nombrado director del mismo. En las misas, su voz parecía descender de entre ángeles y querubines.
Sería sacerdote y le cantaría a Dios, o al menos eso creía querer, hasta el día que el amor tocó a la puerta; un amor con nombre propio: Fabiola, quien hoy es su esposa, y por ese amor determinó firmemente que dejaría a un lado la idea de ser sacerdote y tendría una familia y una vida normal.
Por encima de críticas y reproches salió del seminario en 1994 y no pasaría más de un año cuando Rafael Ricardo lo invitaría a trabajar con él en su terraza. Su carrera musical comenzaba a reconocerse públicamente en el Corralito de Piedra hasta el día en que Rafael Ricardo se trasladó a Bogotá.
Cantando en la bodega
El sueño de dedicarse por completo a la música parecía desvanecerse. Tal vez por necesidad, tal vez por presión, debió ingresar a trabajar en un empleo completamente distante de su talento y de su preparación. Fue contratado para trabajar en la bodega de alimentos y bebidas del Hotel Caribe.
Al lado de su lugar de trabajo se guardaba el piano que utilizaban los músicos de planta. Cuando su jornada terminaba, o cuando tenía un espacio de descanso, ‘Franzo’ Ricardo tocaba el piano y cantaba, en la soledad del recinto, con su alma como única espectadora.
Hasta el día en que lo descubrieron. El personal que organizaba los eventos escuchó un día una de sus interpretaciones y, admirados por su talento, concluyeron que él debía ser músico de planta en vez de trabajar en la bodega de alimentos.
Pero eso fue solo una charla de empleados. Debieron pasar meses hasta cuando se presentó la oportunidad de oro, una noche, en que un gran evento estaba a punto de comenzar y el pianista llamó a avisar que llegaría tarde. Los organizadores del evento recordaron entonces a aquel talentoso empleado de la bodega que cantaba y tocaba el piano.
Como en un capítulo de una novela cualquiera, rápidamente le avisaron y lo vistieron con un smoking de los que tenían para las presentaciones. Ricardo se transformó y ese día fue ovacionado por la multitud que, embelesada, presenció su actuación. Esa noche firmó su contrato –literal y figurativamente – como músico del hotel y por 15 años hizo parte del trío que amenizaba los programas, alternando por un tiempo este trabajo con la docencia en algunos colegios de la ciudad.
En el año 2011 comenzó a cantar de manera independiente haciendo parte de una agrupación de mariachi, junto a Cristian D’Acosta y Álvaro Marrugo, con quienes en 2016 reactivaron la Winner Band.
Dos años caribes
Han transcurrido tan solo dos años desde esto y la orquesta ha grabado cinco sencillos: ‘Dime que sí’, ‘Es el amor’ y ‘Siente como yo’ de autoría de ‘Franzo’ Ricardo; ‘Tu muñeco de papel’ de Cristian D’Costa, y ‘Me va a pesar’, de Horacio Palencia y Giovanni Cabrera, interpretada originalmente por La arrolladora banda el limón. Han estado como invitados en Mega Radio California y en el programa El Príncipe del Sabor de Enrique Rodríguez. En esta emisora ocuparon el segundo lugar en el top 10 durante aproximadamente un mes.
Las proyecciones son de completo éxito no solo a nivel local y nacional sino en Centro América, el Caribe y Norte América, donde ya han mostrado gran admiración y apoyo hacia esta talentosa orquesta cartagenera.
* Comunicadora social – periodista.