Sin duda alguna José ‘Pepe’ Mujica resulta ser para muchos un personaje inspirador, alguien cuya imagen enternecedora, voz pausada y segura, cimentada en la sabiduría adquirida por años de conflictividad física e ideológica, lo revisten de autoridad moral para fijar ciertas posiciones no solo políticas sino humanas que le imprimen una certeza en ocasiones incontrovertible. Es una persona que ha hecho de su estilo de vida un ícono de admirar y cuya autenticidad resulta tan llamativa y curiosa que es explotada demagógicamente incluso por personas cuyo modo de vivir son una antítesis de lo que este personaje quiere trasmitir.
En relación con la coyuntura nacional y concretamente en lo referente al proceso de paz, José ‘Pepe’ Mujica es sin duda una persona cuya vida nos debe servir de inspiración para la resolución de nuestros conflictos, pero no en la forma populista en que muchos pretenden hacerlo, manipulando esa aura pacifista que irradia este sabio anciano para utilizarlo como un sedante que lleva a ingenuos a ver un mundo de fantasía muy alejado de la realidad, pero cuyas catastróficas consecuencias trascienden, sin dificultad alguna, del mundo de las ideas para afectar gravemente la realidad.
Lo más trascendental para resaltar de la historia de este personaje, es que luego de un periodo de violencia y de muchos años privado de su libertad por los delitos cometidos, es indultado solo hasta mitad de los años 80, a partir de donde comienza aquella carrera política que se había visto frustrada al incursionar en la clandestinidad por la persecución judicial en los años 60, donde incluso se le acusó de participar en acciones armadas. Así desde 1985, ya a través del ejercicio democrático y luego de un periodo de transición eficiente para sanar heridas, inicia una ascendente carrera política que da sus frutos en las elecciones democráticas de 1994 cuando es elegido diputado. Posteriormente gana más popularidad al interior del país y es elegido nuevamente a través del voto popular senador en el año de 1999 y ya iniciado el nuevo siglo, el movimiento político que representaba era uno de los más poderosos del país. A estas alturas ya el señor ‘Pepe’ Mujica era un referente político en Uruguay y fue así como el gobierno de Tabare Vásquez lo designó como ministro de la ganadería, agricultura y pesca, cargo que voluntariamente abandonó ya con tremenda acogida y popularidad al punto que era visto como el próximo presidente del país.
Con el pequeño resumen presentado anteriormente vemos como al señor ‘Pepe’ Mujica no se le regaló absolutamente nada, todo lo obtuvo a través del ejercicio de la política una vez que es indultado en 1985; vemos cómo construyó gracias al ejercicio limpio de la democracia un poder político escalonado que fue capaz de llevarlo a la Presidencia de su país en el año 2009, situación que dista mucho de lo que este gobierno ha pretendido imponer por encima de los principios democráticos más básicos. Justamente es por eso que la vida del señor Mujica debe ser un referente para nuestra situación actual, observar qué tan importante es un proceso de reconciliación real que se da a través de un proceso paulatino y unos mecanismos reales de justicia, no con imposiciones y chantajes morales.
Se ha insistido en tratar de confundir a la sociedad colombiana con tres conceptos haciéndolos parecer como uno solo: la ausencia de conflicto, la paz y la reconciliación. Tal vez Santos abandone la Presidencia y no nos deje el conflicto tal como lo veníamos conociendo pero en lo absoluto deja un país en paz y muchísimo menos cerca de la reconciliación.
Al señor ‘Pepe’ Mujica le fueron indultados todos sus delitos políticos, no se le acusó de violaciones de niños, de mujeres, de abortos forzados, etc. El señor Mujica no puso una bomba en un club ni asesinó a mansalva a los diputados de alguna región uruguaya; el señor Mujica tuvo una vez otorgada su libertad que ejercer en democracia lo que antes pretendió hacer por la fuerza y bien que le resultó.
Mientras algunos sigan pensando que esto es un tema de uribismo y antiuribismo estaremos abordando el problema de manera miope y por esa vía se estaría desperdiciando una nueva generación que, sin haber conocido los horrores vividos por la guerra, encuentran resistencia a una reconciliación por rechazar la impunidad de este proceso, lo cual nos obligaría para alcanzar dicho objetivo, a recurrir a la generación que viene aún más atrás, a aquellos para los que tanto la guerra pasada como la impunidad actual le sean lejana.
* Abogado Especialista en Derecho Penal y Criminología
Osvaldo Robert
Le felicito por su acertada publicación.